Política
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El «contraataque» de los partidos ante el bacheletismo: sus fórmulas para influir en el manejo político del nuevo gobierno

Tras las críticas por las designaciones de autoridades, en las tiendas políticas dicen tener mejor piso para pedir más coordinación con el círculo estrecho de la mandataria electa. El PS ya propuso un diseño. El PPD y la DC afinan sus planteamientos.

por:  Marcos Sepúlveda, La Segunda
viernes, 14 de febrero de 2014
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El próximo lunes se espera que retomen sus actividades en Santiago los timoneles de la DC, Ignacio Walker; del PC, Guillermo Teillier, y el líder del PPD, Jaime Quintana. El presidente del PS, Osvaldo Andrade, ha permanecido en su colectividad pese al receso veraniego.

Así, en cada partido se realizarán reuniones de coordinación que estarán marcadas por la polémica de las últimas dos semanas a raíz de la falta de controles y chequeo de antecedentes de algunas autoridades seleccionadas, como los futuros subsecretarios de Agricultura, Hugo Lara (DC), quien enfrentó en los últimos meses dos causas penales por delitos económicos; y el de Bienes Nacionales, Migue Moreno (PRSD), quien fue declarado culpable y luego sobreseído por "ofensas a la moral" a raíz de un "agarrón" a una mujer en el Metro de Santiago.

Para este lunes, además, en la Nueva Mayoría esperan el arribo a Santiago del futuro ministro del Interior, Rodrigo Peñailillo, quien concentró buena parte de las críticas por el accidentado proceso de designaciones.

En este contexto, además de las reuniones que se produzcan en la "interna" de cada colectividad, las expectativas en el conglomerado apuntan a que los jefes partidarios reactiven las instancias de coordinación con el equipo político de la Mandataria electa, Michelle Bachelet. "Es bastante normal que haya un nivel de diálogo con el próximo equipo que se va a instalar a partir del 11 de marzo. Es bastante normal que haya encuentros, conversaciones y fluidez de información", dijo Andrade esta semana.

Así, sobre la mesa no sólo estará el diagnóstico tras las "desprolijidades" -como las calificó Andrade- del proceso de designación de nuevos cargos. A raíz de esta misma polémica, el debate girará en torno a la coordinación entre el equipo político de Bachelet -integrado, además de Peñailillo, por Ximena Rincón (Segpres), Alvaro Elizalde (Segegob) y Alberto Arenas (Hacienda)- con los partidos de la Nueva Mayoría. Y, sobre todo, el rol político que jugará el futuro jefe de gabinete.

En ese escenario, tanto al interior de cada partido como con el nuevo equipo de gobierno ya se inició la discusión sobre fórmulas de coordinación para mejorar los canales de diálogo y terminar con lo que varios en el futuro oficialismo califican como "secretismo" del núcleo más cercano de Michelle Bachelet. Rasgo que en la Nueva Mayoría acusan se vio con nitidez en el proceso de designación de subsecretarios: los ministros sólo conocieron a su segundo tras el anuncio público; los timoneles partidarios fueron informados por Bachelet minutos antes y sólo de los personeros que militaban en su partido; y la falta de diálogo con las colectividades, se acusa, impidió alertar de los flancos que luego estallaron públicamente.

Así, en el pacto opositor coinciden en que la polémica por los subsecretarios dio un "piso distinto" a los partidos para exigir mayor diálogo y coordinación, pese al estilo hermético que hasta ahora ha desplegado el bacheletismo.

De ahí, dicen en la Nueva Mayoría, el interés desde las colectividades por abrir un diálogo más fluido y directo con Peñailillo, como lo plantea el timonel PS (ver entrevista en página 17).

Comité y "petit comité"


Con miras a mejorar la interlocución de los partidos y el Gobierno, según dicen en la Nueva Mayoría, hace algunos días el presidente del PS y actual coordinador de la Nueva Mayoría, Osvaldo Andrade, entregó a las autoridades del próximo gobierno una propuesta para un "diseño" de funcionamiento y coordinación política entre el Ejecutivo de Bachelet y los partidos.

Esta apuntaría a que, a la par de generar reuniones permanentes entre ambas partes, con un comité político en que se integre a las siete colectividades que forman la Nueva Mayoría, también se establezca una interlocución directa y permanente con las organizaciones sociales .

La idea de esto último, dicen en el PS, es que el llamado "movimiento social" juegue a favor de la presión con miras a aprobar las reformas estructurales prometidas por Bachelet: reforma educacional, tributaria y nueva Constitución.

Pero además, dicen en la Nueva Mayoría, el diseño de Andrade incorporaría una interlocución más frecuente y fuera de la formalidad del comité político entre La Moneda y las principales tiendas políticas del sector.

Ya en la campaña de segunda vuelta, el timonel del PS había conversado con Peñailillo un diseño que terminó implementándose en los hechos: además de las -pocas- reuniones que se realizaron del comité político formal, con los representantes del comando y los jefes de los partidos de la Nueva Mayoría, el entonces secretario ejecutivo del equipo de campaña bacheletista también mantuvo una suerte de "petit comité" informal, marcado por el diálogo con los timoneles del PS, el PPD y la DC.

En el futuro pacto oficialista no son pocos quienes concuerdan con los criterios propuestos por Andrade. De hecho, también desde el PS el senador electo por Santiago Oriente, Carlos Montes, anticipa un escenario complejo para el Gobierno de no extender un diálogo "consistente" con organizaciones sociales.

Según dijo Montes a La Segunda, la idea apunta a generar una interlocución "con organizaciones sociales y los partidos de gobierno". De hecho, el futuro senador no se cierra a la posibilidad de que existan reuniones en que también estén presentes "los presidentes de la Cámara y el Senado".

En esa línea, el parlamentario aseguró que "sería óptimo un sistema de conversaciones previas para no encontrarse con sorpresas en la presentación de proyectos. Tiene que haber un diálogo y va a depender de un tema que es clave, que es el estilo que quiere tener el Gobierno para relacionarse con los distintos sectores (...) Una cosa es la gestión cotidiana que habrá entre los partidos y el Gobierno, y otra cosa es el tratamiento específico de las reformas fundamentales".

Reuniones con actas y resolutivas


La discusión sobre las fórmulas de interlocución con el Gobierno se tomará, también, el análisis en la reunión de mesa del PPD de la próxima semana. "Vamos a analizar este tema el lunes y la posibilidad de que se institucionalice el comité político", dice el secretario general de la colectividad, Gonzalo Navarrete.

Por "institucionalizar" el habitual comité político del equipo de ministros políticos y timoneles -que se realiza cada lunes en La Moneda-, explican en el PPD, se entiende que este no sea sólo una reunión de rutina en que los secretarios de Estado sondean posturas partidarias, sino que la cita tenga un carácter más resolutivo, que se adopten acuerdos concretos y que, incluso -proponen algunos- existan actas oficiales.

Pero además, en la tienda que preside Jaime Quintana se habla de otra instancia paralela al comité político: la opción de que La Moneda articule una instancia más operativa, que incluya a los secretarios generales y a las organizaciones sociales que estén fuera del bloque.

Aunque, en línea con el "petit comité" que funcionaba en la segunda vuelta, algunos influyentes personeros del PPD mencionan también la idea de crear una especie de grupo político asesor, que -de manera informal- opere en estrecha coordinación con Peñailillo.

La idea será propuesta en los próximos días por parlamentarios de dicha colectividad. Lo que se espera, en todo caso, es que ese grupo esté integrado por dirigentes cercanos al titular de Interior.

Aunque este último diseño es visto con recelo por algunos, porque creen que podría condicionar el trabajo político de Peñailillo y dejarlo alineado sólo con algunas sensibilidades internas de cada tienda política.

A su turno, en la DC el debate también ha marcado los diálogos informales de sus dirigentes en estos días de vacaciones. Aunque con un matiz: en la mesa de Ignacio Walker había una inquietud inicial por cómo Ximena Rincón -del ala disidente del partido- asumiría la interlocución con la colectividad.

En ese contexto, la futura ministra sostuvo en los días previos -antes de salir de vacaciones- encuentros con parlamentarios falangistas, para compartir proyecciones del trabajo de gobierno y, sobre todo, la agenda legislativa de la administración bacheletista.

¿Cómo funcionará la Nueva Mayoría?


Una de las definiciones que deberán zanjar en los próximos días los partidos de la Nueva Mayoría es más bien operativa: cuál será el método de trabajo que utilizarán los propios partidos -entre sí- para coordinarse a partir de marzo.

Hace más de un año que el diputado y presidente del PS, Osvaldo Andrade, asumió como coordinador de la Nueva Mayoría (por entonces, Concertación) y aún no hay claridad sobre quién será su sucesor, cómo se zanjará esa definición y con cuánta frecuencia este será relevado.

Además, también está pendiente definir la periodicidad de las reuniones de la Nueva Mayoría. En los últimos meses han sido poco habituales las reuniones de los timoneles: el año pasado, a raíz de la campaña y de tensiones internas -el líder radical, José Antonio Gómez, declinó asistir protestando por lo que calificó como una negociación desfavorable por cupos parlamentarios-, las citas de timoneles se hicieron cada vez menos.

La última de estas fue el pasado lunes 6 de enero en el ex Congreso. En aquella ocasión se cerró la polémica sobre cuál sería el rótulo político de la Nueva Mayoría: coalición de gobierno o sólo un acuerdo político de corte más instrumental. La primera definición era defendida por el PPD y la segunda por la DC, que rechazaba asumir un estatus de aliado con el PC.

Finalmente se impuso la segunda tesis y se definió catalogar al bloque sólo como un Acuerdo Político Programático (APP).

Más allá de estas definiciones políticas, a varios dirigentes les inquieta la necesidad de mantener -en un aspecto más comunicacional- la imagen de la Nueva Mayoría como un bloque distinto a la Concertación.

"La situación no es fácil", reconocen en las colectividades, por el número de partidos que componen el conglomerado, que a diferencia de las cuatro tiendas que originalmente integraban la Concertación, la futura fuerza oficialista aumentó a un total de siete: Democracia Cristiana (DC); Partido Socialista (PS), Partido por la Democracia (PPD); Partido Comunista (PC); Partido Radical (PR); Movimiento Amplio Social (MAS) e Izquierda Ciudadana (IC).

Más allá de la cantidad, la inquietud de algunos dirigentes es que lo que varios ven como un proceso natural -que los partidos de mayor tamaño asuman en los hechos la conducción política del bloque- implique desestimar reuniones de carácter más institucional con todos los integrantes del bloque. Algo que, agregan, también podría bloquear el diálogo entre los partidos y las organizaciones sociales.

En ese contexto, el presidente (s) de la Democracia Cristiana, el diputado Fuad Chahín, asegura que "tenemos que ampliar la concurrencia cuando se tomen las decisiones políticas, a fin de que todos los partidos se sientan integrados".

Además, otros parlamentarios han planteado que, junto con tener un portavoz institucional del bloque, se deben designar voceros "sectoriales" para marcar presencia en los debates de las reformas estructurales, como educación, reforma tributaria y nueva Constitución.

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