Por ser el jefe de turno, y por un liderazgo innato que posee, Luis Urzúa Iribarren asumió como cabecilla indiscutido.

El fue quien tuvo el primer contacto telefónico con el ministro Laurence Golborne la mañana de aquel feliz lunes 23 de agosto, y que conmovió a todos los chilenos cuando una de sus primeras preguntas fue para saber si se habían salvados sus compañeros de trabajo.

De profesión topógrafo y padre de dos hijos, “Luchito” ha sido el responsable de ejercer la disciplina a 700 metros de profundidad, racionar la comida en los primeros 17 días (una lata de pescado y algo más) y entregar contención médica a sus compañeros, ya que es uno de los dos trabajadores con conocimiento de primeros auxilios en el refugio.

“Mi hijo siempre ha sido muy disciplinado, en la casa era el que llevaba la batuta entre sus seis hermanos. Como mi marido murió cuando ellos eran pequeños, Luis ha sido el hombre de la casa, el que me ayudó a criar a sus hermanos y el que siempre puso las reglas”, cuenta Nelly Iribarren, su madre.

Por ello, cuando la mujer supo del accidente minero, no dudo ni por un minuto que su hijo estuviera vivo. Dejó encargada su casita en Vallenar y se instaló en la de una nuera en Copiapó, para esperar el rescate de su hijo mayor… prendiéndole velas a la Virgen de la Candelaria y a San Lorenzo.

“Luis es minero hace 31 años, tiene conocimientos de rescate subterráneo y primeros auxilios, por eso sabíamos que él buscaría alguna forma de salir de ahí. Es más, yo me imaginaba cómo mi negro debía estar dando vueltas por el refugio pasando lista a sus compañeros, racionando la comida y entregándoles labores, porque él es así, mandón, pero ordenado”, contó esta mujer de 78 años al diario La Nación, de Argentina. Ella no ha podido subir al campamento Esperanza por problemas de salud.

Los expertos de la NASA que visitaron la mina quedaron maravillados con la personalidad de Luis. Comentaron entre ellos que su perfil “es ideal” para viajes espaciales “por la gran capacidad de ponerse en el lugar de otros y de trabajar en equipo (…) Sin él al interior, la estancia habría sido mucho más dura para todos. Habría habido peleas serias”.

Amante de la buena mesa, Luis ha dicho que “pagaría lo que fuera” por una cazuela o un plato de pescado frito con puré picante.

Otra de las características que destaca en Urzúa es su capacidad para carretear con los amigos y no sufrir las consecuencias del alcohol: “Tiene muy buena cabeza… puede tomar mucho, pero no se cura, y al día siguiente no anda encañado”, cuenta uno de sus amigos.

Fiel reflejo de su personalidad fue la conversación que mantuvo con el Presidente Piñera, durante los primeros días de la operación rescate: “Estamos esperando que todo Chile haga fuerza para que nos puedan sacar este 18 de septiembre (…) Señor Presidente nosotros necesitamos que tengan fuerza y nos rescaten los antes posible y que no nos abandonen”.