Calificada como "la carterista", la mujer habituaba a robar carteras y bolsos en el centro histórico de Milán.
SANTIAGO.- Un increíble caso de delincuencia fue protagonizado por una chilena de 47 años durante décadas en Italia, donde utilizó 40 identidades para engañar a la policía.
El caso fue revelado en un extenso reportaje del diario italiano Coriere della Sera la semana pasada, en el se expone la forma en que esta compatriota lograba seguir delinquiendo pese a las constantes detenciones que sufría.
De acuerdo a la nota, la chilena, que sólo es identificada como M, solía actuar principalmente en el centro histórico de la ciudad de Milán. Era normal que tras ser denunciada por un delito, la mujer fuera detenida y liberada de inmediato, con el único requisito de firma mensual por el tribunal, lo que le permitía seguir en el mundo del hampa.
Debido a que la mujer no mantenía una residencia permanente, las autoridades policiales le concedían "graciosamente" -dice la nota- como punto de referencia para el registro policial la propia comisaría del centro de la ciudad.
"Nada podría ser más conveniente. La estación de policía de San Sepulcro se convierte de alguna manera en su casa, apoya su declaración, sale y sigue robando. A la luz del sol, o casi", señala el reportaje, que la describe como una "mujer común, no demasiado alta y ni demasiado baja, con el pelo oscuro, ni demasiado largo ni demasiado corto, ni hermosa ni fea".
La mujer aprovechaba la gran cantidad de personas que había en locales de comida, como pizzerías, sobre todo a la hora de almuerzo. En la nota destacan la carrera de la chilena denominada M., como "la carterista".
Lo más insólito del caso, según el diario, es que "para cada identidad, es decir, por cada falso nombre dado a la policía o carabineros, cometía un delito contra la propiedad: un bolso, carteras, tal vez un teléfono móvil, tal vez un iPad o quién sabe qué más iban a parar a sus manos".
Per todo llegó a su fin un día que la delincuente fue sorprendida infraganti cuando intentaba robar el bolso de una mujer que estaba almorzando en medio del caos, en un café pizzería, entre una óptica y una tienda de moda. Ese día su carrera delictual llegó al parecer a su fin.
