Omar Reygada sólo gritó "¡Otra vez!" cuando
quedaron atrapados... era su tercer derrumbe

El anfitrión

Edad: 56 años | Estado civil: viudo | Hijos: 5

A Omar no le entran balas.

Es tercera vez que vive desprendimientos de tierra en la mina San José. Por eso, cuando fue el derrumbe del 5 de agosto, lo único que atinó a decir fue “¡otra vez!”, antes de consolar a sus compañeros que comenzaban a perder la calma. Entendió, en todo caso, que esta vez la cosa era peor porque la caída de material había sido de grandes proporciones.

Marcela, la hija de Omar, está escribiendo una bitácora de lo que sucede fuera de la mina, durante los días de espera. El texto se publica en un portal de noticias… y esperan poder ensamblarlo más tarde con el relato que hace Víctor Segovia, día a día, en las profundidades de la mina.

Reygada, cuentan los rescatistas, se ha tomado el encierro como un trabajo, incluso asumiendo que al salir recibirá una suerte de “sueldo” por esa pega, consistente en los regalos que ya han comenzado a recibir (como el suculento cheque de Farkas).

Omar se hizo cargo del refugio, “es una suerte de anfitrión”, mantiene todo ordenado y anota en un papelito las necesidades específicas de cada uno, por si hay que pedir cosas a la superficie. “El se encarga de que estemos bien”, le contó en una carta otro minero a su mujer.

También es uno de los tres jefes de grupo —formados para facilitar la convivencia— en este caso del que se encuentra en el nivel refugio.

A la mina San José recién había ingresado a trabajar hace pocos meses. Su pasado como dirigente social le ha significado hacerse cargo de organizar las demandas indemnizatorias que esperan recibir, en coordinación con los abogados.

La hija cuenta que “El día que mi hermano Omar habló con él por teléfono mi papá le aseguró que estaba bastante bien. Nos pidió que no nos preocupáramos, dijo que no le faltaba nada”.

Agrega: “No tienen las comodidades, claro, pero dijo que está tranquilo, incluso preguntó por los demás familiares, por una tía que es muy viejita, la tía Rosa. Más se preocupó él por los que estamos arriba”, añade su hija.

Igual está pendiente de los intensos dolores musculares que ha sufrido su padre: “Porque están durmiendo tirados en el suelo. Pero nada grave, nada muy complicado… Me preocupa que ahí donde están es muy húmedo, hay mucho barro, todo está mojado. También tienen que tener mucho cuidado con infecciones en la piel. Incluso no se afeitan mucho, para evitar una herida en la cara que se pueda infectar”.

Una tupida barba marcó sus primeras imágenes... Con el paso del tiempo ha sufrido dolores musculares.