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No existe un manual; para ir a trabajar, hoy abundan las opciones que predican funcionalidad y estilo. La única condición es atreverse a apostar por un look jugado, pero ante todo, cómodo.

Por Bernardita Braun

Ir a la oficina ya no es una mera cuestión de rutina diaria. A la hora de trabajar, la imagen importa, y mucho. Y aunque la foto en el currículo sea cosa del pasado, la manera como uno se presente ante sus pares, clientes o superiores seguirá siendo vital.


Por eso, no da lo mismo lo que uno lleve puesto. Así, uno entiende que las mujeres dediquen gran parte de sus sueldos en renovar sus clósets y bastante tiempo semanal en dilucidar qué tenida usar para cada jornada.

Mal que mal, uno proyecta parte de lo que se es a través del look. Incluso hay veces en que el resto de los mortales puede adivinar nuestra profesión, con sólo mirarnos.
Y aunque nunca ha sido lo mismo trabajar en un estudio de abogados que en una agencia de publicidad, las cosas han cambiado para todas las mujeres: hoy día ya no existen reglas estrictas en la manera de vestirse para ir a la oficina. La consigna parece ser "siéntete cómoda contigo misma".
Queca Eluchans, representante de Adolfo Domínguez en Chile, está encantada con esta nueva realidad y confirma que la ejecutiva de hoy ha cambiado muchísimo su forma de vestir. "Si bien ésta sigue usando traje sastre en algunas ocasiones, hoy tiene una visión más moderna, que no necesariamente la hace ser menos formal". Según ella, las chilenas son más atrevidas, quieren verse a la moda, y, al mismo tiempo, renovadas.
Josefina Zuazola, relacionadora pública de Paula Cahen D´Anvers, comenta que hay un mayor interés no sólo en llevar la moda, sino que también el estilo y elegancia a los lugares de trabajo. Inmersa en un rubro totalmente femenino, afirma que hoy muchas apuestan por el color y mezcla de texturas que antes no se veían en las oficinas.

Asegura que "dependiendo de cómo se combinen las prendas, se logran looks más clásicos o más trendy" y aquí es donde tienen protagonismo los pantalones cigarette, chalecos y blazers, ideales, según ella "para armar un total look o usar por separado, combinándolo con jeans".
Para Josette Grand, asesora de imagen, este nuevo escenario se da porque la mujer ya no tiene que demostrarle a nadie que puede trabajar, y, además, hacerlo bien. "Por eso, ya no es necesario vestirse de una manera masculina para generar respeto. La mujer ya tiene su lugar en el mundo, y ahora sólo debe preocuparse de sacarle partido a su femineidad". Por eso siempre anima a sus clientas a atreverse y a salir de lo clásico. Para ir al trabajo, dice, todo vale: vestidos, polleras, pitillos, blusas estampadas y blazers de colores eléctricos… "con todo, uno puede verse elegante", afirma.

Y nada queda afuera; ni los accesorios, porque hoy en día hasta una cartera puede transformar un look para ir a la oficina.

Teresa Figueroa, gerenta de Marketing de Kipling, asegura que la chilena está en busca de un clóset más osado. Según ella, "las chilenas hemos aprendido a arriesgarnos cada vez más en el uso de colores y telas, y sabemos llevarlos con personalidad y estilo. Por lo mismo, esta marca innova, cada año, con una propuesta para la mujer urbana, con carteras, bolsos y billeteras que combinan materiales y mucho color.
Así lo confirma Benetton, una marca reconocida por sus colecciones explosivas. Para Claudia Kauak, dueña de la tienda en Alonso de Córdova, la propuesta para la oficina es cada vez más producida y osada, "con una infinidad de prendas que puedes llevar durante el día y que, agregándoles algún accesorio atractivo, pueden ser usadas perfectamente para un after office, una comida informal, sin necesidad de ir hasta la casa para cambiarse de ropa".
Queca Eluchans concuerda: "Las ejecutivas se cambian la chaqueta o abrigo, se ponen algún accesorio distinto y ya son otra".