Política
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La próxima campaña de Andrés Velasco

El ex ministro de Hacienda asegura que está feliz de haberse quedado dentro de la elección primaria de junio, aunque no esté compitiendo por la primera vuelta presidencial en noviembre. Confirma que sus esfuerzos estarán centrados en un movimiento que impulsará reformas políticas, buenas prácticas en el sector fiscal y privado, y en las libertades públicas.

por:  Felipe Edwards Del Río
viernes, 09 de agosto de 2013
Velasco

El ex candidato presidencial, Andrés Velasco.


Foto Fabián Ortiz

Se ve como otro Andrés Velasco, muy distinto al candidato que celebró su segundo lugar por el Pacto Nueva Mayoría en las elecciones primarias presidenciales del 30 de junio.

La adrenalina, el agotamiento físico y la alegría de esa noche han sido reemplazadas por una tranquilidad y hasta distensión, fruto de dos semanas de descanso en Estados Unidos junto a su señora, la periodista Consuelo Saavedra, y sus tres hijos: Rosa, de 8 años, Ema, de 5 años, y Gaspar, de 3.

Hoy, una nueva misión motiva al ex ministro de Hacienda de 53 años. En su oficina en el cuarto piso de un moderno edificio en Pedro de Valdivia Norte, con calma y convicción, y sin perder su estilo docente norteamericano, explica los objetivos del movimiento político que anunció esa noche tras reconocer el triunfo de Michelle Bachelet.

Insiste que no se arrepiente de permanecer en la elección primaria vinculante y, al no ganarla, quedar excluido de la primera vuelta presidencial de noviembre. “Yo tomé una decisión, y me alegro de haberla mantenido, que era dar la pelea desde dentro y luchar por ayudar a reformar y a modernizar y, por qué no decirlo, de liberalizar la alianza de centro-izquierda en Chile”, afirma.

—Para muchas personas el centro político liberal quedó huérfano después del 30 de junio.
—Esto no es un asunto reciente ni depende de mí. El centro de Chile hacía tiempo que viene careciendo de representación. Hay mucha gente que no se siente representada por ninguna de las ofertas de los partidos políticos tradicionales. Ese es en buena medida el electorado al que tratamos de apelar.

—Ahora, a más de un mes de las primarias y después de las sorpresas que se dieron en la Alianza, ¿cómo ve el proceso de las primarias? ¿Cumplieron con su objetivo?
—Las primarias fueron un éxito, lo único que fracasó fue que los partidos no estuvieron disponibles para usar el mismo mecanismo para las elecciones parlamentarias. El éxito parte por el número de personas que votó. Los más optimistas decían que votaría un millón y al final votaron tres millones. Desmintió la idea de que a los ciudadanos no les importa lo que pasa o que están alejados de la política.

—¿Cuál es el futuro en que está pensando Ud. después de la elección? ¿Ha reconsiderado participar en un eventual gobierno de la Nueva Mayoría, o se va a dedicar exclusivamente al movimiento que anunció al concluir la primaria?
—Con la gente que trabajó en la campaña nos vamos a dedicar a formar un movimiento. Estamos en eso. No puedo todavía dar una fecha, pero vamos a anunciar pronto los plazos.
Vamos a formar un movimiento que intente continuar representando a este electorado que nos apoyó. Más importante aún, va a tener un propósito, que es seguir trabajando por mejorar la política y por fortalecer las libertades públicas, que fueron dos temas muy centrales en nuestra campaña.

—¿Usted ha hablado con la ex Presidenta Bachelet desde la elección primaria?
—No desde ese día. Además, yo estuve un par de semanas fuera de Chile, y ella estuvo un par de semanas fuera de Chile.

—¿Hablaría o colaboraría con ella?
—No está agendado, pero ciertamente siempre estoy disponible para conversar con ella o con quien sea. Pero mis esfuerzos personales, lo he dicho anteriormente, estarán centrados en el movimiento.

—Usted habla de un movimiento, pero no de fundar un partido político. ¿Cuál es la diferencia? ¿Por qué uno y no el otro?
—Hay muchas diferencias. No quiero descartar lo que podría pasar en un futuro mediano o lejano, pero hoy es un movimiento, entre otras cosas porque tiene un propósito prioritario, que es la reforma de la política. Eso permite que participen personas que no tienen por qué estar de acuerdo en cada asunto.
Esto es un movimiento político. No estamos hablando de un centro de estudios, no estamos hablando de escribir documentos. Estamos hablando de incidir en los cambios políticos que a Chile le hacen mucha falta.

—Usted ha hablado de reformas políticas. ¿Cuáles considera las más importantes?
—Yo creo que en Chile la discusión sobre las reformas políticas se han centrado demasiado en el cómo y poco en el qué: ¿Qué hay que hacer? ¿Qué hay que cambiar?
Hay que cambiar el sistema electoral. Hay que transitar de un sistema binominal a un sistema mixto que combine las dos cosas que Chile necesita, por un lado la estabilidad política, y por otro barreras de entrada lo suficientemente bajas para que nuevos movimientos puedan participar y hacer sentir su voz.
Segundo, hay que rebajar muchos de los quórum excesivos heredados de la era de la dictadura y que le dan a una minoría un veto. Esto es cierto tanto de las leyes orgánicas como de los nombra?  mientos. No tiene sentido que para confirmar al Contralor o a un consejero del Banco Central o a un consejero de Televisión Nacional, para dar sólo unos ejemplos, se requiera una cifra que no sea una mayoría simple de 50 por ciento más uno.
Hay que modificar de raíz la Ley de Partidos Políticos. Los partidos políticos en Chile tienen una democracia interna muy precaria y bajísima transparencia.

—¿Cómo mejoraría la transparencia de los partidos chilenos?
—Proponemos el financiamiento público de los partidos, cosa que es impopular pero a veces hay cosas impopulares pero que son correctas. Los partidos políticos juegan un papel público y por lo tanto merecen un financiamiento público.
Lo importante es entender que no debe ser un cheque en blanco. Tiene que ser a cambio de democracia interna, de transparencia total, de auditoría de cuentas, y de algo muy importante, que los partidos se comprometan a tener primarias obligatorias.
La cuarta reforma se refiere al dinero y la política. Tiene que ver fundamentalmente con el financiamiento de las campañas y con la ley del lobby.

—Eso es más allá del financiamiento de los partidos…
—Y del financiamiento de actividades políticas como el lobby. Me parece escandaloso que en Chile no haya regulación alguna del lobby. Ha habido dos proyectos de ley, y sin embargo ninguno de los dos ha estado ni siquiera cerca de aprobarse.
Lo medular es tener un registro nacional de lobistas. Cuando uno ve a un tipo en un pasillo del Congreso con un maletín, uno quiere saber quién es y para quién trabaja, ¿cierto?

—Usted habló mucho sobre las buenas prácticas durante su campaña. ¿Qué propone para promoverlas?
—Las buenas prácticas son de la política, pero también son de la sociedad y de los mercados. Creo que aquí hay espacio para avanzar en ambas direcciones.
Nuestras normas de gastos en las campañas dejan mucho que desear, entre otras cosas porque lo único que está normado es el gasto durante la fase formal de la campaña, los últimos 60 días, cuando duran mucho más de los 60 días. Previo a ese período, no hay norma alguna.
También es bien evidente que el Servel tiene una bajísima capacidad para fiscalizar los gastos de las campañas.

—¿Y respecto al mundo privado?
 —Hemos avanzado mucho en leyes antimonopolio y de promoción de la competencia, pero todavía nos falta porque las multas son bajas y porque no existen sanciones penales. Hay empresas que siguen con prácticas anticompetitivas y sacan la cuenta que si los pillan pagan la multa.

—Otros ejemplos…
—Chile sigue siendo un país en que se discrimina en la contratación, y eso es evidente. Hay evidencia empírica, hay trabajos académicos que así lo demuestran, y basta con leer los avisos económicos cuando hay empresas que piden señoritas de buena presencia…

—Usted habló de promover las libertades públicas. ¿Por qué las considera tan prioritarias?
—Chile ha cambiado mucho, y los partidos políticos chilenos no han entendido a cabalidad el cambio en los valores de los chilenos. Chile es un país mucho menos tolerante del paternalismo, mucho menos tolerante de la idea de que algún ente, ya sea el Gobierno o la Iglesia, les dé instrucciones a los adultos acerca de cómo comportarse.
En la campaña, nosotros fuimos muy claros respecto a nuestra postura en materia del matrimonio igualitario con adopción, en materia de la interrupción del embarazo, en la despenalización del autocultivo de marihuana.
Me parece importante que la legislación en Chile refleje esta nueva realidad valórica de los chilenos, y eso no ha ocurrido así. El establishment político ha sido lento y conservador a la hora de legislar.

—¿El movimiento tiene un nombre?
—No. Lo estamos consultando con la almohada…

—¿Bajo qué condición este movimiento sin nombre estaría dispuesto a convertirse en un partido o optaría finalmente por influir en la política desde afuera sin entrar en una competencia directa?
—Esa no es una pregunta que esté en condiciones de responder hoy, entre otras cosas porque éste es un ente colectivo. Cada cosa a su tiempo. Nos parece que hoy hay ciertas prioridades, que son estas tres —las reformas a la política, a las buenas prácticas, y las libertades públicas—, y queremos unir nuestras voluntades en torno a eso. Lo que pueda ocurrir en algunos años más, no me siento hoy en condiciones de poder decirlo.
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