Política
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Cordero y la Alianza post elecciones: "Hay que sincerar errores para corregirlos"

El emblemático abogado UDI afirma que "no quiero ver una noche de los cuchillos largos" y que lo central es "volver a construir un proyecto valórico, cultural y político" del sector. "Tengo el serio temor de que haya liderazgos políticos que prefieran negociar por su cuenta con un gobierno de Bachelet".

por:  Sebastián Minay C./La Segunda
viernes, 29 de noviembre de 2013
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"Todo lo que han hecho Evelyn Matthei y su comando merece el mayor de mis respetos. Han asumido un desafío en condiciones muy adversas y miro esto desde afuera: no me siento con autoridad moral para hacer alguna crítica. Y si tuviera alguna, la haría en privado y en ningún caso públicamente antes de la segunda vuelta".

Decidido a no acusar responsabilidades del comando de la abanderada, pero reconociendo que la segunda vuelta está "muy cuesta arriba, muy adversa, porque el resultado parlamentario no fue bueno y porque la distancia entre ambas candidatas en primera vuelta es muy holgada" se declara Gonzalo Cordero. El abogado UDI y ex «samurái» lavinista subraya con fuerza que "sigo creyendo que esta elección tiene que dejarle a la centroderecha una tarea de análisis político más que electoral"... y de inmediato desmenuza un virtual manual de supervivencia del sector para los próximos cuatro años, si son derrotados.

"La centroderecha tiene que meditar muy bien qué tenemos que hacer para adelante. Si Michelle Bachelet gana, hay una interpretación de que ella es un fenómeno electoral y que habría ganado igual. Por lo tanto no nos hagamos una autocrítica dura y no nos autoflagelemos".

-Una reacción autocomplaciente...

-Autocomplaciente y errónea. La otra opción es pensar que hay razones más de fondo que llevaron a que sufriéramos un retroceso electoral que nos dejó con una representación parlamentaria del año 1989 y con una votación presidencial bastante más baja que el '89.

-¿Qué lecciones de esta derrota no deben pasarse por alto?

-En los últimos años, todos aquellos valores que en el mundo occidental representan un proyecto de centroderecha, en Chile se han deteriorado seriamente. El emprendimiento privado es visto únicamente como abuso, la industria del retail sólo es asociada a La Polar y abusos; el sistema financiero es visto como con tasas muy altas y al que hay que regular; en el sistema previsional vemos que las pensiones son injustas. Todo esa valoración social negativa ha llevado a que aquellos elementos que debieran ser la esencia de un proyecto político de centroderecha se hayan vuelto impopulares.

-¿Cuánta responsabilidad le cabe al gobierno en esta "demonización" de valores?

-El gobierno ha tenido una gestión excelente, pero no ha podido construir un discurso que le dé proyección a un proyecto político. No es únicamente una responsabilidad del gobierno: también los partidos, los parlamentarios y dirigentes que ven en la próxima elección la única motivación. También quienes tampoco hemos intentado influir o levantar la voz, y en eso hago un mea culpa.

-¿Cómo va a marcar a la derecha de los próximos años ese cuadro, sumado a la condena a los partidarios de Pinochet?

-El primer desafío es volver a construir y defender un proyecto político propio. Y si eso implica defender posiciones impopulares, hay que hacerlo. ¿Por qué? Muchos creen que si Bachelet gana y aplica las reformas que propone, serán un golpe a la línea de flotación del crecimiento del país, el empleo no va a seguir creciendo como ha crecido, y que cuando eso suceda, las personas van a valorar el gobierno del Presidente Piñera.

-O sea, el discurso de los piñeristas: que echen de menos al Presidente.

-Exacto. Y eso peca de un optimismo excesivo.

-¿Por qué?

-Comparto el diagnóstico de que si la Nueva Mayoría hace lo que dice que va a hacer eso le va a pegar al crecimiento del país y la gente lo sentirá. Pero creer que eso significará una capitalización política inmediata de la centroderecha es un error. Ese escenario lo capitalizará quien sea capaz de construir un relato que justifique mejor esos problemas del país. Si la centroderecha no construye un discurso basado en sus convicciones desde el día uno, desde ahora... probablemente se va a encontrar con que en tres años más la izquierda dirá que los problemas económicos son porque las reformas que hicieron son insuficientes, y que hay que hacer más reformas.

Pensar que ese relato se construirá solo, y que la gente echará de menos espontáneamente al gobierno... es una explicación demasiado optimista y un poco superficial. Estamos a tiempo de reconstruir un discurso moderno, actual, que nos permita desde ya, si Bachelet gana, tener una explicación consistente de por qué el país dejó de progresar.

"Se requiere un mínimo común denominador"

"La centroderecha también tiene que trabajar mucho más su capacidad de construir alianzas. Eso requiere un mínimo común denominador, un núcleo común de convicciones que todos estemos de acuerdo en defender. Lo que no forma parte de ese núcleo queda entregado a la diversidad y desacuerdo, sin que por eso nos descalifiquemos en términos de legitimidad".

-¿Cuál mínimo común denominador?

-Uno económico-social, que sea la base del desarrollo. Eso deja fuera elementos valóricos, la historia de cada uno. Si nos descalificamos al plantear nuestras diferencias en eso, es imposible una alianza política.

- ¿Por ejemplo?

-Desde que se plantea una "nueva derecha", eso es excluyente.

-¿Al igual que la "debilidad ética" que planteó el ministro Hinzpeter?

-Exacto. Es muy difícil pedirle a alguien que forme una alianza política con aquellos que lo quieren sacar del juego.

-¿Cree que eso está haciendo el piñerismo? Se ha comentado mucho que el único del sector que sube en las encuestas es el Presidente.

-La centroderecha va a necesitar, más que liderazgos electorales, liderazgos políticos. No va a bastar, en el ambiente adverso que puede ser para nosotros un gobierno de izquierda, construir una candidatura desde la mera popularidad.

Además, con la correlación de fuerzas en el Congreso, sumado a que este año y medio ha dejado fisuras personales y humanas más profundas que nunca en el sector, tengo el serio temor de que haya liderazgos políticos que prefieran negociar por su cuenta con un eventual gobierno de Bachelet.

-¿De quiénes sospecha?

-De nadie en particular. Pero un gobierno de Bachelet va a intentar dividir para gobernar, y si los parlamentarios de centroderecha caen en la tentación de hacer negocios individuales en beneficio propio pero en perjuicio del sector... eso es sólo ahondar la crisis.

"Hay que sincerar los errores, para corregirlos"

-El proceso postelectoral de sincerar y reconocer los errores del sector, ¿debe incluir al Presidente o se lo mide con otra vara?

-Hay que sincerar los errores para corregirlos. No quiero ver al sector en una noche de los cuchillos largos que dure un año si perdemos la elección presidencial. Sí creo que han cometido muchos errores el gobierno, los partidos y personas como yo, que también tenemos que reconocerlo.

-En eso, ¿al Presidente se lo debe tratar con más benevolencia o no?

-No, se lo debe tratar con el mismo respeto pero con el mismo rigor intelectual y honestidad con el que se tiene que tratar a todos los dirigentes políticos.

-¿No está exento del análisis que se haga?

-¿Por qué tendría que estarlo? Pero dentro de un análisis constructivo, para corregir errores y no para entrar a una fase de canibalismo. Puedo estar en desacuerdo en muchas cosas con el Presidente y será una figura insoslayable, pero que tenga diferencias de juicio con él no significa que no quiera que forme parte de esta coalición.

-Sus posibilidades de intentar volver el 2017, ¿son las mismas después de estos resultados y si se pierde la segunda vuelta?

-El resultado electoral no es irrelevante, ocurre al terminar su gobierno. Pero es equivocado y un cierto acto de frivolidad empezar a pensar ahora en el candidato que podemos tener en cuatro años más. Tenemos que volver a construir un proyecto valórico, cultural y político, y en cuatro años más pensar en quién lo representa. Si no, caemos en lo que hemos caído algunas veces en los últimos años: entender la política como una subcategoría del retail , una simple oferta de productos.

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