“La vida doble”, la nueva novela de Arturo Fontaine T., apareció primero en España. Acaba de salir a librerías en Chile.
“¿Pudieron las cosas ocurrir de otra manera? (...) ¿No es el azar el nombre que damos a la causa que desconocemos?”.
Es lo que se pregunta ¿Lorena? (nunca sabemos en realidad cómo se llama) cuando comienza su relato al periodista que ha ido a Suecia a conseguir su testimonio. Una enfermedad cruel (la crueldad es parte de su vida) la tiene en la última etapa de su existencia, cuando siente que “recién ahora, por fin, estoy lista para empezar a vivir”.
Con “LA VIDA DOBLE”, Arturo Fontaine T. ha conseguido plasmar, como nadie antes —ni en el cine, ni en la literatura, ni en el teatro—, de manera lúcida, entrañable y convincente nuestra compleja y difícil historia reciente. Se trata de una novela destinada a perdurar (si los dioses y el mercado no deciden otra cosa) aquí y también más allá de nuestras fronteras. Porque si bien da con la clave precisa para develar con sensibilidad e inteligencia nuestro pasado reciente, trasciende el momento que describe. Porque, en cualquier circunstancia y lugar, ¿qué ser humano no se ha sentido “tentado a convertir mis caprichos y azares y pequeñeces en destino y salvación”, como afirma esta mujer chilena?
Desde una primera persona que funciona también desde una segunda voz (su relato al periodista), el personaje principal va recordando su vida, tan azarosa como la de su patria, desde aquellos inverosímiles años ’70. Ella, su alma y su cuerpo, se constituyen en el Chile de su época.
Mucho más que la exploración del horror, más allá de dejar en evidencia el poder del miedo (amor y miedo, motores del ser: “si nadie me ama, que al menos alguien me tema”), la narración emerge como la historia de cualquier vida, vista como consecuencia de nuestras decisiones, y de qué tanto —o tan poco— juega el azar en ellas; qué tan irreversibles son nuestros errores y si existe o no la redención (la desesperanza, el infierno del Dante). ¿O acaso a todo el mundo no le toma “toda una vida para aprender a vivir”, como admite ella?
Lorena (como muchas y muchos, repetimos) ha jugado a cruzar la línea, actitud muy adolescente —propia de muchos nada de adolescentes— que conduce a cualquier parte. Sus opciones y decisiones son como aquellas que —con más o menos conciencia, con mayor o menor madurez, por casualidad o pensadamente— estamos permanentemente tomando en el curso de nuestras vidas... Lo que concluye, rebasa las trágicas circunstancias del personaje.
El autor se percibe seguro en su prosa y se permite reflexiones en clave metaliteraria (casi a modo de advertencia), sin que se vea afectado ni en un tris el nervio del relato. “Tú debes decirle a tu lector: usted está leyendo una novela, esto es mentira pura. (...). Y sigues contando a partir de ahí y lo haces de tal manera, con tanta magia, que él se te entrega y colabora”. (...) “Esto eres si es que eres escritor: un engañador que desengaña para engañar una vez más”.
“LA VIDA DOBLE” es el círculo virtuoso que se produce entre lo hay que dentro de la mente de un autor que piensa (que tiene metodología, formación filosófica, conocimientos) y aquella información que recoge y procesa (la que detalla prácticamente como bibliografía en las dos últimas páginas). Si a eso se le agrega capacidad narrativa y mucha disciplina y valentía para botar lo que hay que botar, tenemos una novela madura, sin baches, actual y universal. Con la distancia precisa (el tema es de tal violencia, que exige distancia) y la proximidad exacta; con crudeza, pero despojada de lo inenarrable; perturbadora, nunca esperpéntica.
Imprescindible.