Insulza defiende permanencia de Eyzaguirre: "No hay nadie indispensable, pero sería ¡malísimo! que saliera".
Vino a acompañar a Camilo Escalona en el lanzamiento de su libro "Duro de Matar" -al que no llegó la directiva PS- y dice que no encontró muy distinto el ambiente en el Gobierno y en la Nueva Mayoría (NM). "Me alegré mucho con el acuerdo de la reforma tributaria y ojalá se aclaren bien los temas de la educacional y se pueda sacar adelante luego", cuenta. Punto en el que el secretario general de la OEA y ex ministro del Interior pide ordenar las prioridades, por mucho que defienda a rajatabla a su amigo, el ministro Nicolás Eyzaguirre.
"Son cosas puramente abstractas", dice sobre los choques oficialistas en cuanto a negociar con la oposición o imponer la mayoría: "Si se puede lograr acuerdos, fantástico; y si no, se dirime como en democracia. Pero siempre, dice, "es mejor lograr acuerdos que cuenten con una mayoría muy grande". Y pone como ejemplo la nacionalización del cobre, "una decisión política que perdura en los últimos cuarenta años. Ni siquiera los que después derrocaron a Allende se opusieron. Es un logro estable de Chile, a mí me gusta eso. Me gusta ver las coincidencias".
-¿Es comprensible que algunos sectores del oficialismo reclamen que, pese a las mayorías, ahora poco menos que tengan que claudicar en puntos del programa?
-No se trata de claudicar. Yo no claudicaría en la calidad de la enseñanza, la universalidad de la educación, cómo elevar el nivel de la educación pública, o en que no sean instituciones de lucro.
-¿Qué piensa de los "matices" DC?
-La Nueva Mayoría es plural. Todos tienen los mismos derechos de concitar acuerdo del resto, pero hay temas valóricos en los que tal vez nunca legislemos juntos.
-También está en cuestión el orden en el Gobierno y la NM.
-Este gobierno ha partido con varios proyectos fuertes pero que lógicamente provocan discusión. La Presidenta y el jefe de gabinete han hecho bien en buscar la mejor armonía y avance, pero eso nunca resulta exactamente como uno quiere. No veo ninguna crisis; habrá que cuidar algunas declaraciones, explicar cuál es el orden de las cosas, pero estamos en buen tiempo para cumplir con las reformas tributaria y educacional.
-Los líderes de los partidos han estado en una guerra de declaraciones.
-Es imposible evitar las declaraciones, el que no está en los diarios, no existe. A lo mejor es posible evitar más declaraciones excesivas de los ministros, pero de los parlamentarios, más complicado. Para eso es importante el orden dentro del Gobierno y una buena relación con las jefaturas de los partidos. Creo que se va a lograr; es cuestión de tiempo.
-Edmundo Pérez Yoma dijo que las decisiones se toman a la inversa que en la Concertación, y que en la NM falta trabajo prelegislativo.
-Sí. Pero muchas veces los proyectos de ley fueron al Congreso sin ser discutidos suficientemente con los partidos. Pagábamos consecuencias, pero se compensaba con sacarlos rápido. Un proyecto puede ir con una explicación razonable a los parlamentarios de gobierno, pero las decisiones se toman en el Congreso.
-Él planteó volver al sistema anterior.
-No hay que idealizarlo. El sistema anterior suponía consulta con los parlamentarios antes de que saliera un proyecto, pero tampoco iba prelegislado. Los famosos acuerdos del 2003 por la modernización del Estado que hicimos con Longueira sí eran prelegislados. Recuerdo haber entrado con él a una reunión diciéndole que esperaba que todos estuvieran de acuerdo, porque si un partido se bajaba, se comenzaban a bajar todos; y no se bajó ninguno. Eso era un momento muy fundamental, fue un gran ejercicio. Pero por lo general la prelegislación no funciona.
-Había menos "discolaje".
-No hay ni buenos, ni malos negociadores. Nada reemplaza la voluntad de ponerse de acuerdo. El gran problema aquí es que estemos de acuerdo en los temas centrales de la reforma que queremos. Eso existe en la medida que respetemos cosas que para algunos son fundamentales: La enseñanza religiosa para la DC no es transable. Se llama partido "demócrata cristiano" y no espero que haga algo distinto. Soy partidario de la educación pública laica, pero no estoy por obligar a todos los chilenos a esa educación.
-Eyzaguirre era uno de los ministros más poderosos en el gabinete de Lagos. ¿Cómo lo ve ahora?
-En el Gobierno no existe ningún trabajo más difícil que ser ministro de Educación. Más que del Interior, que a veces es ingrato e incierto por los temas de orden público. Solidarizo completamente con él. A lo mejor no ha dicho todos los días exactamente lo que había que decir, pero no conozco a otro que lo hubiera hecho mejor. Se metió de cabeza y con mucha entereza en el cargo más difícil.
-Su amigo se sinceró en Icare: "Más allá de mi diplomacia, júzguenme por los hechos", dijo Eyzaguirre.
-Si se trataba de poner la reforma en el centro del debate político, lo logró. El es espontáneo, dice las cosas con mucha fuerza y convicción, pero también piensa mucho mientras está hablando.
-¿Pensamiento hablado?
-Pensamiento en acción, hablado. Pero sigue empeñado en las líneas fundamentales. Ahora, hay muchos temas juntos y una buena idea es que exista algún documento central que diga exactamente qué cosas vamos a hacer, y en qué orden.
-¿Hay un problema de diseño político y no comunicacional?
-Hay un tema de fondo, de diseño político. Todas las piezas están puestas, y falta en qué orden se las pone.
-El orden de las prioridades ha sido criticado.
-Sí. No sé a qué obedeció el orden adoptado y no sé si pueda variar. Lo importante es que estemos de acuerdo dónde queremos llegar, y que lo hagamos de la manera más amplia posible y rápido, Las cosas que quedan varios años en el Congreso no funcionan.
-¿Qué alternativa prefiere?
-Si uno quiere desmunicipalizar tiene que partir diciendo cómo se va a fortalecer la educación pública. Hay encuestas que muestran que los padres cuando les preguntan por qué prefieren la enseñanza privada, no dicen "porque enseñan mejor"; quieren que sus hijos vayan a clases todos los días en una escuela limpia, con buenos baños, sin bullying. El diseño tiene que ser bastante claro y aterrizado e ir a los problemas concretos. Si hay padres que temen mandar a sus hijos a una escuela pública, entonces hay que mejorar la escuela pública. Es difícil un diseño que no considere eso en una primera etapa: El mejoramiento de la enseñanza pública es fundamental para el diseño del Gobierno.
-Usted afirmó que hay temas valóricos en que quizás nunca legislen juntos en la Nueva Mayoría. ¿Ve ese riesgo en la reforma educacional?
-No hay riesgo de que los principales aspectos de la reforma no se logren a medida que vayamos introduciendo ritmo y conociendo las prioridades, algunas primero y otras después. Probablemente los temas de fortalecimiento de la educación pública deberían ser la principal prioridad. Es decisión de la Presidenta.
-¿La suerte de la reforma está atada a Eyzaguirre o puede seguir sin él?
-Yo apoyo al ministro y lo único que quiero es que se quede. Si me pregunta si hay alguien indispensable en este mundo, no. No hay nadie indispensable. "Los cementerios están llenos de gente indispensable", dijo De Gaulle. Ahora, sería ¡malísimo! que Eyzaguirre saliera.
-¿Por qué sería malísimo?
-Porque, con todo, hemos avanzado en un debate importante. Están todos los temas. Ahora es el momento de ordenarlos.
-Ud. cuando era ministro, ¿intervenía otras carteras, como Peñailillo?
-No sé si haya intervenido, pero sí llamaba a los ministros para decirles "veamos este problema, viejito", y me llamaban y me preguntaban. Eso es normal. El ministro del Interior no es el primer ministro, pero es el ministro primero. Es una personalidad política en el gabinete, el Vicepresidente; con él la Presidenta o Presidente consulta gran parte de las grandes decisiones políticas. Pero eso no quiere decir que ande mandando a los ministros. La Presidenta hizo muy bien en nombrar a la persona en que más confianza tenía y tiene. Es obligación del ministro del Interior saber lo que está pasando.
-¿Puede sostenerse sólo por la lealtad con Bachelet? ¿O ya se validó?
-Ha jugado su papel, ha hecho bien y de manera expedita las cosas, ha ordenado, como corresponde. Va a ir adquiriendo más conocimiento de los interlocutores, y ganándose la confianza de la gente. Partió con lo que era indispensable: la confianza de la Presidenta, pero muy poco conocido por el resto. Se ha ido haciendo conocido y apreciado.
-Carlos Figueroa dijo que debe cuidarse de la relación con sus colegas.
-Sí, eso siempre es un riesgo. Pero se sortea si uno consulta con sus colegas. Nosotros teníamos unas reuniones bien entretenidas de ministros, sin el Presidente, cada uno decía lo que le parecía.
-¿Ve otro factor de riesgo para él?
-Esta es una opinión, no una propuesta: la seguridad pública debería estar en otro lado. Siempre fui partidario de unir Justicia y Seguridad Pública; y Presidencia con Interior. El ministro Segpres tiene la agenda legislativa, el seguimiento de la tarea diaria y la imagen del gobierno, y la dirección jurídica, cuatro funciones propias de un jefe de gabinete. Para eso, la seguridad pública debe estar en otra parte, pero no cuestiono lo que hay ahora.
-¿Qué piensa de los brotes de anarquismo y las bombas?
-Hay que tener mucho ojo. Y me parecen muy bien las medidas que el ministro ha tomado. Si hay que aplicar Ley Antiterrorista, adelante. Uno no está en contra de la Ley Antiterrorista en sí, sino en contra de que la hayamos aplicado a conflictos sociales a los que se les podía aplicar otra legislación. La Ley Antiterrorista en La Araucanía ha sido contraproducente.
-¿Su relación con Venezuela ha sido una piedra en el zapato?
-No. En la OEA es posible actuar cuando todos los países están de acuerdo; cuando no, no es por decisión de la secretaría general. Fui el primero en decir que era necesario un diálogo con todos y entre venezolanos. La OEA estaba disponible para enviar una comisión. Los países no querían y decidieron hacerlo con Unasur.
-La oposición venezolana lo critica.
-La única respuesta es la coherencia. El gobierno venezolano estaba feliz cuando dije que si el tribunal electoral reconocía la victoria de Maduro, a la OEA le tocaba reconocerla, otros estaban indignados. Cuando dije lo mismo ante la elección de Calderón en México, la izquierda estaba enfurecida. Todos quisieran que uno les encontrara la razón todas las veces.
-¿Eso pasa con Venezuela?
-Por cierto. Al Gobierno le va a parecer pésimo que diga que tienen que hacerle concesiones a la oposición si quieren seguir el diálogo. Es ser consecuente.
-Alguna autocrítica hará.
-No tengo arrepentimiento respecto de nada, pero sí lamento mucho, por ejemplo, que el Consejo Permanente se haya negado a discutir el tema de Venezuela.