Política
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Escalona, a punto de concluir su gestión a la cabeza del Senado: Un balance de luces y sombras

La Moneda valora la colaboración que prestó para sacar adelante la agenda legislativa y sus adversarios políticos ponen de relieve el sello de Estado que le imprimió al cargo, aunque matizado con algunos rasgos autoritarios.

por:  Claudio Salinas M./La Segunda
viernes, 01 de febrero de 2013

Asumió el cargo en un clima de gran expectativa de sus pares y con el "peso de la historia" sobre sus hombros, porque el último parlamentario socialista que encabezó la testera del Senado fue nada menos que Salvador Allende, hace cuatro décadas.

Este simbólico hito hizo que su asunción -el 20 de marzo del año pasado- estuviera revestida no sólo de la solemnidad tradicional de estos actos, sino que además fuera acompañada de gestos significativos, como un mensaje que le envió Michelle Bachelet, la presencia de ex ministros de la Concertación y el reencuentro con el senador radical, José Antonio Gómez, a quien le agradeció su voto y le pidió disculpas por los insultos que le prodigó en la controvertida primaria del 2009.

Tras completar diez meses en la presidencia de la Cámara Alta, a pocas semanas de traspasar el mando y con una gestión en general bien evaluada por todos los comités parlamentarios, Camilo Escalona hace un balance positivo, pese a que tuvo una partida turbulenta a raíz de la herencia que le dejó su antecesor, Guido Girardi (PPD), con el polémico aumento de dos millones en las asignaciones de los senadores.

"Sin duda fue el peor momento que me tocó enfrentar en este cargo", confiesa el emblemático político del PS, porque precisamente se había autoimpuesto como eje de su gestión luchar para revertir la pérdida de prestigio y autoridad del Parlamento.

No resultó casual además que este primer "dolor de cabeza" al momento de asumir fuera gatillado por una denuncia del diputado Fidel Espinoza, uno de sus más tenaces detractores en el partido y duro competidor en la disputa interna por el cupo senatorial de Los Lagos.

La frustrada iniciativa de diálogo

Una vez amainada la ola negativa de opinión pública que siempre suscita el tema de las platas parlamentarias, Escalona se propuso darle un sello de Estado a su presidencia y en ese marco, en coordinación con su similar de la Cámara, el diputado Nicolás Monckeberg (RN), planteó al Gobierno su disponibilidad a concordar una agenda legislativa que permitiera agilizar el despacho de proyectos de alto interés social y ciudadano.

La iniciativa se gestó a inicios de junio a partir de un diálogo telefónico con el entonces ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter, pero fue abortada prematuramente después de que el timonel del PPD, Jaime Quintana, le quitara el piso político señalando que ese tipo de decisión les corresponde a los jefes de los partidos opositores y no al titular de la Cámara Alta.

"El debutó tratando de jugar un rol político articulador pero éste no prosperó porque no hubo los apoyos al interior de la oposición para eso. Además no es ese el papel que le corresponde al presidente del Senado", advierte el senador PPD Ricardo Lagos Weber.

Lo cierto es que no sólo el PPD cuestionó la operación, sino que en el propio Partido Socialista se plantearon voces críticas a la iniciativa de diálogo, aunque Osvaldo Andrade (PS) e Ignacio Walker (DC) le brindaron su respaldo.

A raíz de este traspié, Escalona optó por concentrarse en las funciones de conducción y coordinación legislativa, lo que le ha granjeado el reconocimiento del Gobierno y de las bancadas oficialistas, porque con ello contribuyó de manera gravitante a agilizar la tramitación de iniciativas de especial interés del Ejecutivo.

Así lo acredita el propio encargado de las relaciones con el Parlamento, el ministro Cristián Larroulet. "El presidente del Senado ha cumplido muy bien su rol y agradecemos su actitud de responder siempre a las demandas y prioridades que el Ejecutivo le ha planteado al Senado de la República, estar siempre abierto a las urgencias que hemos puesto y velar porque este funcione con eficacia para sacar adelante la agenda", aseguró el secretario de Estado cuando fue consultado por este diario.

El ministro ilustró este espíritu con la última jornada de trabajo legislativo, el 23 de enero pasado, a la que llamó "súper miércoles" porque ese día la Sala debatió y votó cuatro proyectos del Gobierno, entre ellos el reintegro del impuesto específico al diésel a los transportistas, la creación del Ministerio del Deporte y el que simplifica la creación de sociedades comerciales.

Un estilo singular de conducción

Más allá del trabajo propiamente legislativo, este temprano militante del PS e hijo de obrero panadero y que llegó a ocupar el segundo cargo en jerarquía del sistema político chileno, ha impuesto también su impronta con un particular estilo de conducción en esta rama del Congreso Nacional.

Muy poco dado a las solemnidades y los rígidos protocolos, con frecuencia ha hecho bromas o comentarios humorísticos para alivianar las debatidas y a veces áridas sesiones de sala.

En ocasiones suele hacer blanco de tallas a su compañero de testera, el vicepresidente Alejandro Navarro (MAS), cuando a éste se le ha olvidado pronunciar la consigna con la que cierra invariablemente sus intervenciones --"Patagonia sin represas, nueva Constitución ahora"- o por ser el frecuente y en ocasiones único animador de la hora de incidentes, al cierre de cada sesión ordinaria.

En otra oportunidad, en un lapsus linguae que le hizo rememorar la etapa en la que le tocaba presidir convulsionados plenos del comité central en su partido, trató de hacer callar a los senadores con un sonoro "¡silencio, compañeros!", aunque pidió inmediatas excusas por el exabrupto.

Esta inclinación a la informalidad es valorada por los funcionarios del Senado, algunos de los cuales consultados para este artículo dijeron valorar el trato afable y respetuoso que ha mantenido con ellos el presidente de la corporación. Agregan además que ello no ha sido la tónica en algunos de sus antecesores en el cargo, particularmente en décadas pasadas.

No obstante, algunos senadores hacen notar que Escalona también ha mostrado ribetes autoritarios, sobre todo en las sesiones de sala cuando decisiones de la mesa que encabeza son controvertidas por los parlamentarios.

"El ha desempeñado el cargo con mucha altura y asumido una responsabilidad de Estado, sin buscar sacar ventajas políticas o personales, pero a ratos es un poco autoritario y tiene arranques que no son los más adecuados", opina el senador Hernán Larraín (UDI), quien presidió el Senado entre 2004 y 2005.

"Muchas veces, cuando hay discusiones en la sala por la forma como la mesa interpreta el reglamento o toma una decisión, simplemente no deja lugar a la discusión. En ocasiones se ha demostrado que estaba equivocado y no ha dado espacio a una revisión o un debate ulterior, manteniéndose en la misma determinación, sin ceder. Pese a ello, sumando y restando, ha sido un muy buen presidente del Senado", precisa el mismo parlamentario.

Una figura influyente

Hoy formalmente sin ningún cargo en su partido, Escalona deberá enfrentar una difícil campaña para reelegirse en la senaduría de Los Lagos, una vez que deje la testera y retorne a su pupitre dentro del hemiciclo.

Sin embargo, a propósito de su cercanía con Michelle Bachelet, todos le auguran un rol importante en las definiciones políticas de este año y, eventualmente, en un próximo gobierno en caso de que este llegue a ser integrado por la actual oposición.

Por esa razón, alguien que nunca se ha fiado de Escalona, ni aún cuando este promovió un diálogo con la administración Piñera o cuando fustiga a quienes propician giros a la izquierda, el senador y presidente de Renovación Nacional, Carlos Larraín, testimonia su escepticismo.

"Con don Camilo Escalona se ha probado la doctrina de que las investiduras transforman a las personas. El ha tratado de ser ecuánime en su oficio, pero seamos realistas, no nos engañemos, el senador Escalona es la avanzada de doña Michelle Bachelet y quiere decirnos que el eventual gobierno de ella va a ser muy apacible, muy respetuoso... tengo mis serias dudas al respecto", grafica Larraín en su particular estilo.

Ajeno a tales razonamientos, a la hora de las evaluaciones, el presidente del Senado asegura que en todo momento procuró hacer una gestión institucional, con sobriedad y sin estridencia. "Me podré haber equivocado pero he actuado siempre con rectitud", dice.

Al asumir había advertido que cumpliría las obligaciones legales y constitucionales que conlleva el cargo, pero sin dejar de ser un senador de oposición. Pero en la práctica no ejerció ningún rol de articulación en ese sentido, sino que se limitó a alinear su votación con las bancadas opositoras y facilitar la presidencia para las reuniones políticas de dicho conglomerado.

Al aproximarse al cierre de esta experiencia, Camilo Escalona evoca a Allende para resumir lo que, asegura, fue su principal elemento inspirador: "He tratado de actuar con una sola filosofía, la de que los socialistas somos republicanos y, por tanto, respetamos las instituciones, nos gusten o no, y pensamos que la transformación democrática del país se hace por la vía institucional".

 
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