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Enrique Bunbury: "No me parece mejor The Rolling Stones que Víctor Jara"

"Pido respeto para todos los géneros, porque escribir una buena ranchera o un buen rockanrol es tan difícil y hermoso como una ópera de Verdi". El ex Héroes del silencio vuelve a Chile en abril, con "Palosanto"... a provocar esa devoción que bien conoce.

por:  Constanza León A./La Segunda
viernes, 08 de noviembre de 2013

El disco "Palosanto" acaba de llegar a las tiendas en Chile.


Enrique Bunbury se recluye en su casa de Los Angeles, EE.UU., donde reside hace 4 años, en pleno lanzamiento de su nuevo disco: "Palosanto". Lee, escucha música, ve documentales y dedica el mayor tiempo a su familia.

"Un hijo de la anarquía", como titula la última edición de "Rolling Stone" España, que lo lleva en portada.

Muy amigo de las entrevistas no es, pero es amable y contesta siempre vía email. "No hay de qué. Un placer, de verdad", dice a "La Segunda".

Se demoró casi tres años en hacer este disco, desde que terminara una extensa y agotadora gira de 80 conciertos con "Licenciado Cantinas" (2011). Y entró directo a los primeros lugares en España y Latinoamérica y #5 en Top Latin Pop de US Billboard.

Ya tiene fecha para volver a Chile: El 8 de abril de 2014, en el Teatro Caupolicán.

"Es importante tener algo que decir. Puedo hacer canciones, que no estén conectadas entre sí. Bonitas melodías. Pero no es suficiente. Los textos tienen que aportar. Y el disco tiene que ofrecer una propuesta sónica distinta y diferencial. Es lo que más me costó".

-Confesaste que te robaron el disco que ya tenías listo. Ha de ser como que te despojaran de un pedazo de ti. ¿Reconstruiste a partir de la memoria?

-Lo pasé muy mal durante una temporada. Fue, efectivamente, como si me hubieran robado un año y medio de mi vida. En un momento, empecé a verlo como una oportunidad que se me brindaba para realizar este acto doblemente creativo. Había escrito y compuesto algunas canciones y ahora tenía la oportunidad de reimaginarlas a través de la memoria. Volví a esas canciones y, creo, las mejoré. Y algunas las olvidé definitivamente, porque, con perspectiva, supe darles o quitarles el valor. A partir de ahí, seguí escribiendo, pero con las ideas mucho más claras.

-El primer golpe de "Palosanto" es de una fuerte crítica social. ¿De los movimientos en Chile también?

-Claro. Mientras escribía vi cómo simultáneamente y en todo el mundo se sucedían movimientos, y manifestaciones de hartazgo y desencanto. La primavera árabe en Egipto y Túnez, el 15-M en España, Occupy Wall Street en USA, el movimiento estudiantil en Chile, Yo Soy 132 en México... Es una reflexión en torno a esta necesidad y urgencia del cambio. Primero la ilusión y la esperanza. Después, como el sarcasmo, la ironía y el escepticismo eran utilizados como arma para frenar el movimiento. Y, por último, cómo muchos comenzaban a pensar, que la única forma de que una revolución tenga éxito es a través de la violencia y el derramamiento de sangre.

-La segunda parte busca el cambio en el núcleo más íntimo, tu pareja, tu entorno, tu familia, tus amigos... Y finalmente, la conclusión de que el único cambio verdadero y posible es el que debes realizar de dentro hacia afuera.

-"Hijo de Cortés" dice: "No confundas pueblo y soberano/igual que un chileno o un peruano/no tiene por qué ser hermano/de Fujimori o Pinochet". ¿Tienes particular interés por la política latinoamericana?

-No me interesa la política. Es aburrida y la considero un espejismo y una distracción. Los políticos obedecen a intereses superiores que poco tienen que ver con el sufrimiento y dificultades del pueblo. Por eso recalco. Si vas a juzgarme a mí o a mis compatriotas, o yo lo voy a hacer con un ruso o un gringo, que jamás sea por mí o su gobierno. Ni soy hijo de Cortés, ni de Rajoy. Ni un gringo de Bush o de Obama. No tenemos los gobernantes que merecemos. Merecemos, todos, algo mejor.

"Chile ya es un imprescindible"

Bunbury hizo un disco en vivo en Buenos Aires ("Gran Rex"), tras el rescate de esas joyas latinoamericanas que hizo suyas en "Licenciado Cantinas". "Mi romance con Latinoamérica es estrecho y eterno. El cariño recibido es mayor aún en mí hacia esta tierra que tanto me dio y me ofrece cada día. Amo sus culturas, sus gentes, sus músicas y sus paisajes", explica.

Este es su decimocuarto álbum de estudio: Cuatro con Héroes del Silencio, ocho en solitario, uno con Nacho Vegas y otro con Bushido. "Es uno de transición", como dice él. De vocación universal, por lo que incorporó un trío gospel, una orquesta sinfónica y un experto en síntesis de sonidos. "Quiero que mi paleta de colores sea acorde a los sentimientos que quiero reflejar. Este disco tenía algo místico y espiritual, necesitaba del alma del gospel. Y la orquesta subrayó los momentos de emoción. También quería que fuera moderno, que sonara a 2013".

Esta gira será más corta, de 50 shows. " Por motivos personales, no podré estar tanto tiempo en la carretera. Seguro que con el próximo disco haremos una gira más extensa. Amo estar encima de un escenario".

Y siempre en su propia reinvención. "Sigo en una búsqueda constante hacia un disco que no sé si llegará o sabré hacer. No miro demasiado hacia atrás. Y pienso que cualquier tiempo futuro, siempre, será mucho mejor".

Sabe que genera idolatrías, pero no ostenta. " Me siento muy querido tanto en América como en España. Y, por ello, no puedo más que estar agradecido".

-"Me gustaría hacer discos para todos los públicos, pero me salen éstos". Es gracioso, ¿hablas en serio?

-Totalmente. Muchos de mis compañeros de profesión padecen el síndrome de la alternatividad, y creen que gustar a un grupo reducido de eruditos es moralmente superior a gustar a la cajera del supermercado o, sobre todo, a muchos. No es mi caso. Soy consciente de que Thom Yorke, Pearl Jam, Alejandro Sanz y yo, hacemos música popular y lo idóneo es que nuestras canciones las canten. Ese es mi objetivo. Como decía José Alfredo Jiménez en "Hijo del pueblo": "Yo compongo mis canciones, pa´que el pueblo me las cante". Tenemos que escribir material digno y emocionante.

-En Chile el amor ha sido esquivo. Pero ha cambiado desde ese accidentado debut con Iron Maiden el 96, hasta tu último y aclamado show en el Teatro Oriente (2012).

-Yo sólo recuerdo ya lo bien que me está yendo en los últimos años, cada vez que visito Santiago. El público es conocedor, inteligente y muy amable conmigo. Chile ya es un país imprescindible en mis giras.

-Has declarado que no existen géneros mayores y menores en la música. ¿Sigues pensando así?

-Totalmente. No me parece mejor Mozart que Goyeneche, ni The Rolling Stones que Víctor Jara. Pido respeto para todos los géneros, porque escribir un buen tango o una buena ranchera o un buen rockanrol es tan difícil y hermoso como una ópera de Verdi.

-En el escenario lo tuyo es una performance que no suelta jamás al público. Afectación y desgarro.

-Me gusta la interpretación. Me gusta que el público disfrute y sienta. Provengo de una tradición musical en la que el show es importante.

-Y a propósito de alguna de tus nuevas canciones, ¿qué errores son los que ya no vuelves a cometer?

-Buff. Tantos. ¡¡¡Espero acertar alguna vez!!!!

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