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Cómo ser mamá deportista en Chile y no rendirse en el intento

Antes del Mundial de Moscú, la garrochista rusa Yelena Isinbayeva anunció su retiro, porque quería tener un hijo. Hay, sin embargo, atletas femeninas que se las han ingeniado para compatibilizar la maternidad con el alto rendimiento, también en nuestro país. ¿Cómo lo hicieron? Con sacrificio, perseverancia, apoyo familiar y, como dice Caterin Bravo, "una buena dosis de locura y porfía". 

sábado, 28 de septiembre de 2013 / Alejandro Pérez R..

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Erika Olivera: "Una participación en Juegos Olímpicos por cada uno de mis hijos"

Erika Olivera es una de cuatro chilenos que han estado en cuatro Juegos Olímpicos. Y el 2016, en Río de Janeiro, quiere convertirse en la única con cinco participaciones en la máxima cita del deporte mundial: "Una por cada uno de mis hijos", dice ella.

La atleta nacional ha combinado prácticamente toda su carrera con la maternidad, y sólo se ha alejado de las pistas en la etapa final del embarazo. Con su primera hija, Eryka (hoy de 15 años), viajó a un campeonato cuando sólo tenía ocho meses, "porque todavía la estaba amamantando. Y el 2010 compitió en la Maratón de Santiago sólo tres meses después del nacimiento de la menor, Daria. "Eso sí fue una locura, porque adelanté todos los procesos para poder participar", confiesa.

Entre ambas niñas tuvo a Yunaira (11 años), Yoslainne (7) y Ethan (5).

"Para mí siempre ha sido un incentivo seguir compitiendo por mis hijos. Darles un ejemplo, dejarles un legado... Todo lo que he logrado es para ellos", dice Erika, quien cree -o más bien demostró- que la maternidad no es incompatible con el deporte de alto rendimiento.

"Es cansador, pero si te organizas bien se puede, aunque el apoyo de la familia es fundamental. Obviamente también se extraña mucho a los niños cuando tienes que viajar... Es sacrificado, pero insisto, no es imposible".

Sobre lo de un Juego Olímpico para cada uno de sus hijos, asegura que no es broma: "Estuve en Atlanta 1996, Sydney 2000, Atenas 2004 y Londres 2012. Ya podría tener cinco participaciones, pero no fui a Beijing en 2008 precisamente porque estaba embarazada de mi cuarto bebé. En Río de Janeiro espero cerrar el ciclo".

Yeny Contreras: "Volvía de torneos y mi hijo no me reconocía"

En 2010, cuando logró medalla de oro en los Juegos Odesur de Medellín en taekwondo, Yeny Contreras lloró, pero no de emoción, sino que de alivio. "Era la única forma de revalidar la beca Proddar, gracias a la cual puedo mantener a mi hijo", señaló en esa oportunidad.

Matías, hoy de 15 años, nació cuando ella tenía 18. "Hasta los seis meses oculté mi embarazo, y seguía entrenando como si nada. No me atrevía a contárselo a mis padres y tenía miedo de que me sacaran del Proddar. Era joven, recién estaba empezando a competir, y no sabía cómo funcionaban las cosas", recuerda.

Un mes después del nacimiento de su hijo, ya estaba compitiendo nuevamente: "Yo vivía de esa beca, y no podía parar. Viajaba a los torneos, él tenía ocho o nueve meses y cuando volvía, no me reconocía. Era absolutamente chocante".

Pese a eso, la posibilidad del retiro nunca se le pasó por la mente: "Imposible, porque ésta es mi fuente de ingresos. Tampoco tengo estudios, así que no era llegar y decir que me voy a dedicar a otra cosa".

En esas circunstancias estaba en la obligación de tener que revalidar los títulos logrados, como el de Medellín el 2010: "Si no lo hacía, perdía la beca. Ahora la situación no es tan así, pero en ese tiempo la presión era terrible".

Hoy, recordando el pasado, Yeny dice que "cuando fui mamá a los 18 años fue terrible, pero ahora digo que fue lo mejor que me pudo pasar, porque en este tiempo las deportistas que tienen hijos se retiran. Es decir, si no hubiera sido en ese momento, o no tenía hijos, o me habría tenido que retirar. De hecho, no descarto ser madre nuevamente, pero por lo mismo que digo, eso sí significaría poner fin a mi carrera"...

Paola Muñoz: "Tenía sentimiento de culpa por dejar a mi hija sola"

Paola Muñoz, la mejor ciclista chilena del momento, confiesa que cuando Javiera era más chica (hoy tiene siete años), cada vez que debía salir a competir al extranjero "me sentía una mala madre. Quedaba con sentimiento de culpa por dejar a mi hija sola, pero con el tiempo terminé asumiendo que los viajes son parte de mi trabajo".

Claro que eso, asegura, no habría sido posible sin el apoyo de la familia: "Siempre tuve el apoyo incondicional de mis padres, porque de lo contrario no habría podido seguir. Yo viajaba tranquila sabiendo que se quedaba con ellos, pero igual es complicado, sobre todo, al comienzo. Hoy ella ya tiene sus propios panoramas, e incluso va a una escuela de saltos ornamentales en el CAR. ¿Quién dice que no se dedicará también al deporte de alto rendimiento".

Para evitar las separaciones largas, a algunos campeonatos importantes Paola fue con su hija: "Me ha acompañado mucho. La llevé a los Panamericanos de Río de Janeiro el 2007 y a los de Guadalajara el 2011. También fueron mis padres, porque obviamente yo no podía estar pendiente de ella todo el tiempo".

Ahora que Javiera está más grande, dice que la situación con los viajes es más manejable: "Me preocupo de dejarle sus cosas bien organizadas y mi mamá es la que se encarga de que se cumplan al pie de la letra".

¿Es compatible la maternidad con el deporte de alto rendimiento?: "En mi caso lo ha sido, porque he sabido organizarme bien y porque he tenido la ayuda de mi familia. Ha sido un trabajo conjunto entre mis padres y yo. Si no, ninguna posibilidad".

Caterin Bravo: "Me salvó tener una 'santa suegra'"

"Siempre he pensado que los deportistas que practicamos estas disciplinas amateurs en Chile somos entre locos y porfiados. Aunque las cosas han mejorado, llevamos una vida precaria, y si eres mamá, mucho más difícil aún", dice Caterin Bravo.

La esgrimista tiene dos hijos, Pablo de ocho años, y Cristóbal, de tres. "Hubo un momento en que llevaba un ritmo de vida de locos... Estudiaba, trabajaba, criaba a mis niños y me dedicaba al deporte. Me ayudó el hecho de que mi marido también es deportista y entiende la situación, y que he tenido una santa suegra que me ayudó cuidándolos cuando tenía que trabajar o viajar. Pero los hijos necesitan a su mamá, y cuando tenía que viajar la separación era muy difícil, sobre todo para ellos. Me dolía mucho verlos sufrir".

Su última gira larga, lejos de Chile, fue para los Juegos Olímpicos de Londres el año pasado. "Llegué a estar tres meses afuera, pero hoy es distinto. Mi sicólogo y mi entrenador, saben que no puedo estar más de diez días lejos de mis hijos, y cuando hay un campeonato, voy y vuelvo. De hecho, este fin de semana es el Sudamericano de Rosario y todo el equipo viajó el jueves, pero yo no. Parto el sábado (hoy), compito el domingo y regreso de inmediato".

"El sacrificio -insiste- es grande, aunque hay un retorno por ser un poco más mediática. Para los Juegos Olímpicos mi hijo grande estaba todo orgulloso, porque un compañero había llevado una revista donde salía la mamá".

A propósito de Londres, tras la competencia Caterin dijo que lo más probable era que se retiraría. Y no sólo no lo hizo, sino que hoy es vicepresidenta del DAR Chile (agrupación de deportistas de alto rendimiento).

"Eso fue justamente una de las razones que me motivaron a continuar. Dejar un legado para que nuestros deportistas no pasen por las penurias que tuvimos que pasar nosotros. Sigo por eso y porque recibo el apoyo del Plan Olímpico y de la beca Proddar. De lo contrario, ya me habría retirado".

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