La ex diputada que marcó un hito en la historia de las franjas electorales televisivas vive hoy en una residencia de adultos mayores.
Inolvidable.
Tal vez pocos se acuerden de su apellido, o quizás nunca lo supieron: González Román.
Pero... ¿quién no recuerda a Rosa de Aric?
El año 1996, su franja fue el gran impacto de las campañas electorales en TV de los candidatos al Parlamento. Le habían dado 4 segundos para publicitarse y ella los aprovechó de la mejor forma que pudo: en esos segundos sólo alcanzó a decir "Rosa de Aric"; ni siquiera pudo completar el nombre del distrito al que postulaba. Nunca nadie pudo haberse hecho tan conocida como ella a partir de ese momento.
La ex diputada Rosa González dejó una impronta con su campaña y en el Parlamento; y una huella profunda en su distrito, donde fue la gran impulsora para crear la XV Región de Arica y Parinacota. Primero la eligieron como independiente por una abrumadora mayoría y luego como militante de la UDI.
Cumpliendo un segundo período fue que su ritmo de vida le pasó la cuenta y el año 2005, después de cinco intervenciones quirúrgicas por aneurismas cerebrales, se retiró de la política. Hoy, la ex diputada Rosa González está viviendo otra etapa de su vida y se declara "feliz" en una residencia para adultos mayores.
Todo partió con fuertes dolores de cabeza. El sábado 8 de noviembre de 2003 fue internada en la UCI. Y el jueves 13 la operaron en la Clínica Alemana por un aneurisma cerebral, mismo mal que aquejó a la Presidenta Michelle Bachelet en su anterior período como Mandataria.
Pero no era un solo aneurisma. Le operaron el que presentaba una inflamación riesgosa. "Ella es una guerrera y va a salir adelante como siempre", dijo entonces su hija Marcela. Y tenía razón.
En diciembre la intervinieron de un segundo aneurisma y estuvo recuperándose durante seis meses. Retomó su trabajo en el Congreso en junio de 2004. El 26 de julio de ese año la recibieron con orfeón, de vuelta a su distrito en Arica.
La pesadilla no había terminado. Vinieron otras tres operaciones. La última vez que la ex diputada María Angélica Cristi la vio estaba en Viña, "y súper mal".
-Siempre fue muy empeñosa, muy preocupada de su región, buena persona, interesada en participar, bien ejecutiva. Incluso después que estuvo enferma hacía todo lo posible por continuar, pero era difícil. Una súper buena mujer. Creo que se fue a vivir a Viña, parece que se había separado, trajo a sus hijas...
María Angélica Cristi se queda meditando unos segundos y luego acota:
-Le puede pasar a cualquiera. Creo que trabajaba harto, y siempre estaba preocupada de sus niñitas. Después trataba de reincorporarse y le costaba mucho. Incluso creo que quería ir de candidata de nuevo.
El año 2005 postuló a un tercer período como parlamentaria, pero perdió.
-Creo que la suya es una sobrevivencia increíble. Tengo puros buenos recuerdos de ella: luchadora, defensora de la gente, preocupada de Arica.
El año 2009 vivía con enfermera permanente en Viña del Mar, como contó cuando la entrevistaron por la polémica en Arica ante los sectores contaminados y la pérdida entonces de 4.500 exámenes médicos que daban cuenta del impacto en la población. Por ese tema había dado sus más fuertes batallas parlamentarias. Presentó cinco proyectos para mejorar la calidad de vida de los ariqueños afectados, entre otras cosas, por el boro, que estaba contaminando el agua, según dijo.
En 2011 volvió al Congreso a participar en una cumbre de ariqueños, invitada por el intendente y diputados de la zona. Entonces declaró que "la política hace mal para la salud. A mí me hizo pésimo. Estuve dos períodos en la Cámara, ocho años trabajando a un ritmo intenso y me enfermé".
La última vez que se la vio públicamente fue el 21 de mayo de 2012, cuando acudió a la cuenta del entonces Presidente Sebastián Piñera. Abandonó el Congreso a las 11:25 de la mañana.
Hoy, nueve años después de sus aneurismas, la fuimos a ver a una residencia para adultos mayores en la comuna de Providencia, donde vive desde hace algunos meses.
En el segundo piso está su pieza, con un pequeño baño privado. Amplia, con los muros claros. Un cuadro con un paisaje a telar tejido por ella en una pared, una mesita redonda, un ropero, su cama y un velador donde están las fotos de sus hijas.
Está feliz, con su nueva vida y por los recuerdos que se le vienen a la mente cuando le pedimos esta entrevista.
-Pocas mujeres han hecho tantas cosas como usted...
-Partí como columnista en un diario, y lo pasaba bomba.
-¿Y cuándo le empezó a interesar la política?
-Yo creo que siempre tuve interés. En mi familia no había periodistas; político había uno, pero ya estaba muy viejo.
-Primero llegó al Parlamento como independiente, y después la pescó la UDI...
-Después me tomó la UDI y a la UDI fue a la que dejé.
-¿Por qué?
-Yo no daba abasto. No podía abarcar todo lo que tenía.
-¿Cree que abarcó demasiado?
-Creo que hice lo que tenía que hacer toda mujer que tenga ganas de vivir realmente para las mujeres, que entendieran que lo que yo estaba haciendo no era para mí; yo quería hacer cosas para la gente.
Entre otras cosas, fue la primera en promover en el Congreso una ley de cuotas para las mujeres.
Se casó muy joven. "Yo hacía de todo. Me gustaba la gente. Estudié Periodismo, trabajé como empresaria, me dediqué a la política".
-¿Cómo compatibilizaba las responsabilidades con los hijos y llevar una muy activa vida política?
-Fíjate que me entretuve mucho, era muy feliz haciendo cosas. Y yo era una mujer metida dentro de un montón de hombres, que tenía que luchar para que entendieran que lo que yo estaba haciendo estaba bien.
-¿Y sus hijos no la criticaban?
-No, porque yo les daba mucho también a ellos. Si me llamaban, podía estar en un tremendo panel y me avisaban porque para mí mis hijos eran primero que todo; después el Parlamento y luego los amigos.
-¿Fue esa intensa actividad que le empezó a cobrar la cuenta?
-Por supuesto que sí. Pero la salvé bien, encuentro yo, fijate.
-¿Cómo empezó su malestar?
-No me di cuenta, sólo sabía que estaba muy cansada. Yo era una máquina de producir cosas.
Con el tiempo se separó del marido, a quien recuerda como una muy buena persona y muy preocupado de sus hijos.
-¿Usted no se volvió a enamorar?
-Fíjate que no. Enamorar enamorar, no; tener algo, tampoco. Soy muy rígida conmigo. Cuando veo que están en la onda de que "vamos a tomar un cafecito", yo les arranco. Con todas las cosas que había que hacer... Bueno, eso me hizo ser una de las buenas diputadas que existieron en el Parlamento. Y todavía cuando alguien me ve, me dice: "Diputada, ¿cómo está usted? Yo la admiro mucho, usted es la Rosita de Arica". Increíble, yo quedé como la Rosa de Arica.
-¿Por qué decidió venirse a este hogar?
-¿Aquí? Porque estoy cuidada. Yo soy muy feliz aquí. Y te cuidan mucho, mucho, mucho.
-¿Por qué siente que necesita más cuidado?
-Aquí es una cosa maravillosa. En la mañana tomas desayuno rico, grande. Entonces no estás pensando. Se te olvida pensar. Te tienen todo, todo listo. Fantástico para mí, que pasé por tantas cosas pues. Siempre cuando había situaciones difíciles en Arica, decían: "La Rosita". Y salía la Rosita. Y cuando empecé a decir que me iba a ir, se mataban de la risa. "Qué te vas a ir tú, si esta es tu vida". Increíble, pero esa era mi vida. Y cuando fui a dejar mi (renuncia) quedó un desastre tremendo. Estaban todos mis colegas: "Tú no puedes hacernos esto". Y por otro lado me pedían unos datitos que necesitaban. En cambio, aquí, tú ves, todo normal, bien. Y luego llega la colación. Haces lo que quieres acá, y te cuidan.
Eso lo reitera cuando ve entrar a su habitación una cuidadora que se asoma a cada rato para preguntarle si necesita algo.
-Cuando recién me dijeron que podía venirme, contesté: "¡Por ningún motivo! ¡Cómo se les ocurre!". Para mí fue un golpe espantoso. Pero no lo conocía, tampoco. Y ahí empecé a ver qué pasaba con esto. Y me gustó tanto el sistema, porque el sistema consiste en no hacer nada porque ya lo hiciste. Eso lo inventé yo; creo que es una buena aceptación de lo que es. Y yo soy rota feliz con esto. Creo que ya hice por mi patria y por mi gente todo lo que pude.
Y vuelve a analizar su vida en esa residencia que funciona como hogar.
-El que inventó esto descubrió una cosa salvaje. Porque imagínate si yo te digo: "Tú te vienes para tu casa tranquila y yo me voy a ocupar de todo". Tú crees que no, y es sí. Te arreglan la vida en todo sentido. Y empiezan desde el desayuno a mimarte.
-¿No echa de menos su casa?
-La vendí, así que no la echo de menos, para nada. Encuentro que fue una parte de mi vida que se terminó. Aquí me alegran la vida salvaje. Y si quiero salir, salgo. Lo que sí, aviso. Alejandra, la mayor de mis hijas, me viene a buscar.
"Mis hijas son preciosas", comenta mientras muestra las fotos que tiene en su velador, que confirman sus dichos.
-¿Hace mucha gimnasia para mantenerse tan bien?
-Muy poca; encuentro que no vale la pena. Pero tengo buena facha, eso sí.
Se mira, se arregla la chasquilla y se queda leyendo las fotocopias del historial que llevamos sobre su carrera en el Parlamento.