"La política es un oficio y se aprende desde el diálogo. Yo no encontré sana la frase de que ahora no importa tanto la experiencia. No; la experiencia sigue importando mucho", advirtió el timonel PS sobre los dichos de Peñailillo.
"Vacaciones a media jornada" entre el Cajón del Maipo y la sede partidista de calle París, toma por estos días el timonel PS, Osvaldo Andrade. Su rol de coordinador de los partidos de la Nueva Mayoría, esta vez se dio con un futuro equipo ministerial ausente, que lo llevó a disparar sin rodeos contra el "vacío" para enfrentar los cuestionamientos a subsecretarios e intendentes designados, ante un innegable "cedazo" de nombres que a su juicio faltó primeramente en las colectividades, pero también en el gabinete.
Propio del "oficio político", que enfatiza como un imprescindible para la etapa que viene, insiste en que un simple turno habría evitado sumar situaciones "desafortunadas", como "el fuego amigo" desde los propios partidos. Pero su mirada va más allá y apunta con todo al diseño político presidencial que debutará en marzo, que deberá lograr un delicado equilibrio entre la ejecución del programa y la gestión de gobierno.
-¿A quién le correspondía organizar el «turno»? ¿Al futuro ministro del Interior, Rodrigo Peñailillo?
-Establecer la responsabilidad en una persona es injusto. No es un problema de Peñailillo o de (Robinson) Pérez; es un diseño que no resultó bien y en eso tenemos responsabilidad todos. También los partidos debiéramos haber propuesto turnos y no se nos ocurrió.
Lo que me importa es el gabinete que exista el 11 de marzo. Tenemos un tiempo precioso para corregir. No creo que esto sea una crisis; es un problema y hay que resolverlo. Hay tiempo, a lo mejor mucho, y debiéramos ver esto con tranquilidad y mesura.
-¿Le sorprendió cuando la ministra Ximena Rincón dijo que el tema se abordará recién el 24 de febrero?
-A mí me sorprendió.
-Hubo gente que incluso tenía redactada su carta de renuncia.
-El tiempo puede ser más o menos extenso dependiendo del diseño. Pero eso no lo conozco.
Este problema afecta a un colectivo y lo razonable es que la solución sea global. Por eso lo de la señora Peirano (su salida) no fue una buena idea, porque no era el único caso.
-Considerando lo ocurrido en estas semanas, ¿en qué debe consistir el diseño político para que el gobierno anticipe conflictos?
-El diseño político del período presidencial es central, porque tiene que combinar adecuadamente el programa, con la gestión de gobierno.
Hay problemas que surgen, lo que pasó en febrero no tiene nada que ver con el programa. Y se transforman o no en un problema dependiendo de cómo uno se maneje. Un ejemplo: Podemos estar discutiendo en el Parlamento la reforma constitucional, y si entremedio hay problemas con la energía, tenemos un problema político que no está en un programa.
Y eso implica un método adecuado para que la relación entre el gobierno y la Nueva Mayoría sea lo más idónea y fructífera posible.
-No basta un comité político de los lunes.
-Puede que baste o no, dependiendo de la intensidad en la relación, si cada ministro se junta con los parlamentarios de sus comisiones, si la ministra Segpres tiene una presencia inequívoca en el Parlamento, si el ministro del Interior se entiende con los presidentes, es un tema central.
Hay dos dificultades que resolver: el represtigio de los partidos políticos también es una tarea del gobierno. El proceso de represtigio no es fácil cuando la tendencia natural es prescindir de ellos, por el nivel de prestigio en que están. Y ahí la iniciativa del gabinete político es clave.
Y en segundo lugar, está el tema de los movimientos sociales. Cuando los partidos están en esta precariedad, los movimientos sociales adquieren una dimensión de relevancia mayor. Simplemente constato.
Pueden suceder distintas cosas: que el gobierno se entienda directamente con los movimientos sociales; que se entienda sólo con los partidos; que no estén coordinados. Pueden lograrse grandes aciertos o grandes cagadas , y con los mismos personajes.
Estas tensiones es fundamental tenerlas ojalá lo más claras de aquí a fin de mes.
Hay que establecer el pacto de gobernabilidad y todos tenemos responsabilidades...
-¿A qué se refiere?
-El Partido Socialista es donde milita la Presidenta, tenemos una responsabilidad particular. Pero también tanto la Democracia Cristiana como el PPD intentan tener candidaturas presidenciales en cuatro años más y, en consecuencia, tienen una responsabilidad adicional de garantizar estabilidad y gobernabilidad en este gobierno. Si hay problemas de este tipo, nadie nos garantiza que en la próxima vuelta no vamos a volver a la tesis de una vez cada uno (en La Moneda). Se los he dicho y es bueno que lo tengamos clarito.
Y para qué decir el Partido Comunista, también tiene una responsabilidad porque se está reincorporando a esta lógica y todo el mundo los está mirando.
-Usted mencionó como clave el diálogo entre el ministro del Interior y los presidentes de partido.
-El ministro tiene que tener una articulación adecuada con la futura oposición. Y tiene que establecer la relación adecuada con su mundo de respaldo, que es la Nueva Mayoría, y eso significa una relación con los partidos profunda, intensa, de mucha complicidad, de mucha colaboración. Nos interesa que al ministro le vaya bien, porque fue designado por Bachelet y eso es más que suficiente, pero al mismo tiempo porque su rol para garantizar la correcta relación entre el cumplimiento del programa y la gestión de gobierno, es fundamental.
-¿Qué piensa de la crítica sobre la existencia de secretismo?
-No estamos entre espías. Creo que el proceso de campaña se caracterizó desde el punto de vista del mando, de las decisiones, por un grado de discreción, de cautela, que era razonable. Claramente fue exitoso. Cuando seamos gobierno evidentemente eso tiene que cambiar, porque operan las instituciones y las relaciones son todas abiertas. Ahora estamos en una transición, del exceso de cautela propio de un comando, a un equipo de gobierno que se instala en marzo, y ha sido un poquitín lenta.
Pero la experiencia del PS con el comando fue tremendamente fluida.
-Pero los ministros no supieron qué subsecretarios les nombraron...
-Exacto. A eso me refiero. Espero que esa transición se apure, porque cuando se es gobierno, eso no da...
-¿Usted tiene una propuesta de diseño político?
-Tengo claro mi "mono". Quiero proponer un esquema muy preciso. Puede resultar o no, no me creo dueño de la verdad. La política es un oficio y se aprende desde el diálogo.
Yo no encontré sana la frase de que ahora no importa tanto la experiencia. No; la experiencia sigue importando mucho.
-Frase de Rodrigo Peñailillo...
-Claro, me da lo mismo. Lo diga Juan Pérez no me inhibe ni me estimula. Pero fue una frase desafortunada. Pero también valoro el hecho de que necesitamos nuevos ímpetus. Y en consecuencia, la adecuada relación entre el ímpetu de una generación que irrumpe exitosamente, con la experiencia de una generación que va un poquito en retirada es parte del talento de la política. Y eso se llama oficio político. Aquí no hay ningún superman . La derecha instaló a superman en la Presidencia y le achuntaba y no le achuntaba. Nosotros no tenemos esa lógica: aquí es un colectivo, todos aportan, incluida la propia Presidenta, que tiene un respaldo tremendo. Todos tenemos algo que aportar.
-Sobre el diseño político, ¿debe haber una interlocución formal del Gobierno con los movimientos sociales?
-Yo entiendo que los movimientos sociales no son un problema, sino que un capital para mejorar las perspectivas de cumplimiento de los programas. Y eso implica establecer con ellos una relación adecuada. Esto tiene dos requisitos básicos. Uno, no hay que alterar su autonomía. Pero por otro lado no hay que entender que el movimiento social representa a Chile entero. O sea, no hay que enamorarse del movimiento social. Jugar con ambas perspectivas creo que va a permitir una sana relación.
-¿Cuánta representatividad tiene el movimiento social?
El movimiento social debe tener una representatividad que uno tiene que asumir, pero no representa a todo el mundo tampoco. O sea, yo también soy parlamentario y a mí me votó una cantidad de gente. Y quiero decir con franqueza que en buena parte de mi mundo la gratuidad en la educación no es tan relevante, porque tengo 20 mil jóvenes que ni estudian ni trabajan.
-A propósito de la polémica por la subsecretaria de Educación, ¿tomó la temperatura de cómo será la relación con diputados como Giorgio Jackson y Camila Vallejo?
-Mire, voy a repetir una frase de don Andrés Zaldívar de un tiempo atrás: cuando se llega a corporaciones o a instituciones, se aprende rápido. El peso de las instituciones es muy fuerte. Así que yo no tengo problemas en eso.