Butacas numeradas

Reportaje gráfico de Claudio Cortés 

"Aquí se ven películas", le dice Lorenzo a un cliente que pregunta por la cartelera. Y añade: "En los demás cines te dan la pega hecha, acá las películas te hacen pensar".

Contruído en la década de los '80, el cine "El Biógrafo" está enclavado en pleno barrio Lastarria. Para muchos es el corazón bohemio del vecindario, hoy inundado por bares, cafeterías y galerías de diseño. Con los años el recinto se ha ganado el prestigio de proyectar sólo filmes no comerciales: se especializaron en cine de autor, europeo o nortemericano-independiente. El modo en que funciona parece detenido en el tiempo, con butacas de terciopelo rojo, numeradas, y una antigua máquina proyectora.

Es Lorenzo quien vende los boletos, acomoda a los espectadores y -si no está Pedro, su compañero de labores- también echa a correr las cintas.

No venden cabritas, los asientos no tienen posavasos. A "El Biógrafo" acuden quienes disfrutan del ritual de ir al cine... sin distracciones de otro tipo.