Uno de los pocos éxitos que se conceden al Presidente, en las encuestas, es la intervención militar contra los rebeldes islamistas en el norte de Mali.
PARÍS.- El Presidente de Francia, François Hollande, doce meses después de su victoria en las urnas, recibe la insatisfacción de tres cuartos de la población francesa. Una cifra que convierte a Hollande en el presidente peor valorado de la historia de Francia.
El diario "Le Monde" tituló esta semana "Hollande, año horrible", haciendo referencia a que la gran mayoría de franceses no confía en que su presidente, con fama de "indeciso", consiga atajar los problemas del país. Si mañana hubiera elecciones, las encuestas apuntan a Sarkozy.
Las encuestas explican que la causa principal de esta caída de popularidad es la situación económica del país. Francia carece de competitividad y se encuentra al borde de la recesión. La tasa de desempleo aumenta a niveles récord: actualmente se sitúa en un 11%, el doble que en Alemania. Entre los jóvenes, uno de cada cuatro no encuentra trabajo.
El gobierno señala que la responsabilidad de la crisis y el elevado desempleo es el predecesor de Hollande y pide paciencia. Según el Elíseo, con las reformas recién aprobadas se han sentado las bases para recuperar el crecimiento. Sin embargo, algunos expertos económicos opinan todo lo contrario.
"La situación es catastrófica, y la reforma del mercado laboral que ahora se debate en el Parlamento es sólo un paso en la dirección correcta", comentaba la empresaria Laurece Parisot. Los economistas apuntan a la promesa incumplida de reducir el déficit por debajo del 3% y multimillonarios como el actor Gérard Depardieu han decidido abandonar el país como protesta por lo que consideran una política hostil a los ricos.
El único verdadero experto en economía del gobierno es, a ojos de la opinión pública, el ministro de Presupuesto Jérôme Cahuzac. Pero hace pocas semanas protagonizó el mayor escándalo del mandato de Hollande al confesar abiertamente que tenía una cuenta secreta en Suiza. El Presidente tuvo que ver cómo su sueño de una "república ejemplar" se desmoronaba. Ni un escándalo más había sido su promesa cuando asumió la jefatura del Estado de manos de Sarkozy.
Según un sondeo, tres de cada cuatro franceses desearía un gobierno de unidad nacional en el que se incluyera a la oposición. Algo que Hollande no habría podido imaginarse hace apenas un año, cuando dijo en su discurso que "la principal condición para que regrese la confianza es la unidad de la nación."
Y en cuanto a unidad el balance del primer presidente socialista desde François Miterrand (1916-1996) es amargo. La recién aprobada ley para la introducción del matrimonio homosexual, que incluye el derecho de adopción, dividió el país como no había sucedido prácticamente con ninguna iniciativa política. Y era otra de las promesas electorales de Hollande.
