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La Ley impuso su condición de local en su reencuentro con Santiago

El grupo de mayor alcance internacional del pop chileno cerró su gira 2014 con una calurosa acogida de público en el recinto de Movistar Arena.

por:  Por David Ponce, Emol
sábado, 20 de diciembre de 2014
SANTIAGO.- "Somos La Ley y estamos de regreso" es la consigna con que La Ley ha estado de viaje este año en la gira internacional "Retour", pero sólo en un lugar del mundo el grupo podía modificar la frase del modo en que lo hizo en el último concierto de su itinerario de 2014.

-Somos La Ley y estamos en nuestra casa -precisó el cantante Beto Cuevas apenas tomó la palabra terminada la primera canción del concierto que el grupo dio esta noche de viernes en Santiago.

Y no fue la única intervención del estilo en el show. Diez canciones más tarde el vocalista se permitía otra al incitar al público a corear las vocales "uh-úh" estilo Rolling Stones de la canción "Cielo market".

-Es sólo la vocal U… Y además es mi equipo -reveló en ese punto Beto Cuevas en un arranque de espontaneidad que sorprendió hasta al mismo cantante, a juzgar por las risas con que acompañó su declaración, que le valió vítores y silbidos del público en partes iguales.

-Será el equipo de él, pero no el mío -precisó a su vez al final de la canción el guitarrista Pedro Frugone, quien corrió a tomarse el micrófono aun más fuera de programa para sumar ese guiño futbolístico a todas las complicidades musicales de esta jornada, en la que La Ley hizo valer su condición de local sobre la base de un repertorio asegurado de éxitos para premiar la fidelidad de la audiencia.

Chile ya había sido el país elegido para inaugurar la reunión del trío este año, en el pasado Festival de Viña, pero en Santiago la ausencia del grupo se remontaba hasta 2005, año de su despedida en el Espacio Riesco. Y nueve años fue tiempo suficiente para que un público motivado llegara casi a colmar la capacidad de Arena Movistar para asistir al regreso de la banda.

El protagonismo en el repertorio corrió por cuenta de una mayoría de ocho canciones de "Invisible" (1995), el disco que consolidó el impacto de su incursión en México, como muestra de que el grupo privilegió lo más reconocible de su catálogo. Lo mismo valió para elecciones de sus otros discos, desde ejemplos tempranos como "Prisioneros de la piel", de "Doble opuesto" (1991), y "Tejedores de ilusión", (de "La Ley", 1993), hasta cuatro canciones del álbum "Uno" (2000) y las dos inéditas de su disco Unplugged para MTV (2001): "Mentira" e "Intenta amar".

Todo el show estuvo recorrido por esa línea editorial antológica, desde la selección musical hasta los buenos modales que Beto Cuevas mostró al pedir aplausos no sólo para el fallecido guitarrista Andrés Bobe sino también para el tecladista Coti Aboitiz y el bajista Luciano Rojas, integrantes históricos hoy alejados. El sonido del grupo sigue fiel al original, con la sola excepción de ciertas notas agudas a las que el cantante no llegó siempre con absoluta precisión, y con el aval de los diversos efectos y recursos que Pedro Frugone extrae de sus guitarras, la naturalidad con que el baterista Mauricio Clavería combina su percusión análoga con sonidos electrónicos y bases pregrabadas, el atractivo de rockstar innato que sigue manteniendo intacto Beto Cuevas y la distinción habitual de Archi Frugone como bajista invitado.

Con buena parte de la cancha y la totalidad de las graderías copadas, fue un público transversal además de masivo el que llegó a atestiguar todo esto. Bastaba dar un recorrido rápido para notar la presencia de gente de distintas generaciones y detenerse en cierto punto para ver cómo un padre con su hijo en los hombros, un señor y una señora de pelo cano y el tenista Nicolás Massú con su acompañante compartían el mismo y democrático par de metros cuadrados hacia el costado izquierdo del escenario. Una sola canción tocó el grupo de su primer disco, "Desiertos", la mejor instantánea para remontarse al día de 1989 en el que este mismo grupo estrenaba esa canción ante un puñado de asistentes más o menos new wave en la vieja Casa de la Constitición del barrio Bellavista. Veinticinco años después, La Ley está de regreso, está en su casa y ya hace música para la familia completa.
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