El senador Alejandro Guillier sostuvo que el retiro de las toneladas de lodo "debe hacerse con prontitud".
SANTIAGO.- Las represas que contienen miles de toneladas de desechos mineros amenazaban este viernes con ceder y permitir la llegada del material tóxico a las urbes y poblados del desierto en el norte de Chile, que se encuentra anegado debido a las lluvias que azotan la zona, las peores en 80 años.
El gobierno subrayó que hasta ahora, salvo problemas de erosión en algunos de los llamados relaves que contienen desechos de arsénico, mercurio y cobre, la situación está controlada.
Sin embargo, el Servicio Nacional de Geología y Minería admitió que en las riberas del desbordado río Salado de la norteña ciudad de Chañaral han existido durante años pequeños piques mineros (perforaciones verticales) cuyos desechos probablemente sí fueron arrastrados por la crecida del afluente.
Debido a ello, lugareños, parlamentarios y medios de comunicación llamaron al gobierno a retirar con prontitud las toneladas de lodo que invadieron las ciudades, ante el temor de que cotengan metales peligrosos para la vida.
"Eso hay que hacerlo con prontitud", dijo el senador independiente por el puerto de Antofagasta, Alejandro Guillier.
Las lluvias, que hasta hoy han dejado nueve muertos, 19 desaparecidos y miles de casas dañadas (revise el último balance de la Onemi), comenzaron a amainar e incluso pararon en algunas zonas.
No obstante, miles de personas permanecen en albergues y el gobierno, con el apoyo de militares y carabineros, despliega intensos operativos para asegurar el abastecimieto de agua y víveres.
La zona afectada por las lluvias, una región que suele tener escasos días nublados cada año, tiene una extensión de unos 700 kilómetros de largo y un ancho promedio de otros 200 kilómetros, que van de la cordillera al mar.
