Día de Melancolía
Viernes, 02 de enero de 2009 0:06

Hola a todos. Para nosotros en las antípodas del mundo ya es viernes de mañana, mientras que para ustedes todavía es jueves en la noche. Acabo de hablar con mis cuatro hijos que estaban comiendo un nuevo invento culinario, llamado pollo con papas fritas, y como sé que donde están no tienen internet y difícilmente verán los e-mails antiguos (el mundo va demasiado rápido para que tengamos tiempo para ver e-mails que tienen más de dos días de antigüedad), me voy a tomar la libertad de contarles a ustedes que tengo cuatro hijos maravillosos (como lo son seguramente los que tiene cada uno de ustedes que está recibiendo este e-mail). Cada uno diferente, alegre, pujante, soñador y sobre todo nobles, muy nobles. Y lo que más me gusta de ellos, es que juntos hacen un tremendo equipo. Al primer problema, ahí están todos para ayudarse y apoyarse...
A los que están interesados en el desarrollo de la Regata, los voy a defraudar, ya que no hablaré mucho de ella en esta oportunidad. Sólo les diré que cometí un error táctico, que básicamente consistió en quedarnos muy al norte mientras nuestros archirrivales alemanes iban al sur. Cierto, podré tener como atenuante que nuestros ruteadores norteamericanos, en cuatro informes sucesivos nos dijeron que había que ir al Norte, incluso más al Norte de lo que fuimos. La vida, especialmente mi vida empresarial, me ha enseñado que los errores no se los puedes achacar a los consultores, y ciertamente tampoco, los aciertos.
Ya estamos grandes para tomar las decisiones que creemos correctas y los consultores sólo nos dan datos para una mejor decisión, pero ellos no deciden por nosotros. Y debí confiar más en mi intuición y menos en los expertos, y lo reconozco, me equivoqué. Pero no hay problema que no tenga solución y todavía nos quedan 16 días para Wellington y con el Negro seguimos luchando como el primer día. En definitiva, y aquí termino el análisis de hoy de la Regata, los alemanes han tenido durante las últimas 24 horas mucho más viento que nosotros y han caminado en promedio casi 2 nudos más que nuestra querida "Colorina".
Y a raíz de este tema de los consultores, que los hay de todo tipo y especialidad, y tengo muchos amigos que lo son (y se ríen con mi análisis acerca de ellos), siento que en un mundo lleno de información, hemos perdido la fe. No me refiero a la fe religiosa, sino que a la fe en nosotros mismos; siempre creemos que alguien sabe más que nosotros, que si se me ocurre algo y aún no se ha hecho, es porque no se puede. En fin, sienten como si aquí hubiera una paradoja (que seguramente un consultor ya escribió un libro acerca de ella, y de paso ganó millones) y que tiene que ver con la "promesa" de que más información traería necesariamente más libertad. Y parece que no ha sido así. Nos hemos hecho esclavos de la información y hemos renunciado a creer en nosotros, fundamento primero y esencial de la libertad humana. Ahora, antes de tomar cualquier decisión le preguntamos al sicólogo, al analista financiero, a los amigos, a todos, menos a nuestro corazón, nuestra intuición y nuestra propia inteligencia.
Pero tampoco les quería hablar de los consultores, es que estoy un poco melancólico, como verán.
Les quiero hablar del Nico Budel y el pollo con papas fritas (sí, lo mismo que están comiendo mis hijos en este momento).
Nico Budel, un holandés de 69 años de barba blanca y ojos alegres, podrán pensar ustedes en el final de su vida, decide inscribirse en la Regata de la Vuelta al Mundo, pero además,