"No tengo duda de que la ex Presidenta va a dar la cara y explicará con claridad su conducta y la de su gobierno ese día", afirma el ex senador y líder de la tendencia renovada del PS sobre la investigación del 27-F y su efecto en la campaña. "La gente no le va a exigir a Bachelet que dé vuelta la tortilla, sino transformaciones ciertas; pocas, pero sustantivas", sostiene.
Se encuentra descansando en su parcela cercana a Puerto Montt, frente al estuario de Reloncaví, después de reincorporarse recientemente a la actividad partidaria al conquistar un puesto en el nuevo comité central del PS en la última elección interna.
Ricardo Núñez Muñoz, 73 años, sociólogo, fue senador por Atacama durante veinte años y es líder de la renovación socialista. Acaba de terminar sus memorias de más de cuarenta años de vida política y se apresta a concluir otro libro sobre el PS y la Unidad Popular. Con esa perspectiva, analiza los desafíos políticos de la oposición en este año que se inicia.
-¿Echa de menos o guarda nostalgia del Parlamento?
-No, aunque al principio me costó adaptarme a no ser parlamentario, porque la vida cambia, y para bien. Más allá del Parlamento hay vida: he vuelto a la actividad académica, a leer y no vivo urgido por las coyunturas. Pero no es fácil adaptarse.
-¿Confía en que Bachelet anuncie en marzo su candidatura?
-Lo espero con gran expectación, porque significará un cambio sustantivo en la dinámica de la oposición, contribuyendo a aclarar este ambiente de confusión en el que se debate. Por ejemplo, este tema de si existe o no Concertación es absolutamente absurdo, porque todos sabemos más menos que la Concertación dejó de existir y tiene que dar paso a un entendimiento político superior.
-¿Hay que dar por clausurada la Concertación y abrir paso a una nueva, incorporando al PC?
-Centrar el debate en si se incluye o no al PC es empequeñecer esta nueva coalición. En ella deben caber nuevos partidos, entre ellos por cierto el comunista, pero además tener una vinculación activa con el movimiento social. La inclusión del PC no puede ser la piedra de toque por la cual no surge esta nueva coalición. Hoy las coaliciones deben pensarse como proyectos de país, más allá de los intereses electorales de los partidos.
-¿Ve con inquietud la primaria opositora del 30 de junio?
-Las primarias serán un gran avance para el sistema político chileno a condición de que se enfrenten con buena fe, intención sana y el dinero no sea un factor que determine la voluntad de quienes participen. Si por el contrario, son unas primarias amañadas, con triquiñuelas para que salga tal o cual candidato o candidata, las vamos a desprestigiar.
-¿ No teme que en una competencia con Velasco, Orrego y Gómez la ex Presidenta pueda salir algo magullada?
-Estoy convencido de que Michelle va a ganar esas primarias. Pero ello debe darse en el marco de un proceso que convoque a miles y miles de chilenos, y ello sea el inicio de un nuevo modo de hacer política. Pero, si las primarias se hacen desprestigiando al competidor, buscando los puntos negativos que éste pueda tener, si le sacamos la mugre o decimos cosas negativas de quien fue ministro de Hacienda, senador o alcalde, o estos digan cosas negativas de Michelle Bachelet, al final esto va a ser un circo que no va a respetar el sentido superior que debieran tener estas primarias y la voluntad de la gente.
-¿Aspira a que Marco Enríquez-Ominami se allane a participar en la primaria presidencial de la oposición?
-El no está actuando de buena fe, normalmente no ataca a la derecha sino a lo que fue la gestión de la Concertación y a sus partidos, particularmente al PS. Si esa va a ser su manera de enfrentar la primera vuelta, es muy difícil que quienes voten por él vayan a ser convencidos de votar después por quienes él denostó durante la campaña. En consecuencia, si él realmente quiere participar de un proyecto progresista, debiera ir a la primaria y aceptar el resultado de la misma. Si él gana esas primarias, por cierto lo apoyaremos como nuestro candidato, pero si va a la primera vuelta anteponiendo su imagen, que se ha ido desdibujando con el paso del tiempo, y lo hace denostando a las personas con las que compartió durante mucho tiempo, se está produciendo un engaño que no es bueno para la política, para él mismo y quienes hoy buscan atraerlo hacia las fuerzas opositoras.
-¿Y conviene integrar al PRO a una lista parlamentaria común, aunque ME-O compita en la presidencial con el candidato opositor?
-No veo cómo podríamos llevar al PRO a un pacto parlamentario si su principal líder va a tratar de enlodar a quienes buscan un pacto electoral. Esa contradicción no sería fácil de resolver, por lo tanto, si mantiene su disposición de ir a la primera vuelta, el pacto parlamentario es muy difícil.
-¿Está a favor de que todas las candidaturas parlamentarias opositoras se definan en primarias?
-Sí. Eso no es debilitar a las directivas de los partidos, por el contrario, las fortalece y las dota de mayor legitimidad en sus funciones. Si los partidos designan candidatos a dedo, lo más seguro es que vamos a tener un Parlamento donde la lealtad necesaria para apoyar al gobierno de esta nueva coalición se va a ver disminuida. Tanto en el gobierno de Michelle Bachelet como en el actual de Piñera, la relación del Parlamento con el Ejecutivo se ha deteriorado y las lealtades políticas se han debilitado. Un camino para remediar esto es darle la máxima legitimidad, eligiendo a los candidatos en primarias.
-En la dirigencia del PS confían en el triunfo de Bachelet, pero temen un exceso de expectativas frente al próximo gobierno que no puedan ser satisfechas.
-Comparto esa prevención. No hay prometer más allá de lo que se puede realizar en cuatro años. En ese sentido, el programa debe ser audaz, pero muy aterrizado en la realidad concreta del país; debe incluir cambios posibles de implementar y no quedarnos en el mero discurso. La gente no le va a exigir a Michelle Bachelet que dé vuelta la tortilla, sino transformaciones ciertas; pocas, pero sustantivas.
-¿Qué transformaciones?
-En la educación, el sistema previsional, en el campo de la energía y dar un salto cualitativo en las relaciones laborales. En reformas políticas, ir terminando con el presidencialismo extremo, avanzar en la regionalización, terminar con el sistema electoral binominal y generar una nueva Constitución, sea a través de una asamblea constituyente o dotando al Parlamento de facultades constituyentes, pero sobre la base de mucho diálogo.
-Se reactivó la investigación por el manejo de la emergencia del 27-F. ¿Podría ello perjudicar la campaña de Bachelet?
-Mi preocupación más bien es que la derecha utilice lo sucedido hace tres años con el terremoto con un sentido político electoral. Eso le hace daño a la vida política, porque no se puede jugar con la destrucción y la desgracia de personas que perdieron la vida. Lo que está haciendo el Gobierno es muy negativo y le va a rebotar en sus propias barbas, porque la gente se da cuenta de que hay un interés menor, de menoscabar a Michelle Bachelet. Se anuncia que el Presidente va a recorrer las zonas que fueron afectadas, ¿para celebrar una tragedia? Eso no ha ocurrido nunca en Chile, no se hizo para el terremoto de Chillán, ni el de Valdivia, porque son momentos de mucho dolor que requieren unidad nacional.
-Pero si Bachelet es candidata tendrá que responder sobre la forma como manejó la emergencia.
-Por cierto; no tengo duda de que va a dar la cara y explicará con claridad su conducta y la de su gobierno ese día, sin denostar a la derecha ni a las Fuerzas Armadas, no va a sacar a colación que ese día, curiosamente, no tuvo el helicóptero que había pedido.
-La ministra vocera llamó a la ex Presidenta a que pidiera perdón a las familias de las víctimas.
-Eso es demagogia pura, esa exigencia no corresponde en la situación actual. Yo hubiese querido que ella exhortara a quienes participaron en la dictadura que también pidieran perdón por lo que hicieron. Pidiendo perdón no construimos país, al contrario, enlodamos la política.