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Ejército ucraniano y separatistas prorrusos tienen 24 horas para crear zona desmilitarizada

En virtud del nuevo plan de paz acordado, ambas partes deberán crear este sábado una zona desmilitarizada de 30 kilómetros en total a ambos lados de la línea del frente.

por:  AFP
sábado, 20 de septiembre de 2014
KIEV.- El ejército ucraniano y los separatistas prorrusos deben comenzar a crear este sábado una zona desmilitarizada de 30 kilómetros en total a ambos lados de la línea del frente, en virtud del nuevo plan de paz acordado durante la noche en Minsk.

Este memorando de nueve puntos, firmado dos semanas después de un primer protocolo de alto el fuego, se alcanzó tras siete horas de negociaciones en un hotel de la capital bielorrusa entre enviados de Moscú, Kiev y de los separatistas prorrusos, bajo la supervisión de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE).

Sin embargo, ni Kiev ni los rebeldes aún no han dado muestra de su intención de poner en marcha las disposiciones del memorando, que constituye un paso más para poner fin al conflicto en el este de Ucrania, que ha dejado 2.900 muertos y más de 600.000 desplazados en cinco meses.

Durante una rueda de prensa en la capital ucraniana, el portavoz del ejército, Volodimir Poliovi, indicó que un soldado murió y otros siete resultaron heridos "en las últimas 24 horas", sin precisar si se produjo antes del acuerdo de Minsk.

Asimismo, una fábrica de armamento en una zona controlada por los rebeldes explotó durante la madrugada cerca de Donetsk por un disparo de artillería, cuyo origen se desconoce.

Posiciones congeladas

El nuevo texto aprobado en Minsk prevé un alto el fuego completo, la creación de una zona desmilitarizada y la retirada en 24 horas por ambos bandos de la artillería pesada (piezas superiores a un calibre de 100 milímetros) a 15 kilómetros de la "línea de contacto".

"Esto será una oportunidad para crear una zona de seguridad de al menos 30 kilómetros de ancho", resumió el enviado de Kiev, el ex presidente ucraniano Leonid Kuchma.

El objetivo es congelar la relación de fuerzas actual y establecer esta zona desmilitarizada en la línea del frente, que divide literalmente en dos la región separatista de Donetsk. En cambio, los prorrusos sólo controlan una pequeña parte de la región de Lugansk.

Asimismo, ambos bandos acordaron también no utilizar armas pesadas en las zonas pobladas y prohibir el vuelo de aviones de combates y drones sobre la zona de seguridad creada, que la OSCE vigilará.

El presidente de la OSCE, Didier Burkhalter, se felicitó por el acuerdo, pero pidió a sus 57 Estados miembros más apoyo financiero y más observadores para la misión en Ucrania. Estos últimos deberían llegar hasta los 500 antes de final de año.

Según el texto, "todos los grupos armados extranjeros, equipo militar, combatientes y mercenarios" deben abandonar Ucrania, indicó Kuchma. Los países occidentales y Kiev acusan a Rusia de enviar soldados a luchar en el este del país, acusaciones que Moscú desmiente.

"Estatuto especial" no abordado

A pesar de que los separatistas anunciaran su intención de proponer en Minsk un "estatuto especial" para las regiones de Donetsk y Lugansk, esta cuestión no se abordó por el momento. "Tenemos nuestra opinión al respecto al igual que Ucrania tiene la suya", dijo Alexander Zajarchenko, líder separatista de Donetsk.

Tras el primer protocolo de tregua firmado en Minsk, el presidente ucraniano, Petro Poroshenko, propuso garantizar un "estatuto especial" para estas regiones prorrusas y elecciones locales en diciembre.

En el terreno, la tregua implicó una reducción de la violencia, pero las violaciones de alto el fuego por ambos bandos dejaron al menos 35 personas muertas, según un recuento en base a cifras oficiales.

Los cientos de miles de civiles del este de Ucrania se enfrentan también a la falta de productos básicos, agua y electricidad. Para paliarla, Rusia envió un tercer convoy de ayuda humanitaria, que llegó el sábado a Donetsk sin escolta.

Al mismo tiempo, altos responsables militares de la OTAN abordan desde el viernes en Vilna el refuerzo de la seguridad de los países bálticos, preocupados por la política de Moscú y tras la decisión de la Alianza Atlántica de mantener "una presencia continua en la región".
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