Este jueves se estrenará la última película de la franquicia protagonizada por el fallecido actor junto a Vin Diesel.
SANTIAGO.- Más balas, más explosiones, más peleas y, obviamente, más autos se pueden ver en la séptima entrega de "Rápidos y furiosos". La última película de la franquicia posiblemente se convierta en la que registre mayores índices de audiencia, debido a la muerte de Paul Walker en pleno periodo de rodaje.
La pregunta que surgió tras el lamentable deceso del actor estadounidense fue cómo sacar adelante una producción tan popular como esta sin uno de sus protagonistas. La solución a la que apostó el director James Wan fue la utilización de técnicas digitales. Y logró los mejores resultados que se podrían esperar.
Se puede decir, con seguridad, que si la audiencia no supiera que el actor que interpretó Brian está muerto, no se daría cuenta de ello al ver el filme.
Las docenas de escenas de acción que dan forma a "Rápidos y furiosos 7" no dejaron de lado en ningún momento al personaje de Walker. Sin duda eso se logró gracias al alto presupuesto de la cinta (aproximadamente 250 millones de dólares) y, además, a que en esta franquicia la historia pasa a segundo plano y lo importante es simplemente ver mucho despliegue y parafernalia en pantalla.
En esta oportunidad el grupo conformado por Vin Diesel, Michelle Rodríguez, Dwayne Johnson, Ludacris y Tyrese Gibson se enfrenta a un mercenario en busca de venganza, interpretado por el emblema de la acción británica: Jason Statham.
Aunque ya no esté Walker, esta séptima película de la saga deja la puerta más que abierta a una octava, con un emotivo cierre dedicado al actor que murió en su ley: manejando a toda velocidad.
