Política
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La difícil ruta de Matthei en la UDI antes de llegar a su momento más expectante

A las puertas de que el gremialismo zanje la encrucijada de llevar o no a la ministra del Trabajo como su tercera candidata presidencial en menos de tres meses, su rol en el Ejecutivo ha estado cruzado, políticamente, por una compleja relación con su propio partido...

por:  Sebastián Minay C.
viernes, 19 de julio de 2013
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Entre las diversas llamadas telefónicas que la ministra del Trabajo ha recibido desde que los hijos de Pablo Longueira informaran que su padre se veía forzado a abandonar la campaña presidencial, hay al menos de tres tipos. Las del Presidente -nexo que tal vez es la única prueba de que en la derecha las rupturas se pueden recomponer-; las de algunos colegas de gabinete que le preguntan cómo está viviendo esta situación; personeros y parlamentarios que la han respaldado, y otros que tienen interrogantes acerca de su futura relación con la UDI.

Y es que la inquietud que circula entre algunos nombres del gremialismo respecto a si las incomodidades programáticas que ya vivieron con Laurence Golborne se repetirían, si ahora nominan a Evelyn Matthei candidata, han marcado uno de los puntos del trance por el que atraviesa el gremialismo.

No pocos han recordado que el 2010, la entonces senadora fue duramente criticada por legisladores de la UDI -el diputado Gustavo Hasbú n pedía pasarla al Tribunal Supremo- tras hacer dupla con su par PS Fulvio Rossi en un proyecto sobre el "aborto indirecto", como lo definió ella, y no "terapéutico".

Lo que para algunos diputados (y diputadas) es una discusión legítima de zanjar, para otros no es más que una de las últimas muestras de resistencia al nombre que -salvo otro nuevo vuelco de última hora- la UDI terminaría abrazando en las próximas horas, para intentar resolver de una vez por todas el naipe presidencial 2013 con RN.

Bajo riguroso silencio público desde que comenzó a sonar (ya por segunda vez en el año) como candidata de un partido al que tomó por adopción hace más de 15 años, pero del que en mayo pasado reclamó que "no me quiere" , Matthei y la UDI se enfrentan ahora a la que puede ser una vuelta de tuerca decisiva en su difícil convivencia. Y que ha tenido hitos y giros clave durante su paso por el gobierno.

A favor Matthei cuenta con lo que algunos describen como un férreo nexo -otros como un vital pacto- con Piñera, de quien suele valorar sus virtudes, y buenas relaciones con no pocos ministros.

Y aunque al recalar en la UDI en los '90 contó con el fuerte apoyo de Pablo Longueira, con el correr de los años se ha alejando cada vez más del establishment la tienda, y eso en parte ha alimentado la constante observación de que "no forma parte del ADN de la UDI". Además de sus diferencias valóricas con la tienda, ha tenido desacuerdos con dirigentes como Joaquín Lavín , Juan Antonio Coloma o Jovino Novoa .

Su ya antigua y radical enemistad mutua con Andrés Allamand , en tanto, ha sido un ingrediente extra en el complejo panorama presidencial.

Su alianza con Piñera

Trabajo fue sólo uno de varios ministerios para los cuales se barajó su nombre. Ya antes del inicio del gobierno circuló con alguna chance para el gabinete inaugural de Piñera, pero esa vez el Presidente optó por no repartir pendrives a ningún senador.

Para entonces, la relación entre el gobernante y Matthei venía de recomponerse notoriamente de su histórico quiebre del "Piñeragate", y ella lo apoyó durante la primera vuelta del 2009. Ese año la entonces senadora se enfrentó a mano limpia con adherentes de la Concertación durante una visita del entonces candidato a Coquimbo.

Entonces Matthei se refería a él como "Sebastián". Después de que Piñera ganó la elección y de que asumió en La Moneda, los dos se siguieron tuteando . Sólo el fichaje de ella en el gabinete, en enero del 2011, impuso la formalidad del "usted" en el trato diario, aunque sin cambiar la franqueza con que suelen conversar.

Y aunque el Presidente la ha reprendido en privado en más de una ocasión por las salidas de libreto que la han hecho famosa (las mismas que a veces han alarmado a algunos asesores del Jefe de Estado), él valora su lealtad y su firmeza .

En cualquier caso, el respaldo verbalizado ayer por el Presidente a su virtual candidatura llega justo en los momentos en que Matthei, al igual que otros ministros, cree que Piñera tiene una buena opción de repostular el 2017.

Choques con la UDI

Su nombramiento en Trabajo -l mismo tiempo que Allamand en Defensa, en enero del 2011- denotó que llegaba a una cartera complicada, bastante lejana de su anhelo de debutar en un "ministerio sexy" , como lo comentaba entonces.

A los pocos meses su rol en el gobierno, y sus propias aspiraciones, chocaron con la UDI. En la antesala del cambio de gabinete de julio de ese año, el partido ya no pudo seguir blindando a la entonces vocera Ena Von Baer -quien se había librado por poco de salir en enero-, y el nombre de Matthei cobró fuerza. Hasta algunos muy cercanos al Presidente la consideraban favorita para el cargo, a pesar del riesgo asociado a su carácter.

Pero la directiva de la UDI, encabezada en esa fecha por Juan Antonio Coloma, se opuso y la opción del "coronel" Andrés Chadwick se impuso. Una indignada Matthei declaró entonces que con la llegada de éste y Longueira (Economía) "el gobierno pagó el precio por mantener al ministro Hinzpeter ", y encaró personalmente a Coloma, a quien culpó de haberla vetado .

La relación entre ambos ya estaba deteriorada. Casi un año antes, en agosto del 2010, Matthei sorprendió al unirse a la lista con que José Antonio Kast enfrentó infructuosamente a Coloma por las internas del partido.

La ruptura Matthei-Coloma se disipó en parte a comienzos de este año, luego de una conversación a puertas cerradas. El senador por el Maule era ayer por la tarde uno de los que planteaba en la comisión política de la UDI no descartar nuevas elecciones primarias en la coalición.

Auge y caída de la era "Nureyev"

En ese cuadro, una vez en el gabinete Matthei apostó por potenciar un perfil independiente y con un fuerte sello fiscalizador -entrando en un nicho de cierta forma similar al de Longueira en Economía-, en lugar de convertirse en un bastión gremialista en el Ejecutivo.

En paralelo, su fuerte carácter le permitió ganar bonos en aquellos sectores oficialistas que estimaban que al gobierno le faltaba firmeza para defender su tarea, aun al costo de las polémicas de la ministra.

Pero para entonces no había, sencillamente, espacio político para sus posibilidades presidenciales. Hacia mediados de 2011 Laurence Golborne ya se perfilaba con cierta fuerza, y aún no se zanjaba la disputa interna en la UDI para definir entre él y Longueira.

Matthei, además, ya había optado por Golborne: lo conocía por intermedio de sus hermanos desde hacía años y apostaba por su potencial antes de la fama que le trajo el rescate (octubre 2010). Pese a las advertencias y llamados de atención a cuidar la prescindencia y neutralidad, la ministra lo apoyó abierta y frecuentemente en público, llegando al ya casi mítico extremo de compararlo con el fallecido bailarín ruso Rudolph Nureyev.

Sus sugerencias y consejos políticos a Golborne tomaron otro cariz con la entrada en el juego de Allamand (septiembre de 2012, tras el accidente en Juan Fernández). Matthei comenzó a advertirle al entonces biministro que al frente tenía un rival dispuesto a jugar muy duro , y que debía evitar "caer en el juego" de entrar en diferencias políticas con él.

Matthei y el hoy ex ministro RN jamás han recompuesto relaciones luego del último de varios quiebres desde los tiempos de la «Patrulla Juvenil». Fue, recuerdan, por la asignación de presupuestos al Transantiago, cuando los dos eran senadores. "No guardo rencor, pero corto relaciones" , comentó escuetamente a este diario sobre el tema, en diciembre del 2010.

El en un inicio fuerte nexo político con Golborne, eso sí, perdió intensidad entre fines de 2012 y comienzos de este año. La anticipada salida de él y Allamand del gabinete (noviembre 2012) fue una mala noticia para los adherentes del primero, y Matthei se contó entre los que responsabilizaban al líder RN de "empujarlo" a salir.

Para entonces la ministra ya le había advertido francamente a Golborne que lo apoyaba, pero que el cuadro aún podía cambiar (como de hecho ocurrió) y que por tanto no podía negarse a priori a respaldar a otro nombre si resultaba mejor opción.

La performance de Golborne una vez fuera del gobierno, con su propio comando, comentan, no llenó las expectativas de la ministra. Ella, además, no salió del gobierno para sumarse a su equipo. Y su inquietud coincidió con las primeras alertas internas en la UDI de que el candidato elegido no despegaba con la fuerza suficiente como para imponerse como abanderado único, y evitar primarias con Allamand.

Matthei se mantuvo entonces en silencio por varias semanas, reacia a dar entrevistas y opinar sobre contingencia. Durante ese mismo verano, La Moneda -ya derechamente sondeando una posible carta de reemplazo- comenzó a medirla en secreto a ella y a Longueira. Los números la favorecieron.

Coincidentemente, a mediados de abril reapareció criticando dura y sucesivamente a Michelle Bachelet por no haber impedido que la Concertación destituyera a Harald Beyer , pero recalcando que le tiene "cariño", con lo cual aludía al nexo histórico de ambas familias. Pese a que la ministra ha insistido en que no lo hizo por cálculo político, su despliegue y -sobre todo- el hecho de que la ex Presidenta le contestara despertaron apuestas a su favor en algunos escritorios de La Moneda.

El episodio hizo que pasara inadvertida su negativa a asumir en Educación , cartera para la cual la habrían sugerido desde Suecia 286.

Exactamente una semana después, su distancia con Golborne se hizo pública. "Todos tienen que dar la cara" , dijo cuando se le preguntó por el Caso Cencosud. En esos mismos días, diputados UDI como Cristián Letelier y dirigentes como Manuel Cereceda la contactaron para sondear su disposición.

Por qué no se sumó al comando de Longueira

Con la brusca caída de Golborne y los sondeos a su favor, pareció que Matthei por fin quedaba en la grilla de largada. Pero la decisión política favoreció a Longueira. Y sostienen algunos, no se la informó a la ministra ningún miembro de la directiva UDI, sino que una alta autoridad de Palacio.

Con todo, en el dramático Consejo General que proclamó a Longueira, Matthei hizo suya la prevención de que el ahora retirado contendor corría el riesgo de ser acusado constitucionalmente por las irregularidades cometidas por el INE y el censo. El mismo argumento esgrimieron infructuosamente algunos diputados que ese día seguían defendiendo la opción de Golborne.

Cuando Longueira derrotó a Allamand, nuevamente concentró las apuestas para salir del gabinete y reforzar su comando. Pero ello le generaba gruesas dudas.

A los poco optimistas aprontes para el duelo con Bachelet, comentan sus conocidos, se sumaban sus anteriores roces con el generalísimo de Longueira, Joaquín Lavín . Y se agregaba el costo de abandonar -en esas condiciones- una cartera en la que ya estaba posicionada.

Matthei abordó el asunto al menos una vez con Piñera, y se mantuvo reacia a salir; el Mandatario tampoco dio luz verde a sus ministros en el último consejo de gabinete.

El sorpresivo cambio de escenario con la salida de Longueira dejó esta vez a la UDI con poco margen y menos alternativas distintas a Matthei. La ministra ha manifestado internamente que está disponible tanto para competir contra Allamand o como abanderada única, o incluso en una nueva primaria.

Ello, claro, siempre y cuando el gremialismo finalmente la proclame oficialmente como candidata. Mientras eso no ocurra y no se zanje la negociación UDI-RN, en Suecia 286 algunos creen que la tienda podría, con el aval de la carta de la ex senadora, negociar a un alto precio el apoyo a una candidatura única de RN (si es que eso fuera posible). Hipótesis que Matthei no ignora... y que no cree que se concrete.

 
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