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Malas noticias
Martes, 09 de junio de 2009 7:37

Hola a todos.
Voy a partir por el orden cronológico de los sucesos, y no por su gravedad. Cuando eran las 4 de la mañana UTC o 1 de la mañana en Chile, me tocaba salir a timonear e íbamos con nuestro nuevo spinnaker navegando rápido y tranquilos; el Negro me estaba entregando su guardia después de 4 horas de timoneo (esa es la frecuencia que estamos usando para timonear con spinnaker, es cansador, pero por otro lado, nos permite al menos dormir 4 horas seguidas)
Salgo a cubierta y la noche estaba preciosa, una linda Luna de color anaranjado intenso iluminaba nuestra estela, y algunas nubes en el horizonte... Mira al Norte, me dice el Negro... uff, ahí venía una tremenda tormenta eléctrica con rayos que llegaban al mar. Vamos a buscarla y tratar de atravesarla, nos dijimos... puro voluntarismo dirán Uds. Efectivamente, la tormenta venía en busca nuestra.
Les confieso que nunca he sabido qué le pasa a los navegantes cuando reciben un rayo. Algunos dicen que nada; otros, que todo. En el caso nuestro, el Negro quedaría más negro y a mí se me pararían los pelos, jajajaja. Nos pusimos traje de agua y apagamos toda la electrónica que nos queda, computador y teléfono satelital y comenzamos a navegar en pos de la tormenta.
Cuando estábamos como a 15 minutos le digo al Negro... esta es más grande de lo que pensé y trae mucho viento además. Negro, bajemos el spinnaker y ponemos solent. Y cuando habíamos terminado de bajar el spinnaker, la "Colorina" ya iba dando 16 nudos sólo con la mayor; osea, ya soplaban más de 30 nudos.
Y en ese momento tuve dos de las más importantes satisfacciones de esta Regata, bueno, tres. La primera vino del Negro... qué buena decisión, Felipe, me dice... (para los que conocen al Negro sabrán que la decisión tiene que haber sido muy buena para que haya dicho algo así, jajajaja); la segunda, me acordé de los que un día me dijo Josh Hall, el organizador de la Portimão Global Ocean Race, y participante de varias regatas alrededor del mundo: "Tú estarás preparado para dar la vuelta al mundo una vez que la hayas hecho, no antes", me dijo (como nos quedan 11 días asumí que estábamos casi listos, pues esa decisión de anticiparnos a la nube no la habríamos tomado hace algunos meses), y la tercera, salvamos a nuestro spinnaker.
Navegamos como una hora bajo la nube, pero los rayos fueron benignos y salvamos ilesos... o sea, en resumen, no nos pasó nada a nosotros... ¿Entonces cuál es la mala noticia?, se preguntarán Uds. Ahí va. En la amanecida recibimos un e-mail de la organización que da cuenta de un problema grave en el barco alemán. Rompieron la pieza que une la cruceta superior al mástil y están en riesgo de quebrar el palo. Subieron al mástil a tratar de arreglarlo, pero no tiene solución y lo único que han podido hacer es amarrar la cruceta al mástil con cordeles Dynema. Las crucetas son esas barras horizontales (estos barcos tienen dos pares) que separan los obenques del mástil y permiten que el mástil se sostenga. Se sale la cruceta

y el mástil se cae y se quiebra, así de grave.
Cuando supimos esto, llamamos a nuestros amigos alemanes y les ofrecimos lo único que podemos hacer en estas circunstancias; solidarizar y esperarlos para darles remolque a tierra. Pero me dicen que creen que pueden llegar Portimão, con la mayor reducida, pero que podrán lograrlo. Conociendo sus capacidades técnicas y su espíritu, estoy seguro de que lo lograrán, y si no se puede, la "Colorina" los puede llevar a puerto seguro.
Afortunadamente, los próximos días no soplará mucho, lo cual es una ventaja y estaremos atentos a lo que les esté ocurriendo.
Nosotros hemos aprendido en esta vuelta al mundo que es posible navegar sin electricidad, sin agua, sin timón, sin instrumentos, sin algunas velas, ¿pero navegar sin mástil? Eso sí que es difícil. Ahí no queda más camino que hacer un aparejo de fortuna con el tangón del spinnaker y la botavara, pero eso son palabras mayores.
Mientras tanto, esperamos que el mástil de estos grandes navegantes alemanes siga en pie.
Felipe.

Acerca de la honestidad
Viernes, 12 de junio de 2009 16:13

Mientras esperamos que el viento gire al SE y ojalá aumente de intensidad, quisiera aprovechar el momento para comentarles un e-mail que nos llegó hoy en la mañana desde el barco alemán.
Era para felicitarnos por haber cruzado primeros el gate, lo cual en sí no es nada especial; de hecho, es lo que hemos hecho nosotros cada vez que nos ganaron. Pero lo novedoso viene a continuación, y lo reproduzco textualmente y luego traduzco.
But to be honest, our damage in the rigging have not effected our speed very much (so far! HOPEFULLY). So you really deserve the honor of being fist at this gate.[Para ser honestos, nuestro daño en el aparejo no ha afectado mucho nuestra velocidad, así es que Uds. se merecen el honor de ser primeros en el gate].
Y cuando recibo este e-mail me quedé pensando acerca de las diferencias culturales que a veces tenemos en Latinoamérica y los países desarrollados. Boris nos dice transparente y honestamente que nuestra falla no afectó el resultado. Lo que admiro de estos navegantes alemanes es precisamente eso, su honestidad a toda prueba, no hay pillerías, no hay vivezas... Y me acordé de una anécdota futbolera. Es que como estamos todos futbolizados viene bien. Me la contó un muy buen amigo que de fútbol sabe. Pero no estoy seguro de si es verdad. Si no lo es, no cometí infidencia alguna, y si es verdad, es bueno que la conozcamos. Por lo demás, los chilenos sabemos de este tipo de actuaciones, y en el Maracaná, todavía.
Hace algunos años se jugó un partido amistoso entre un equipo inglés y un equipo latinoamericano (voy a obviar el país, pues no estoy seguro, pero no importa, le podría pasar a cualquiera de nuestros países). Las reglas del juego eran bien curiosas, si al final del partido estaban todavía empatados, el pleito se resolvía tirando una moneda al aire (de más está decir, que el equipo inglés jugaba de visita); pues bien, terminado el tiempo reglamentario, el juez cita a los dos capitanes al centro de la cancha para tirar la moneda al aire. El estadio, repleto de enfervorizados hinchas, esperaba sediento el resultado del azar. Pero instantes antes, y he aquí la viveza latina, el entrenador le habla al oído al capitán del equipo local. ¿Qué le dice? Ya verán.