Política
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Armando Loayza, ex ministro de RR.EE. de Bolivia: "El gobierno del Presidente Evo Morales estuvo asesorado por un grupo muy radical"

"Hay varios procesos de negociación donde Bolivia tuvo una responsabilidad muy alta en que hubiera estrechos resultados (...) tenemos que ser un poco más autocríticos", señala el ex diplomático, quien asegura que Morales "se vio constreñido a demandar".

por:  Phillip Durán
viernes, 11 de julio de 2014

Aunque dejó su cargo de ex canciller de Bolivia en enero de 2006, Armando Loayza Mariaca revisa todos los días la prensa chilena. Como ministro del ex Presidente Eduardo Rodríguez Veltzé, Loayza tuvo como principal tarea recomponer los tensos lazos que había dejado el ex Mandatario Carlos Mesa con el gobierno de Ricardo Lagos. Así, avanzó en una agenda «sin exclusiones», que meses después -cuando ya estaban en el poder Michelle Bachelet y Evo Morales- pasó a ser la «agenda de 13 puntos», que incluyó por primera vez el «tema marítimo».

Ahora, el diplomático paceño ha seguido de cerca el anuncio chileno de pedir la incompetencia de La Haya. Y aunque respalda el trabajo de quien fuera su «jefe» en Palacio Quemado -Rodríguez Veltzé es hoy el agente de Bolivia en La Haya-, Loayza no estuvo de acuerdo con presentar la demanda. En esta entrevista, el diplomático hace un sombrío diagnóstico y critica el discurso asumido por su país. Cree que aunque Chile pierda en La Haya, una solución definitiva se ve lejana.

-¿Cómo interpreta la decisión de pedir la incompetencia de la Corte?

-Era altamente probable de que Chile eligiese esa alternativa. Acá ha impactado, salvo a los internacionalistas. Eso, y el memorándum que Chile ha hecho conocer como réplica al «Libro del Mar» que Bolivia ha presentado. De ahí la reacción tan dura del canciller y de Carlos Mesa, en que se vuelve al discurso bastante nacionalista. Lo cual yo deploro, porque estamos entrando, como tantas veces, en estos episodios de divergencia.

-¿Por qué impactó en Bolivia la decisión de Chile?

-Creo que se confiaba en que Chile no iba a hacer efectivo el recurso. Bolivia había dicho varias veces que el recurso chileno se iba a colocar fuera del derecho internacional. Entonces, ha pasado esto, y claro, ha impactado negativamente.

-Más allá de lo que está pasando en la Corte, ¿cómo ve el presente y futuro de la relación?

-Con Chile hemos tenido una larga historia de desencuentros, pero también ha habido momentos positivos de negociación y acuerdos. Pero ahora estoy bastante pesimista, estamos cayendo otra vez en esta lógica confrontacional que ha determinado muchos momentos de la historia boliviana: cuando se termina la negociación de Charaña, nos tiramos los platos; con la cuestión del Lauca, también entramos en un período de fuerte crisis. Viendo el escenario «post Haya», si hay una resolución a favor de Bolivia para que negociemos, lo veo con cierto pesimismo, con el clima de las relaciones.

-¿Cree que si La Haya obliga a Chile a negociar, tampoco habrá un resultado favorable para Bolivia?

-Claro, en este tema Chile no va a entrar. Almorcé el otro día con el cónsul (de Chile en La Paz), Milenko Skoknic, y le he preguntado directamente, y me dijo "no, mucho menos si seguimos en el tono que ha predominado". Además, hay cerca de un 80 por ciento de la población que no estaría de acuerdo; entonces, ningún gobierno chileno se va a embarcar en un proceso de negociación, cualquiera que sea.

-¿No estaría obligado Chile a negociar con un fallo adverso?

-Podría abrir un camino, pero una solución tan inmediatamente, no. La Corte -pienso en los casos de Nicaragua-Colombia, Perú-Chile, e incluso, Uruguay-Argentina-, se ve que tiene una marcada tendencia a fallos equidistantes, equilibrados. A mí me preocupa mucho el futuro del razonamiento boliviano-chileno, porque hay un clima de enfrentamiento y de crispación. En el caso Perú-Chile, ambos tuvieron la capacidad de discutir y por cuerdas separadas han podido seguir y desarrollar una agenda bilateral amplia de cooperación. Y en Bolivia hemos estado tres años con una agenda paralizada con Chile.

"Se enseña en las escuelas..."

-Considerando ese diagnóstico, ¿fue buena decisión demandar?

-Yo lo he dicho algunas veces, cuando me han convocado a opinar en el Palacio de Gobierno. Evo Morales se vio constreñido a demandar. Cuando se anunció esto, manifesté que me inclinaba por el procedimiento por excelencia de las relaciones internacionales, que es la negociación diplomática. Pero hoy es un tema ya nacional aceptado, al que ya es muy difícil oponerse. Eso ya es historia pasada.

-¿Qué obligó a Evo Morales a demandar?

-Es difícil determinar los factores políticos e históricos. El gobierno ha elegido el discurso de que el pueblo boliviano está cansado, frustrado de tantos intentos fracasados. Aunque hay varios procesos de negociación donde Bolivia tuvo una responsabilidad muy alta en que hubiera estrechos resultados. En Charaña, el '78; en 1895 el Parlamento boliviano rechazó un acuerdo muy favorable. En 1961 también, Chile firmó un memorándum con un notable diplomático, quien años después, como embajador en La Paz, firmó un memorándum que incluía términos de soberanía, y Bolivia no contestó por diez meses un documento de esa importancia. Entonces, claro, el discurso oficial es que Chile nunca ha querido avenirse a negociar. Pero a veces pienso que los bolivianos tenemos que tener también una capacidad de ser un poco más autocríticos.

-¿Qué autocrítica hace falta?

-En varias oportunidades, el gobierno debería haber sido más autocrítico. Por ejemplo, sobre Charaña, interrumpimos un proceso de preponderancia... Ha habido también otras oportunidades, en 1895, para Bolivia creo que fue una gran oportunidad, en la misma escala y con la voluntad de nada menos que de don Domingo Santa María en Chile, una figura muy grande, de gran prestigio y fuerza. Pero ahora hay corrientes todavía con rencor por la guerra que quizás impidieron que se sentaran las bases para un acuerdo.

-¿Ese rencor aún está presente?

-Sí, en Bolivia se ha instalado en el imaginario de la historia una amargura profunda, una frustración inmensa por la pérdida del litoral, y eso se enseña en Bolivia desde la infancia en las escuelas.

-¿Ese rencor motivó la demanda?

-En Bolivia están premiando permanente esta concepción, que le llaman «irredentismo». Un periodista mexicano-norteamericano me hablaba del «irredentismo boliviano»: a él le parecía increíble que Bolivia haga esta cuantificación por las pérdidas económicas de perder el litoral. Me decía que jamás se les ocurriría en México hacer una cuantificación por todo lo que han perdido con EE.UU.: Me decía que él ahí se daba cuenta que lo de Bolivia es muy fuerte.

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