La intervención militar es percibida hoy como un hecho más violento, menos legítimo y con menor apoyo del que se registraba hace diez años atrás. Responsabilidad de Allende y la UP disminuyen.
El Golpe de Estado de septiembre de 1973 es ampliamente percibido como el hecho más relevante de la historia chilena de los últimos cien años y con el paso del tiempo es juzgado por las nuevas generaciones como un suceso más violento, menos legítimo y con menor respaldo social. Estas son parte de las conclusiones de un estudio de opinión pública realizado por el Centro de Medición de la Universidad Católica (MIDE-UC) y la Escuela de Sicología del mismo plantel que indagó sobre los significados y proyecciones asociadas al 11 de septiembre de 1973 para verificar cómo ha variado la percepción de las distintas generaciones sobre dicho evento.
El trabajo fue realizado por los investigadores Jorge Manzi, Andrés Haye y Héctor Carvacho y se titula "La memoria colectiva del 11 de septiembre de 1973: la persistencia intergeneracional de un pasado marcado por las identidades ideológicas". Sus conclusiones se extraen a partir de datos recogidos en una encuesta realizada a 792 personas de la Región Metropolitana en diciembre del año 2000 y en otra efectuada a 1.294 personas de Santiago y las seis principales ciudades de Chile, entre septiembre y octubre del 2012.
De dicha información, los académicos concluyen que el Golpe de Estado es ampliamente percibido como el hecho más relevante de la historia chilena de los últimos cien años (ver cuadro), apareciendo como más violento, menos legítimo y con menor apoyo que hace una década. Asimismo, la crisis económica sigue siendo la causa principal, aunque menos relevante que antes, y la responsabilidad de Allende y la UP disminuyen, mientras que la de Pinochet, las Fuerzas Armadas, EE.UU. y la DC muestran mayor estabilidad.
Además, la decisión de las FF.AA. se asocia más a la presión de grupos opositores a la UP que a la presión social; la posición del centro político se aproxima más a la de la izquierda y los adherentes de derecha manifiestan un cambio hacia una posición menos legitimadora del Golpe.
También las violaciones a los derechos humanos son ampliamente reconocidas y aumentan quienes sostienen que dichos atropellos corresponden a prácticas sistemáticas de organismos represivos.
Finalmente, se reafirma la convicción de que el progreso económico que se asocia al régimen militar no justifica los atropellos a los derechos humanos.