por:  La Segunda

lunes, 15 de abril de 2024

El suspenso en torno a la mesa de la Cámara terminará hoy. Pasadas las 17 horas (salvo algún cambio) la sala escogerá una nueva testera, a partir de una votación que tendrá “final fotográfico”. 

En el resultado serán protagonistas los legisladores de centro, quienes -a pesar de su número (16 sobre un total de 155)- terminarán inclinando la balanza en favor del oficialismo o la oposición.

Los diputados del llamado “centro” se dividen en dos grupos (ver red). El primero de ellos lo integran los 5 parlamentarios DC. El partido no pertenece al Gobierno, pero se define como de centroizquierda, tiene un acuerdo electoral con el oficialismo y hoy apoyará la fórmula que el sector levante para la mesa. 

Los otros 11 diputados, en cambio, conforman un grupo más diverso, pero están organizados en un mismo comité. La mayoría (6) es de Demócratas, el partido que le arrebató la testera del Senado al oficialismo en alianza con la derecha. Y que hoy intentará replicar el triunfo en la Cámara, siguiendo el mismo plan. Los demás corresponden al remanente de la diezmada bancada PDG (2 diputados); a un parlamentario de Amarillos; y a dos independientes, ambos exPDG (uno de ellos, Rubén Oyarzo, renunció hace apenas unos días al partido).

De los 11 diputados de este comité, 4 son exDC: Andrés Jouannett (Amarillos) y los Demócratas Joanna Pérez, Miguel Calisto y Jorge Saffirio. Los tres últimos dejaron la Falange tras el quiebre por el plebiscito de 2022.

En este comité sostienen que pese a las diferencias doctrinarias y de estilo entre sus integrantes -notorias entre Demócratas y PDG- han logrado “articularse”, más allá de los aspectos administrativos. Rasgo que, esperan, se mantenga hoy, considerando que Karen Medina (PDG) ha sido tentada por el oficialismo para postular a la presidencia de la Cámara, compitiéndole a Joanna Pérez (D).

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Los DC se definen como de centroizquierda y se sienten más cerca del Socialismo Democrático. Algunos, incluso, anhelan rearticular el histórico eje con el PS.

En el otro comité -Demócratas, PDG, Amarillos e independientes-, en cambio, se autoproclaman “de centro” a secas. Y en particular, los Demócratas niegan que sus entendimientos con la derecha los sitúen en dicho sector. Al contrario, creen que sus colegas DC se izquierdizaron con sus acuerdos electorales (PC incluido).

Como sea, los 16 diputados de centro saben que pese a representar apenas el 10% del hemiciclo tienen votos “dirimentes”, tal como se verá en la elección de hoy. Y que, por lo mismo, las bancadas de izquierda y derecha los necesitan.

Esa “clavija”, aseguran, la usan para “tironear” votaciones clave hacia el centro. Lo que, dependiendo del caso, puede implicar ir a favor o en contra del Gobierno y de las bancadas mayoritarias.

 Desde el entorno de los diputados DC advierten que al actuar así logran que algunos proyectos complejos avancen. De modo que el Ejecutivo (y el oficialismo) muestren logros y disminuya el riesgo de que el próximo Gobierno sea de derecha.

En el otro comité de centro subrayan que sus diputados son efectivamente un “fiel de la balanza”. Al punto de que, sin ser oficialistas, votan en ocasiones “junto al Gobierno”. Como cuando aprobaron la idea de legislar la reforma de pensiones y permitieron que -al menos- la “cáscara” del proyecto pasara al Senado. Pero que en otras ocasiones lo hacen en contra del Ejecutivo, como sucedió cuando varios rechazaron la reforma tributaria.

Más allá de casos puntuales, los legisladores del sector insisten en que su papel es “generar acuerdos”. Y en que la elección de hoy no cambiará su itinerario. Porque lo ven como el camino para perfilarse como “alternativa de Gobierno” y no ser un mero vagón de cola de otros sectores.

Así, incluso si Demócratas y la derecha ganaran hoy, los diputados del sector descartan que puedan usar esa mayoría para “negarle la sal y el agua” al Ejecutivo en sus reformas o apoyar con ligereza eventuales acusaciones constitucionales contra ministros, lo que hasta ahora han rechazado los diputados de Demócratas. Actuar de otro modo, dicen, implicaría “ser absorbidos por la derecha”, dejar la “moderación” y hasta “desaparecer”.