Política
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Andrade: "Hemos tenido déficit en la gestión política"

"Hemos exagerado la fraseología altisonante y el matiz", dice el timonel socialista.

por:  Claudio Salinas M.
viernes, 27 de junio de 2014

"Somos el partido de la Presidenta y por tanto tenemos una responsabilidad mayor para que este sea un gobierno exitoso", nos reitera varias veces el presidente del PS, el diputado Osvaldo Andrade, a lo largo de la entrevista. Más allá de un hecho obvio para él, representa un imperativo y por ello se desvive en ayudar al Ejecutivo a sortear los ripios de su gestión política y se juega a fondo por mantener la unidad de la Nueva Mayoría. En ese marco, no oculta su preocupación por las dificultades que enfrentan las reformas de Bachelet, las descoordinaciones dentro del oficialismo y los signos de desafección con el gobierno que proliferan en la DC.

-Encuestas recientes muestran que las reformas tributaria y educacional han perdido apoyo ciudadano. ¿Ha faltado pericia política para llevarlas adelante?

-Nos ha costado entender que las reformas estructurales tienen detractores e inevitablemente generan tensiones políticas. Cuando US$ 8.200 millones van a pasar del bolsillo de algunos al interés de todos y se va a terminar el negocio en la educación para los que lucran, evidentemente se afectan intereses. Además, cambios de esta naturaleza requieren dos componentes básicos: una gestión política idónea para sortear los obstáculos que surjan y una correlación de fuerzas sustantiva que los respalden, lo que implica abrir diálogo con otros actores políticos y sociales. En estos aspectos hemos tenido déficits, que se expresan en que parte del debate se ha desarrollado finalmente al interior de la Nueva Mayoría.

"Trabajar más la reunión de los presidentes de partidos"

-Usted ha apuntado a la descoordinación dentro del oficialismo como factor que ha conspirado para gestionar con más eficacia las reformas. ¿Cómo se supera ese problema?

-Debemos trabajar más la reunión de los presidentes de partidos para exponer nuestros puntos de vista, construir acuerdos en aquello que sea posible y formalizar los desacuerdos. Es decir, construir un método de trabajo que permita que todos puedan sentirse escuchados, nadie se sienta arrinconado ni pasado a llevar, ni que alguien sienta que tiene capacidad de veto. Hemos cometido el error de no darle tratamiento a esta faceta y por eso llegamos al Comité Político siete partidos con siete opiniones, lo que no ayuda a la coordinación en la Nueva Mayoría y de ésta con el Gobierno.

-¿Y cómo se aborda la desafección que está mostrando la DC?

-Hay que reafirmarle a la DC que el acuerdo estratégico entre el centro y la izquierda es lo que mantiene vigente este entendimiento y es lo que va a hacer exitoso este gobierno. Nadie puede poner en riesgo ese entendimiento, pero tampoco nadie puede sentirse dueño de ese acuerdo estratégico y transformarse en un veto al resto. En ese sentido, creo que en el último tiempo, y me incluyo, hemos exagerado la fraseología altisonante y el matiz; no hemos tenido la sutileza y el talento para poner más el acento en lo que nos une más que en lo que nos separa. Eso hay que repararlo.

-Un referente DC como Gutenberg Martínez acusa un cambio en el trato a la falange, señalando que una parte de sus aliados "pareciera que no nos quiere". ¿Cómo afrontar ese sentimiento que se incuba en la DC?

-El rol que ha jugado el PS ha sido precisamente cautelar y generar las condiciones para el entendimiento entre el centro y la izquierda. Cada vez que hubo controversia entre el PPD y la DC, entre el PC y la DC, por razones a veces absolutamente artificiales, fue el PS el que se jugó para que eso no se transformara en un problema sin solución. Yo, más que contestarle a una persona en particular, sólo pido que se observe la conducta de nuestro partido en este aspecto.

-¿Cómo han incidido las divergencias en la Nueva Mayoría en la baja del respaldo a las reformas?

-En que no hemos tenido capacidad de mostrarle a la ciudadanía que estas reformas son parte de una propuesta integral de lucha contra la desigualdad y el abuso. No se ha conseguido establecer con nitidez que se trata de un paquete de seis a siete iniciativas ligadas y que la educación pública también tiene que ver con el fin del lucro, la selección y el copago. Porque cuando la disputa es quién representa mejor a la clase media o si hay un administrador o un interventor, se pierde esta noción de las cosas. En eso todos hemos cometido un error.

-¿Cuánto gravita el hecho de que Walker insista en que "la DC no está en la foto" del Mineduc ni en la "línea de producción" de la reforma?

-Me llama la atención esa crítica, porque cada vez que yo quiero hablar con el Ministerio de Educación llamo a Exequiel Silva, ex diputado DC que trabaja al lado del ministro. No llamo a un socialista, porque no lo tengo, y no me quejo. Ese no es el punto. Mi punto es que una adecuada gestión política que acompañe proyectos tan sustantivos y transformadores como los de Bachelet tiene que combinar el ímpetu de nuevas generaciones que irrumpen en la política con la experiencia acumulada. En algunos lugares ha habido un desequilibrio en esa ecuación. Pero son cosas que se pueden reparar.

-¿No hay también un problema de gestión política cuando el militante de un partido de la Nueva Mayoría, el presidente del Colegio de Profesores, del PC, organiza un paro que es visto como una manifestación contra el Gobierno?

-Quiero entender que es la expresión pública de un gremio que entiende que la reforma educacional es imperiosa y reclama un rol más activo. Hasta ahí yo lo encuentro legítimo, pero ojalá se puedan evitar (los paros) porque puede dar la sensación de un gremio que está en la oposición y eso sería contraproducente: establecería una fisura artificial en circunstancias que el Gobierno y el Colegio de Profesores tienen el mismo propósito.

 Su mensaje estabilizador a la UDIAspira a diálogo "con todos los sectores"

-¿Qué busca con la ronda de conversaciones que ha abierto con los partidos de oposición?

-Ampliar el respaldo a la gestión programática del Gobierno. Por eso también hemos estado conversando con Marco Enríquez-Ominami y vamos a tener pronto una bilateral con Revolución Democrática. Lo peor que puede hacer uno es cerrarse al diálogo. Conversar significa que en algunas cosas puntuales a lo mejor podemos lograr adhesiones a ciertas propuestas programáticas del Gobierno. Por eso nuestra primera conversación fue con RN, porque entendemos que en ese partido hay una disposición positiva a modificar el sistema binominal. Esto para nosotros no es sólo un imperativo político de corto plazo, sino que tiene una perspectiva de largo plazo.

No queremos que se repita lo ocurrido en el gobierno de Piñera, donde la única vez que el PS fue a la Casa de los Presidentes fue a propósito de una invitación que nos hizo el ministro del Interior Andrés Chadwick... en el tercer año de gobierno. Esas cosas no pueden pasar.

-Cuando se reúnan con la UDI ¿qué le van a transmitir?

-Nuestro interés en establecer un mecanismo de diálogo permanente en todos los temas. Además, al ser partido de oposición, si quieren interpelar a Pedro, Juan y Diego, que lo hagan y cada uno expresará sus opiniones.

Pero fundamentalmente, quiero transmitirles que detrás del proceso de Bachelet hay un auténtico interés de que Chile no se desestabilice, que no hacer las reformas llevará a poco andar a que la demanda ciudadana se exprese en la calle y allí cada uno tendrá que asumir su responsabilidad. Nosotros queremos evitar eso.

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