Política
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Eugenio Tironi: "La política renunció a su esencia , que es la transacción, el acomodo"

El sociólogo emprende contra los economistas que desplazaron a los políticos y llama a reivindicar el honor de los acuerdos para el avance del país. Aún cuando se hagan en el baño.  

por:  Rebeca Araya Basualto
sábado, 26 de julio de 2014
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La tesis que ahora promueve Eugenio Tironi -libro mediante- es que la culpa del desprestigio de la política y de la empresa recae en el excesivo protagonismo que se ha entregado a los llamados "expertos". En particular, a los economistas.

Que tanta vitrina para ellos ha ido en desmedro de la política, en cuyo ejercicio emergen las pasiones que -cita a Freud- "son la esencia de la vida".

- Justo ahora, la reforma educacional la lidera un economista. Considerados sus planteamientos recién publicados, ¿qué opina?

-(Sonríe algo incómodo) Hay dos posibles respuestas. Una es que se designó a una persona que fue ministro, tiene una trayectoria política importante, estuvo a cargo de negociaciones relevantes, etc. Desde esa lógica -independientemente de su formación disciplinar- cuenta con redes, prestigio y tiene la envergadura para ponerse al frente de esta reforma.

-¿La otra respuesta posible?

-Es que seguimos presos de la noción de que las leyes económicas y el razonamiento, intereses e incentivos económicos son los que explican y determinan las conductas de las personas. Esa visión tiene una larga historia, que va desde el marxismo a los Chicago boys .

-A la luz de los resultados, ¿diría que esa opción era la más adecuada?

-No. Y no me refiero al ministro... Déjame ser políticamente correcto (toma agua): lo que estimo inadecuado es enfocar y justificar la reforma educacional desde una perspectiva económica. Habría esperado que el ministro hubiese contenido sus ímpetus de economista y hubiese desplegado mejor sus talentos de animal político. No sólo él. Una parte de los intelectuales que están tras la reforma, están en la misma línea. Hay quienes sostienen, por ejemplo, que el problema de Mariana Aylwin o de Brunner, ambos expertos en educación, es que no saben economía.

-Siguiendo ese razonamiento, ¿qué rol cabría al ministro de Hacienda en el gabinete ante esta reforma?

-Parece razonable que una reforma tan importante surja del diálogo entre expertos en educación y economía. Es la historia de las decisiones que conozco en los gobiernos democráticos. Basta remontarnos a la famosa negociación entre Alejandro Foxley y Ricardo Lagos en torno al mismo tema, siendo Lagos básicamente un abogado y académico. El ministro -en una situación de la cual aún puede reponerse- está demasiado prisionero de la matriz economicista. Una forma unilateral, simplista, unicausal de ver el mundo que no sirve ante sistemas tan complejos como la educación.

Problemas en la cocina

-¿Detecta un error de la Presidenta en la formación de su gabinete?

-Creo que ha acertado bastante en esa materia.

-El gabinete debe alcanzar dos grandes metas: reforma educacional, que tambalea, y reforma tributaria, que si bien logra el acuerdo requerido, lo hace de una forma que reaviva las desconfianzas mencionadas en su libro. ¿Cuál es el acierto?

-La tributaria debería quedar en el récord de Guiness como un caso de reforma estructural rápida y exitosa. Las revoluciones se arman básicamente cuando se cambian las estructuras tributarias. Junto con la educación, son los temas más delicados. Bachelet comprometió intervenir ambas áreas bajo tres condiciones: reunir la cantidad de plata necesaria, tener efecto redistributivo y ser rápido, pues quiere la plata para el próximo año. Lanzó su proyecto de modo sumamente audaz y de forma muy ruda...

- Y la oposición puso el grito en el cielo.

-Lo cual se dialogó en el lugar que corresponde, el Senado. En una experiencia inédita, desfilaron durante un mes por la Comisión de hacienda distintos actores...

- Pero el tema termina cuando se alcanzan acuerdos en alguna cocina.

-Me parece muy injusto destacar ese hecho. El diálogo terminó en la firma de un acuerdo en el Congreso. Si para ese logro pasó por la cocina, el baño y otros lugares, fue hecho por los senadores y a ellos les pagamos para que ponderen hechos y tomen decisiones.

-Pero hay parlamentarios a los que les pagamos y que no fueron invitados a participar del proceso como, por ejemplo, el PC.

-Son partidos que tienen la mala suerte de no tener miembros en la Comisión de Hacienda, porque no tienen senadores.

-Si se pueden hacer acuerdos en la cocina, ¿por qué no se puede consultar a los aliados políticos en el proceso?

-De acuerdo. Las formas importan y esto se pudo hacer mejor. Temas como el de la cocina son particularmente irritantes y desgraciados. Pero me irrita también que, en muchos casos, lo que se objeta no es lo concordado, sino el lugar en que se hizo. Cierto, hablamos de la conducta de una élite. Pero admitamos que ese método es un poquito mejor que como se hacía antes.

-¿Se refiere a la dictadura?

-Sí. (Levanta la voz, irritado) Para muchos hoy es más criticable el sistema de los 90, que efectivamente da cuenta del actuar de una élite muy fuerte no sólo en la política, sino en los medios de comunicación, intelectuales, artistas, sindicalistas y organizaciones sociales gestadas durante la dictadura. Efectivamente, esas élites ejercieron un control altísimo sobre el gobierno y la sociedad, como siempre ocurre tras las grandes catástrofes. Para muchos eso parece más condenable que la propia dictadura.

-¿Será porque la dictadura fue impuesta y la democracia y sus representantes fueron elegidos?

-¡Pero si no fue elegida! ¡Para estos efectos no fue elegida! El plebiscito fue toda una transacción ¡Perdóname! Fue una transacción que se hizo con Pinochet. Yo creo que hay sectores que tienen problemas con su identidad. Para las personas que hablan de transar sin parar, esto partió en los 80 y se desarrolló en los 90... la opción opuesta sería avanzar sin transar.

Políticos o voceros del olimpo

-Fue dirigente de un partido clandestino. ¿Qué pasó con los partidos?

-Hasta los 90 fueron muy fuertes y luego tuvieron un declive vertiginoso. Algunos enfatizan factores institucionales tales como la Constitución, el binominal y todo eso. Es cierto, pero hay cuestiones de fondo y tienen que ver con que la política renunció a su propia esencia, que es la transacción, el acomodo, la continuidad. Los políticos cedieron el poder a los técnicos, particularmente los economistas, y se convirtieron prácticamente en meros voceros o lubricadores de las decisiones que venían de este Olimpo de expertos.

-Ud. señala que el cambio constitucional no es la "bala de plata" en el actual proceso.

-Pero es importante y me gusta porque puede ser un momento de componenda. La Constitución que hoy tenemos ha sido fruto de muchas componendas, la de Lagos y otras. Y si hoy es mejor partir de cero, a partir de la experiencia que todos tenemos, ¡partimos! De lo que sospecho es de esta fe que los propios economistas tienen respecto a las instituciones. Esta idea de que todo se arregla con leyes, con normas. Yo diría a todos, en especial a las élites, que prestemos más atención a lo que hacemos. Que por favor no usen para justificar sus planteamientos informes de la OECD, o lo que ocurrió en Holanda o no sé dónde. Tomemos lo que hacemos cada uno de nosotros, lo que hacemos en la familia...

-¿Cómo se hace escuchar la gente que no pertenece a las élites si Ud. señala que los partidos hoy son espacios de participación social irrelevantes?

-Ya lo estamos haciendo. Las familias que quieren educación de sus hijos salen a las calles. ¡No somos todos una tropa de imbéciles! Saldrán quienes están a favor o en contra del aborto, salieron los estudiantes, las redes sociales son súper potentes y los políticos súper sensibles a ellas. Una de las razones por las cuales los partidos viven esta decadencia es que hoy hay muchos sustitutos para ejercer influencia, distintos a los partidos.

 "Frase ingeniosa, pero injusta"

-El historiador Alfredo Jocelyn-Holt dice que en los 90 se pasó del eslogan "Avanzar sin transar" a "Transar sin parar".

-Que le vaya a decir eso a cualquier familia chilena que salió de la pobreza, no tiene hijos desaparecidos y vio cómo se conmemoraron los 40 años del golpe. La frase es ingeniosa pero injusta, miserable. Se transó "con" avanzar. No quiero usar indicadores económicos porque son obvios.

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