José Ojeda, el autor del mensaje que atesora Piñera

El mensajero

Edad: 47 años | Estado civil: viudo | Hijastra: 1

Ni el mejor director de cine habría logrado redactar un mensaje tan hollywoodense como el que escribió José. “Estamos bien, en el refugio, los 33”… y con letras rojas, escrito con un plumón de aquellos que los mineros utilizan para marcar las piedras y saber dónde picar.

Han surgido, además, numerosos análisis de la forma en que el mensaje fue redactado. Después de todo, lo que dice es perfecto: con sólo siete palabras se informa cómo están, dónde y cuántos son. Lo esencial. Y sin respetar la tradicional estructura sujeto-verbo-predicado (“Los 33 estamos bien en el refugio”). ¿Por qué? Porque, tal como lo cuenta Eli Steger, la hijastra de José, la idea del papelito se improvisó y “lo obvio es que lo primero que quisieron decir es que estaban bien, para que acá fuera estuviésemos tranquilos (…) Luego dijeron dónde, como coordenadas para los rescatistas… y cuántos eran, para que no hubiese dudas de otros posibles atrapados o desaparecidos”.

En una de sus cartas, sin embargo, Ojeda confesó que le hubiese gustado añadir dos palabras más al mensaje y terminarlo con el grito de “¡CORAZÓN MINERO!”.

Juan Carlos Benítez, sobrino de Ojeda, cuenta que reconocieron inmediatamente la mano de José en el mensaje de los 33: “Con mi prima (la hija de Ojeda) teníamos casi un 90% de seguridad que era de él por la forma del número, del 3 que hace él y por la letra S, pero como andaban comentarios que había sido otra persona preferimos guardar eso. Pero sin que nosotros le preguntemos él nos contó por medio de carta sobre esa nota”.

Ojeda ha sido uno de los mineros que más ayuda médica ha debido recibir, producto de su diabetes.

Proveniente de Puerto Varas, José se trasladó al norte luego de enviudar, hace ya varios años. Necesitaba recomenzar su vida lejos de la ciudad que tantos recuerdos le traía. Por eso llegó a Copiapó… y por eso ingresó a trabajar a la mina San José, tentado por el sueldo que le ofrecieron.

Benítez indicó también que su tío “fue el primero en sentir cuando la sonda llegó abajo. Dice que le avisó a todos los viejos que se acercaran (…) El José es como la mayoría de los mineros, bueno para tirar la talla, preocupado de sus papás que están en Puerto Varas, siempre los llama. Es una persona muy asequible, muy querible”.

Oriundo de Puerto Varas, se radicó en el norte luego de enviudar, hace años.