El 64 % de los encuestados se opone terminantemente a volver al sistema obligatorio.
Se trata de una de las interrogantes centrales planteadas en estos comicios, que suponen el debut del sistema de inscripción automática y voto voluntario, impulsado para aumentar la participación electoral y rejuvenecer el padrón. A la luz de la encuesta, el objetivo en parte se cumpliría, pues con estos números podrían estar votando hasta unos 9 millones de electores, dos millones más de los que lo hicieron, por ejemplo, en la segunda vuelta presidencial de 2010, pero muchos menos de los 13 millones que hoy se encuentran legalmente habilitados para sufragar.
Sin embargo, las cifras llevan a algunos analistas (ver columna de Eugenio Guzmán) a advertir dudas sobre la efectividad mostrada hasta ahora por las distintas candidaturas municipales para atraer nuevos votantes. En efecto, en junio pasado, frente a la misma pregunta y antes de que los partidos terminaran de definir a sus candidatos, la suma de quienes «de todas maneras» o «muy probablemente» votarían llegaba al 67%, casi lo mismo que ahora. Ello, pese a que en el intertanto un número sustantivo de postulantes ya ha estado realizando intenso trabajo electoral.
Sin vuelta atrás
En cualquier caso, la encuesta muestra que -más allá de las aprensiones del mundo político- el voto voluntario parece haber llegado para quedarse: el 85% de los encuestados lo evalúa positivamente y sólo el 11% tiene una visión negativa. Más aún: incluso si la participación electoral en octubre fuera muy baja, el 64% se opone terminantemente a volver al sistema obligatorio.