No se confunda. A primera vista, es ropa de segunda mano. Y en cierta medida lo es, pero no cualquiera. Cuando se habla de vintage, hay que imaginarse modelos que tuvieron su esplendor en décadas pasadas, que marcaron una época, que gritan a los cuatro vientos calidad y que —en algunos casos— fueron creados por un grande del diseño. Su estética, sus telas, su cuidada y original confección, incluso su estilosa etiqueta… todo vuelve al presente con un valor extra, el mismo que escasea en mucha de la ropa actual, confeccionada en serie.
Cecilia de Sola, diseñadora de la marca Piamita, es una ferviente amante del vintage. "Su valor está en la pieza en sí misma: la costura, la exclusividad… y la idea es combinarlo con algo actual, porque nadie disfrutaría vistiendo sólo como en los 50".
Pero esto no es llegar y comprarse algo en la ropa usada. Para dar con un vintage de verdad, hay que tener buen ojo, pero sobre todo tiempo.
Para De Sola se trata de "un descubrimiento. Hay que tener ganas y la energía para saber buscar". Y el que persevera puede encontrar maravillas, como la mini tejida negra que ella encontró en E Bay y que es del diseñador tunecino Azzedine Alaïa.
Aunque Cecilia tuvo suerte, la marca per se no es lo prioritario. "Importa la pieza, el color, el corte, la calidad. Obvio que si encuentro algo de diseñador, esto le da un gran valor. Los pequeños tesoros no tienen que ver sólo con los high designers, porque siempre puedes encontrar joyitas de diseñadores desconocidos".
En ese sentido, Felipe Hirschberg, socio de la tienda "Artista del Hambre", sostiene que la marca asegura la calidad, pero no necesariamente el estilo. "Las prendas tienen un valor agregado porque son piezas discontinuadas que fueron íconos de una determinada época, entonces se inmortalizan en el tiempo". Contrario a la ropa usada, las prendas vintage aumentan su valor con el paso de los años. "El valor es que el tiempo haya pasado a favor de la ropa. Hay zapatos que se ven mucho mejor envejecidos", afirma Hirschberg.
En Chile el mercado recién comienza
La adquisición de una cartera blanca en Nueva York le abrió los ojos a Paula Edwards (paulaedw@gmail.com), productora de modas. Se asoció con Macarena González para abrir Vintage Bazaar, una tienda itinerante que realiza ventas cada cierto tiempo con objetos a consignación.
La dupla elige producto por producto para obtener prendas únicas "que nadie más va a tener". Ellas proveen su bazar de exclusividades que obtienen "de mujeres chilenas que renuevan sus clósets y que ya no quieren seguir acumulando más, pero que no quieren que esos artículos pierdan su valor".
Aseguran que la chilena es muy consumista: "hay más alternativas en los clósets de las mujeres chilenas que en las tiendas... Las mujeres aquí compran mucho y van dejando guardadas las prendas en sus clósets".
En Europa y Estados Unidos esta moda es toda una tendencia. Pero en Chile es un mercado que recién comienza. "Yo encontré acá una cartera Hermès, que es un modelo que ya no existe y que estaba nueva, aunque era de los años 70: ¡es una joya realmente!!", afirma Paula.
De hecho, las alternativas para adquirir prendas vintage en Chile no son muchas. Pero "en internet está todo". Eso sí, "hay que saber buscar, porque se pueden encontrar buenas prendas online como en Buffalo Exchange, en donde tienen ropa a consignación", comenta Hirschberg. Aunque el paraíso está en Ebay.