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Sólo de noche se ven las estrellas
Viernes, 13 de marzo de 2009 10:57


Hola a todos.
Quizás cuando hoy en la mañana abran sus computadores y revisen la posición de los barcos, muchos de Uds. se sorprenderán por la ventaja que hemos obtenido durante la noche. En el último reporte aparecemos 109 millas adelante de los alemanes y 140 de los ingleses.
Pero, en este caso, no es mérito nuestro y por lo mismo no es real; bueno sí, es real, pero no va a durar mucho tiempo, a eso me quiero referir.
Lo que pasa es que todos los barcos estamos en una zona de transición, que determinará que en las próximas horas el viento rolar al Este y ese será el principal viento que tendremos en nuestra última etapa hacia Cabo de Hornos.
Los alemanes e ingleses, que vienen más atrás, han entrado antes que nosotros a la calma, pero a nosotros irremediablemente también nos llegará. Y como ellos entraron antes, también saldrán antes.
No nos debería sorprender que a medida que avance el día, los papeles se inviertan y sean ellos los que caminen más que nosotros.
Nos quedaríamos conformes que después de esta transición las diferencias siguieran en torno a las 70 millas, pues eso era real.
Llevamos ya muchos años corriendo regatas y sabemos que estas situaciones ocurren, y por lo mismo, le doy gracias a este deporte maravilloso por cuanto me ha enseñado de paciencia y de superación de la adversidad. Miro para atrás mi propia vida de emprendedor y si quizás no hubieses sido navegante habría abandonado lindos proyectos por el solo hecho de que estaban encalmados. Pero la vela me ha mostrado que, al final del día, es sólo cuestión de saber esperar; habrá que mover los pesos, habrá que timonear más, nos cansaremos más, pero el viento llegará y nos volveremos a mover de nuevo. Somos de ese tipo de personas tozudas, que no se rinden y que ya conocen de sobra lo que es estar en la gloria, pero también en la agonía. Y ninguno de estos estados es permanente.
La Regata de la Vuelta al Mundo no es ni más ni menos que una linda metáfora de la vida misma, de nuestras vidas, de las vidas de Uds. Cuántos de nosotros sufrimos hoy día los efectos de la tremenda crisis financiera; me entristeció ver amigos míos perdiendo sus trabajos, sus empresas de toda una vida y la angustia por el futuro incierto, pero sólo sé dos cosas y ambas las aprendí navegando: siempre es más oscuro antes del amanecer, y sólo de noche se ven las estrellas.
Y esas estrellas, esa fuerza interior que está muchas veces oculta por años de éxitos y de sol, está ahí y en 57la noche aflora; lo mismo ocurre con las empresas, hay gente que nunca ha podido brillar porque el sol de algunos los opaca, pero están ahí, esperando su oportunidad. Los grandes líderes son aquellos que descubrirán sus propias estrellas internas y encontrarán a esas personas que esperan su oportunidad de brillar.
Así, sólo así, nos ponemos a caminar de nuevo. Y los que todavía creen que otros les van a solucionar sus problemas, definitivamente se van a quedar encalmados por mucho más tiempo. Mientras tanto, nosotros avanzamos al Este para minimizar la pérdida.
Y si los alemanes se nos vienen encima, como pasó la primera semana cuando liderábamos por 50 millas y todo comenzó de nuevo, les digo que a bordo de la "Colorina" lo que sobra es

capacidad de recuperación; se habrán acabado los cereales, pero tenemos un stock enorme de determinación y perseverancia. Y la buena noticia es que no pesan nada, pero hacen una enorme diferencia.
Cuando vuelvan de su fin de semana, esperamos seguir liderando la regata y la buena noticia es que los próximos días se ven ventosos, pero no dramáticos. Que tengan un lindo fin de semana.
Felipe

Navegando tras la estela de la luna
Miércoles, 18 de marzo de 2009 7:20

Hola a todos.
Los dioses nos han hecho un último regalo antes de entrar al Cabo. Hoy en la noche, cuando ambos barcos, los alemanes y nosotros hemos hecho el último trasluche para enfilar a Cabo de Hornos, la noche está despejada y la luna, con su estela, nos muestra el camino. Han sido 24 horas de trasluches varios entre los barcos y la distancia se mantiene en torno a las 90 millas a favor de nuestra preciosa "Colorina".
Hemos virado cortos; es decir, nuestra proa actual no nos da para llegar al Cabo, pero estamos esperando una rolada de viento hacia el Norte para las próximas horas que nos hará navegar con buen rumbo al mítico faro.
Quizás a varios de Uds. les podrá parecer un sinsentido, pero si me hubiesen ofrecido las 90 millas con que aventajamos hoy a los alemanes y cambiarlas por las 30 con que nos ganaron en Cape Town y las 28 con las que nos ganaron en Wellington, me quedo con estas 90. Para nosotros, dos chilenos tozudos, nuestro principal sueño en esta Regata era llegar primeros al Cabo de Hornos. Así lo dijimos abiertamente hace algunos días sin miedo a fracasar. Porque si uno quiere triunfar, tiene que estar dispuesto a perder mil veces antes y ser capaz de alzar el vuelo una y otra vez.
Definitivamente me identifico con el Albatros, quizás fui uno de ellos en la otra vida. Y parafraseando a Ross Perot, he descubierto que los Albatros, al igual que las águilas, no vuelan en bandada.
Ayer recibimos un e-mail de Francois Robert, el genial constructor de nuestro barco y de Guillaume Verdier, quizás hoy por hoy el más talentoso diseñador francés y diseñador de la "Colorina", y nos decían en pocas palabras Uds. mañana entran al mundo de las regatas internacionales por la puerta de enfrente. No fue un francés, ni un alemán ni un inglés, quien en un class 40 cruzó por primera vez el Cabo de Hornos... fueron dos chilenos.
Hemos recibido las últimas horas, no decenas, sino que cientos de e–mails apoyándonos, todos de una profundidad que cautiva, pero les confieso mi más completa incapacidad para responder cada uno de ellos; y porque no se pueden sólo responder con un muchas gracias. Trataré de hacer lo más posible en las horas que nos quedan, pero el viento viene bajando y tendremos que timonear las últimas horas al Cabo.
Anoche conversábamos con el Negro y me preguntaba si estaba excitado con lo que estaba pasando y le dije que no, que era casi todo lo contrario, quizás como nunca he sentido una paz interior infinita, es concluir un sueño iniciado e inculcado por mi padre, y después de tantos años de trabajo y dedicación, verlo concluido así, es muy potente, demasiado potente.