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Educación, empleabilidad y libertad (contibuación)
21 de junio de 2011


El lucro. Aquí es donde se muestra en su plenitud la hipocresía que reina en nuestra sociedad. Por una parte, universidades sin fines de lucro (así lo fijó la ley), cuyos fundadores rentan por la vía de sociedades inmobiliarias; por otra parte, aquellos que encuentran inmoral el lucro: políticos, comunicadores, funcionarios, rectores, decanos, profesores. Como si todos fueran altruistas y, frente a la opción de elegir entre ganar más o ganar menos, todos ellos elegirían ganar menos. Permítanme, de nuevo, ser un escéptico. ¿Qué tal si dejamos que las universidades definan libremente qué tipo de estructura quieren darse, y así algunas se organizarán como fundaciones (sin fines de lucro) y otras como sociedades anónimas (con fines de lucro), mientras otras seguirían siendo públicas. De nuevo, les daríamos la posibilidad a los estudiantes de que elijan ellos, y no un grupo de 'iluminados' pensando la educación que otros recibirán. Las que se organicen en fundaciones, en aras de la transparencia, publicarían los sueldos de sus autoridades y funcionarios, y así mostrarían transparentemente a dónde van los excedentes; las que se organicen como sociedades anónimas publicarían balances auditados, y las públicas, lo mismo. Quizás a estas últimas habría que buscarles un estatuto especial, pues la burocracia estatal les entraba la posibilidad de competir (para que un profesor viaje al extranjero, el decreto debe firmarlo el ministro, por ejemplo). Pero que sean los estudiantes los que elijan qué tipo de universidad quieren: las dirigidas por altruistas que reniegan del lucro o por empresarios que sueñan con grandes universidades para Chile y deben por tanto arriesgar sus patrimonios para conseguirlo, o bien las públicas, dirigidas por el Estado de Chile. O sea, de nuevo, más libertad.
Cualquier cambio en educación toma tiempo. Por cierto, mucho más tiempo que el que tiene cualquier gobierno de 4 años, y, por lo tanto, los incentivos de la política no están alineados con los de la educación (…)".

"No les tenemos temor a las diferencias..."
2 de agosto de 2011

"No les tenemos temor a las diferencias, sino que a las intransigencias, en cuanto nos hagan imposible avanzar", es una de las frases con que el ministro Felipe Bulnes le presenta al país su propuesta de pacto de la educación. Me parece que en esa frase se traduce la posición de un gobierno que aspira precisamente a eso, gobernar.
Se ha escrito que éste es un gobierno sin ideas y que precisamente su baja en las encuestas obedecería a dicha escasez; pues bien, en la propuesta del ministro hay ideas y, quizás lo más importante, voluntad de defenderlas (…)
Es de noche y escribo desde un bus camino a Vilcún, Región de la Araucanía, donde inauguramos hoy una linda escuela en el sector de Vega Redonda, donde 224 niños mapuches van a poder tener una educación de calidad, como se lo merecen. Se lo debemos a varios donantes, entre ellos principalmente Minera Las Cenizas, Frontel y Desafío

Levantemos Chile. Quizás por eso nos llegan las palabras del ministro Bulnes cuando nos habla de una preocupación expresa por los pueblos originarios.
En el documento del ministro se contemplan muchos temas relevantes; comentaré algunos.
Es una buena noticia que exista una propuesta integral, que contemple desde la educación de párvulos (aun cuando no hayan salido a las calles a protestar) hasta la universitaria. Creo que debemos apostar muchas más fichas a la educación parvularia y este documento contempla cobertura total bajo un itinerario predefinido. Para muchas madres, si no existe esa cobertura, su opción de trabajar es una quimera.
Creo también que este país está al debe en la educación técnica. Es cierto que el documento promete que ningún estudiante chileno se quedará sin educación superior por razones económicas, pero se hace urgente que los jóvenes que egresan de escuelas técnicas salgan preparados para el mundo del trabajo, y ello no está ocurriendo hoy.
Parece tener sentido terminar con la municipalización de la educación, pero que ello no signifique que se vuelva a concentrar en el poder central; el documento propone que las escuelas sean manejadas por instituciones descentralizadas (…) Me llama la atención la declaración de principios que hace el documento acerca de que los padres y alumnos puedan elegir entre distintos modelos educativos; en especial, aplaude el emprendimiento privado en colegios, pero, a renglón seguido, prohíbe el lucro en la educación superior. No logro entender que se aplauda el emprendimiento en los colegios y se demonice en las universidades (…)
Me sorprende la creencia de que con más subsecretarías y superintendencias se van a resolver todos nuestros males. Me confieso un completo escéptico. Es más, lo encuentro peligroso, pues le damos la señal a la gente de que el Estado esta vez sí que se va a preocupar de la calidad de la educación (…) Donde la propuesta cae en un error profundo es en la pretensión de creer que el Estado es capaz de garantizar una educación de calidad y ese concepto elevarlo a nivel de garantía constitucional. O sea, los alumnos que saquen 400 puntos en la PSU y tengan 6,7 de promedio en sus colegios ahora podrán demandar al Estado de Chile (…)".