Aunque decisión se tomará analizando el documento que Morales entregará este martes, RR.EE. ya revisó litigios anteriores en que se ha planteado ese escenario y comenzó a trazar sus argumentos. Esto, en paralelo a una fuerte ofensiva diplomática.
El canciller Heraldo Muñoz recibió esta mañana a senadores de la comisión de RR.EE.
Foto JORGE VARGAS
"De acuerdo a los protocolos de La Haya, se ha acordado que la memoria se la presentará el día martes 15, a las tres de la tarde. La memoria será presentada por el presidente Evo (Morales) personalmente, quien estará acompañado por el ex presidente (Eduardo) Rodríguez Veltzé (agente paceño ante la corte internacional)", dijo el lunes el ministro boliviano de la Presidencia, Juan Ramón Quintana. Poco después, el mandatario partiría rumbo a Países Bajos desde la IV Brigada Aérea boliviana, en la ciudad de Tarija.
La presentación de la memoria boliviana es el primer hito del calendario definido por La Haya para la frase escrita del litigio iniciado en abril del año pasado. Así, Chile tiene, a su turno, un año de plazo para presentar la contramemoria, respondiendo a los argumentos de La Paz.
Sin embargo, con la entrega de la memoria también queda sobre la mesa una decisión clave para Santiago: Si pedirá que la corte de La Haya se inhabilite de conocer la demanda boliviana. Para elevar esa petición -conocida en lenguaje técnico como excepción preliminar-, Chile tiene tres meses de plazo a contar desde este martes.
Según dicen en círculos diplomáticos, Chile ya ha adelantado bastante trabajo en torno a este punto. Si bien la decisión final de pedir la inhabilidad de la corte se tomará analizando en detalle los argumentos bolivianos expresados en la memoria que se entregará este martes, el equipo chileno -liderado por el ex ministro Felipe Bulnes- ya comenzó no sólo a evaluar posibles líneas argumentativas con ese fin, sino que también a ponerlas en papel en algunos borradores.
En ese contexto, en la Cancillería chilena se han revisado otros casos en que países litigantes han pedido la inhabilidad de la corte. Uno de ellos es el reciente litigio de Nicaragua versus Colombia, que apuntó a definir el control del mar en torno a varias islas en el Caribe. También se han revisado casos como el de Georgia versus Rusia, de 2008, o el de Francia versus distintos países, por pruebas nucleares.
Según dicen en RR.EE., pedir la inhabilidad de la corte es riesgoso, pues el tribunal podría rechazar este requerimiento, instalando públicamente una primera derrota para Chile. Esa fue una de las razones de por qué Santiago desechó ese camino en 2009, en el marco del litigio con Perú.
Así, en la Cancillería ven riesgoso recoger el principal argumento debatido en círculos políticos de Santiago: Que la frontera entre Chile y Bolivia ya fue zanjada por el Tratado de 1904, lo que impediría al tribunal revisar algo que ya ha sido zanjado en acuerdos internacionales.
Plantear este argumento sería complejo: Como Bolivia alega que Chile asumió compromisos formales para negociar una salida al mar, La Haya podría decir que la existencia de dichos compromisos y su impacto en el Tratado de 1904 es justamente el asunto de fondo, rechazando el requerimiento de Santiago de inhabilitarse e iniciando de todas maneras el litigio propiamente tal.
Así, dicen las mismas fuentes, la Cancillería chilena ha estado revisando argumentos "de forma" para pedir la inhabilidad de la corte. Por ejemplo, que lo planteado por La Paz no es una disputa jurídica, no política, por lo que no puede ser zanjada por un tribunal internacional. O que, por tratarse de una negociación, la corte no puede convertirse en un sustituto de una de las partes, ordenando cómo debe finalizar dicho diálogo, en vista de que La Paz pide que se ordene a Santiago conversar sobre una salida al mar con soberanía.
La idea de pedir la inhabilidad de la corte tiene, además, un trasfondo más diplomático y político.
Como sea, más allá de la inhabilidad que se pediría a la corte, uno de los argumentos base de Chile para enfrentar la demanda boliviana es el principio de estabilidad de las fronteras, relacionado con la forma en que la corte resolvió el reciente litigio entre Perú y Chile.
En Santiago se recibió con molestia dicho fallo, pues el tribunal modificó la frontera pese a que aceptó el argumento chileno de que había tratados previos.
Así, la convicción en Santiago es que, más que a aplicar rigurosamente el derecho, La Haya apunta a impartir "justicia", tratando de que los dos países queden conformes y evitando un nuevo conflicto.
Ante esto, es necesario que Chile envíe una inmediata y fuerte señal de que no está disponible para una solución similar en el caso de Bolivia. Pedir la inhabilidad de la corte es asumir, desde el principio, una postura dura y que busca marcar de inmediato ante La Haya cuán sensible es este caso para Santiago.
En ese contexto, la idea de enviar a La Haya una señal enérgica al pedir la inhabilidad se inscribe además en un nuevo diseño elaborado por la Cancillería y el equipo de la defensa para enfrentar el juicio con Bolivia.
Según dicen en RR.EE., además de una fuerte estrategia jurídica ante la corte, Santiago debe impulsar una ofensiva diplomática que neutralice la arremetida comunicacional impulsada por La Paz con el objetivo de instalar su posición sobre el tema.
En los últimos meses, el gobierno de Morales ha intensificado su discurso, buscando instalar que Chile se ha negado a negociar un acceso al Océano Pacífico, incumpliendo sus propios compromisos previos. También ha dado cifras de cuánto ha significado el supuesto detrimento económico para su país por el hecho de no tener costa.
El propio Morales ha encabezado esta ofensiva: el año pasado abordó el asunto directamente con el Papa Francisco y con su par de China. Además, el mandatario anunció que se designará en los próximos días un "embajador itinerante" que explique la posición de La Paz en el escenario internacional.
Parte de esa ofensiva es, justamente, la decisión de Morales de viajar y entregar personalmente la memoria ante La Haya. Hasta ahora, ningún Presidente había realizado dicho trámite.
El objetivo de esa arremetida, dicen en Santiago, es sensibilizar a la comunidad internacional y poner presión a La Haya para que, tal como en el caso de Chile-Perú, se terminen recogiendo argumentos de lado y lado.
Así, Chile ha diseñado también una fuerte ofensiva para instalar ante la comunidad internacional una "narrativa" distinta a la paceña, aludiendo a la respeto al derecho internacional y la estabilidad de las fronteras: Si La Haya obliga a Chile a negociar algo ya definido por un tratado, todos los países del mundo están expuestos a una eventual modificación de sus límites, ha sido el mensaje promovido desde Santiago.
Parte de eso estuvo en el libreto del equipo de juristas chilenos -Bulnes, Claudio Grossman, Alberto van Klaveren y María Teresa Infante- que la semana pasada participó en Washington en reuniones de la Asociación de Derecho Internacional y la Sociedad Americana de Derecho Internacional, a la que asistió el presidente del tribunal de La Haya, Peter Tomka, y otros magistrados de la corte.