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Jorge Errázuriz:
"Se enfrentó a un barco lleno de mujeres"

Jorge Errázuriz, gerente general de Celfin Capital y reconocido velerista, conoció a Felipe Cubillos hace más de 15 años, a partir de la puesta en marcha de la Marina del Sur. Ambos han tenido en común un amor por la navegación, y aunque Erráruriz nunca estuvo a bordo en un velero con Cubillos en una misma regata, sus hijas sí coincidieron en un desafío en alta mar. De hecho, este encuentro entre ambas es el motivo de la anécdota que Errázuriz tiene más presente. "Esto ocurrió no hace mucho tiempo. Fue el año 2009. Felipe tuvo lo osadía de enfrentarse a un barco con ocho mujeres y ganó esa batalla. Eran las amigas de mi hija Paula y entre ellas estaba una de las hijas de Felipe, Amalia. Todas eran menores de 24 años. Iban en una travesía nocturna entre Algarrobo y Papudo a bordo del velero Roxy, que él iba capitaneando. Debido a que se registraron vientos muy fuertes, él decidió abortar la travesía, yendo en contra de lo que querían las niñitas. El era el único varón entre puras mujeres en esa ocasión. Las niñas tenían decidido continuar con el viaje, pero por razones de seguridad Felipe resolvió que eso ya no era posible, porque se les habían roto algunos elementos de la embarcación. Al final, frente a Valparaíso, más o menos, él se enfrentó a todas estas mujeres e interrumpió la travesía".

Manuel Francisco Urzúa:
"Con lágrimas en los ojos inauguró la Marina del Sur"
Manuel Francisco Urzúa, ex presidente del Club Náutico Oceánico de Chile, ha compartido toda una vida de mar con la familia Cubillos. Primero conoció al padre, Hernán, y años después a Felipe. Pero con este último mantuvo una relación que sólo se intensificó hace unos 17 años, a partir de un sorpresivo llamado. "Esto ocurrió en 1994, cuando se iba a inaugurar la Marina del Sur, que para todos nosotros era una cosa increíble, porque permitiría tener los veleros allá y navegar por los canales del sur, una de las cosas más lindas del país. Felipe se había sacado la mugre hasta que todo estuviera listo. Yo entonces era el presidente del Club Náutico

Oceánico y me tocaba organizar la tercera versión de la Regata de Chiloé. Y entonces él me llamó para decirme que fuéramos a la Marina, porque le encantaría que la regata estuviese ahí. 'Voy a inaugurar y me encantaría que la flota viniera y ocupara la Marina como centro de
operación', me dijo. Fue la felicidad más grande para mí, porque él nos dio una mano para estar en ese nuevo club que nos llamaba mucho la atención.
En esa época él era un hombre de unos 30 años y había hecho una inversión tremenda. Eso ejemplifica el espíritu que él tenía respecto del mar; él quería acercarnos a todos al mar. Yo lo conocía de antes de ese llamado telefónico, pero no mucho, porque él era joven y yo un hombre mayor. Me llamó mucho la atención que él me ofreciera esto, con una facilidad increíble, porque había puesto tanto empeño en hacerlo, como había sido él desde chico. Entonces, ofrecer que fueran 80 veleros y unos 700 tripulantes era como decir, 'aquí van a dejar la embarrá, en los baños, en las salas, en todas partes', porque todo estaba recién inaugurado. Pero él dijo 'vengan' y lo pasamos muy bien. Lo recuerdo cuando dio el discurso de inauguración, con lágrimas en los ojos, hablando de este esfuerzo que lo hacía tan feliz para entregar esas instalaciones a la vela chilena. Desde ahí surgió una amistad. Donde nos encontrábamos hablábamos de cosas de mar. Por supuesto después seguí su vuelta al mundo y lo fui a escuchar a su hacienda en Chicureo donde comentó este hecho.
Así fue siempre Felipe. Navegando también con su familia, muy feliz, en un lightning, un velero chico, por los canales. Siempre un hombre de una bondad increíble".


Homero Novoa:
"Tenía el sueño de dar la vuelta al mundo desde niño"

Al igual que Manolo González, Novoa posee amplia experiencia en navegación, también de la mano de Nicolás Ibáñez y su nave Trafalgar. Desde ese lugar le tocó compartir regatas y competencias con Felipe Cubillos, a quien conoció siendo ambos todavía adolescentes.
"Nos conocimos cuando entramos a la Escuela Naval. Felipe tenía 15 años y yo, 17. Nos tocó navegar juntos para una clasificatoria junior en un velero de la clase lightning. Ya en esa época me dijo: 'Tengo un sueño, dar la vuelta al mundo en yate'. Ambos éramos niños y yo le respondí que me parecía espectacular y que me encantaría acompañarlo, pero no tomándolo muy en serio. Sin embargo, él nunca abandonó ese sueño y cada vez tomó más fuerza, hasta que pudo hacerlo realidad casi 30 años más tarde.
Esta conversación describe muy bien el carácter de Felipe. El ya tenía este sueño mucho antes que me lo contara y perseveró hasta alcanzarlo. Una vez me confesó que lo que lo hacía más feliz era tener sueños y perseguirlos", recuerda.