Política
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Genaro, de protagonista a espectador del «No»: "La película está muy bien... como ficción"

"Es falso decir que los publicistas determinaron el contenido político, porque nunca se les pidió y no era tampoco su materia", señala Arriagada.

por:  Por Claudia Valle J./La Segunda
viernes, 10 de agosto de 2012
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Cuando el personaje del actor Luis Gnecco aparece en la pantalla es la única vez que Genaro Arriagada -DC, ex ministro de Eduardo Frei y ex embajador- se ríe mientras ve la película «No». Tiene claro que el actor se inspiró en él y en el socialista Juan Gabriel Valdés para representar a Urrutia, el político que asume como enlace entre la dirigencia de la Concertación y el equipo de creativos que idearon la ya mítica franja televisiva.

Quien fuera secretario ejecutivo del comando del No estaba fuera de Chile la semana pasada, cuando la avant première de la producción de Pablo Larraín convocó a buena parte del mundo político. Sólo ayer en la mañana, invitado por «La Segunda» a la primera función del día de estreno en el Hoyts de La Reina, el ex ministro pudo ver la película que retrata el que quizá sea el hecho histórico más importante de los últimos treinta años y en el cual él tuvo un papel protagónico.

Pero, a diferencia de otras figuras de ese momento -incluyendo al ex Presidente Patricio Aylwin, el locutor Patricio Bañados, el sociólogo Eugenio Tironi, el publicista José Manuel Salcedo y cantantes y actores-, Arriagada no quiso dar el salto a la pantalla y sumarse a la lista de quienes hicieron cameos en la cinta que protagoniza el mexicano Gael García Bernal. "Yo no soy actor. No me pareció, encontré que no aportaba nada. Ellos fueron muy amables (los hermanos Larraín), me hicieron llegar el guión, lo leí y conversamos. Lo que les dije sobre el guión es lo mismo que te estoy diciendo. Estuvieron aquí mismo, en este mismo lugar", dice ya después de la función, instalado en el escritorio de su casa.

-¿Qué le provocó ver a Gnecco interpretando un personaje que se inspira en Ud. y en Juan Gabriel Valdés?

-También he estado con Gnecco. Pero yo no me siento un personaje. Voy a ser bien franco, esto fue un esfuerzo colectivo en el cual distintas personas cumplieron distintos roles.

-¿Y qué le pareció la película?

-Es una ficción. Recrea muy bien el ambiente de la época, un momento en que hay una épica en la política. Pero uno tiene que ser justo y diferenciar una ficción de un reportaje histórico. Como reportaje histórico, ciertamente, en algunas cosas está cerca y en otras muy distante. Lo que vale es lo que ellos quisieron hacer. Ellos recrearon ese momento y lo recrearon muy bien.

-La película muestra una imagen bastante crítica de los políticos.

-La campaña que termina en la campaña del No, por decirlo de alguna manera, es un gigantesco proceso político. Un proceso que tiene actores que se cuentan por millones y, en segundo lugar, donde hay una élite política de mucha calidad que va pasando desde la guerrilla entre la izquierda y la Democracia Cristiana en el año 73, 74, y que va construyendo un proyecto de un país posible. Ese es un proceso que toma muchos años y en el que tienen un rol importante muchos políticos. El proceso que hizo gente como Patricio Aylwin, Gabriel Valdés, Enrique Silva Cimma, Jaime Castillo, Edgardo Boeninger y Clodomiro Almeyda, entre otros, es un gigantesco proceso de acercamiento y allí se va aprendiendo la moderación, la tolerancia, y el respeto entre nosotros. Y en consecuencia no es que en los últimos 28 días -y no es que la película lo diga- resulte que un publicista aparece y dice Uds., políticos, han hecho todo mal y yo les voy a decir cómo se hace bien. Esto es un proceso muy largo. Y desde el punto de vista técnico sus dimensiones son muy anteriores.

-¿Que tan anteriores?

-Hacia fines del año 86 trajimos los primeros focus group a Chile. Y esos focus muestran lo que en algún momento sale en la película, que el problema no era que la gente encontrara malo el gobierno de Pinochet, porque los focus demostraban que el gobierno de Pinochet era muy mal evaluado. El punto era que esos mismos focus nos indicaban que Pinochet era considerado invencible.

Mucho antes del comando por el No, mandamos una misión de alguna gente que trabajaba en lo que era el comité de las elecciones libres a ver las elecciones en Filipinas para aprender cómo luchar contra el fraude. Ahí fueron Heraldo Muñoz y Carlos Figueroa. Hubo un proceso de elaboración muy largo y por supuesto contó con el talento y la calidad de un grupo brillante de publicistas. Esto es como un triángulo: políticos, técnicos y publicistas. Es falso si nosotros decimos que los políticos hicieron las cosas publicitarias. Pero también es falso decir que los publicistas determinaron el contenido político, porque nunca se les pidió y no era tampoco su materia. Sería un error desconocer el aporte de un importante número de técnicos que era lo más brillante que el país tenía en ese momento en materia de ciencias sociales, estudios de opinión y análisis político. En su diseño, la dirección de la campaña es política, son los políticos los que dicen lo que hay que hacer.

"No estábamos preparados para concordar un candidato"

-¿Fue idea de los publicistas de la franja el tono festivo de la campaña?

-Eso es muy anterior. Por el año 85 se empieza a plantear que la salida de esto va a ser dentro del marco de una Constitución que nosotros rechazamos. Hay que pensar que cuando decidimos constituir los comités de elecciones libres, la idea era rechazar claramente cualquier posibilidad de salida violenta. Cuando viene el tema de que Pinochet dice no a las elecciones libres, el argumento del comité técnico, recogido completamente por los políticos, es que para nosotros era mejor un plebiscito que elecciones libres, porque no estábamos preparados para concordar un candidato común, pero estábamos preparados para unirnos en torno del No. Y eso fue un acto claro de inteligencia política. Cuando Pinochet dice no hay elecciones competitivas, nosotros pensamos es fantástico, es lo que más nos acomoda y creamos el comando por el No. Los tres comités de elecciones libres habían llegado al acuerdo de nombrar a un secretario ejecutivo que era yo.

-¿Vio esta tensión entre políticos y publicistas?

-No, sinceramente no la vi. Había que respetarse recíprocamente. En una guerra, según todos los teóricos, la dirección le corresponde al poder político y la ejecución a los generales. En una campaña la dirección es tarea de los políticos y la ejecución de los mensajes publicitarios de los publicistas. El día que los publicistas atropellen a los políticos, eso no va a funcionar. Serían campañas puramente marketeras, sin contenido. Aquí hubo una relación muy constructiva. Cuando se crea la franja del No, lo que hacemos es nombrar a dos políticos, Juan Gabriel Valdés y Patricio Silva, que murió hace unos años y los llamamos comisarios. Cuando me muestran por primera vez un avance del clip del No tiene escenas de la Coca-Cola y me dicen vamos a hacer una cosa como ésta. ¿Qué es lo que dijimos? Si Uds. están convencidos, hagámosla. No hay una cosa en la que los publicistas digan hacemos esto sin consultarlo.

"La alegría ya viene fue elaborado mucho antes"

-Pero algunos sectores eran más proclives a mostrar las violaciones a los derechos humanos que otros...

-Siempre hubo esa tensión, pero estaba resuelta desde mucho antes. Los técnicos hacían muy buenos estudios, los que nos decían que el tema de los derechos humanos no era importante, que era mucho más importante la salud, la economía. Pero el análisis que se hizo es que no se trataba de que la gente considerara poco importante las violaciones a los derechos humanos sino que rechazaba un mensaje de derechos humanos que venga cargado de odio, de sufrimiento, de violencia. En consecuencia, si queríamos poner el tema de los derechos humanos arriba, teníamos que ponerlo con mensajes constructivos. Por eso, es muy meritorio lo de la cueca sola. Allí no están los cadáveres, no están los helicópteros botando los cadáveres al mar, eso no era posible. Y el spot maravilloso de Caszely con su madre.

Y lo de la alegría ya viene fue elaborado mucho antes de la franja. Ahí jugó un rol muy importante José Manuel Salcedo. Pero cuando surge eso, ya había una maduración. Yo pregunté ¿están seguros? pero nunca vi a alguien que dijera hijos de perra, como se plantea en la película.

Tal vez a la gente que estaba fuera de la Concertación le habría gustado algo más violento, pero eso era contradecir todo lo que veníamos caminando hace diez años.

-¿El PC?

-El PC ya había sido derrotado. El Frente Patriótico Manuel Rodríguez había terminado en el atentado contra Pinochet, había sido un tremendo desastre.

Nosotros dijimos que la campaña tenía básicamente tres cosas: la primera parte era la inscripción electoral. Eso no fue fácil, porque muchos no querían inscribirse, sobre todo cuando el primer inscrito fue Augusto Pinochet. Si inscribíamos cinco millones de personas, perdíamos, si inscribíamos siete, ganábamos. Ahí yo le pedí a Sergio Bitar que viajara a Buenos Aires y hablara con la Tencha (viuda de Allende). Entonces, cuando ella plantea que hay que inscribirse en ese momento se acabó la discusión.

La otra parte era lograr el voto No. Y luego el control electoral. Para eso armamos un sistema de conteo rápido, dirigido por Gonzalo Martner y Germán Quintana, que debe haber involucrado a más de 120 mil personas. Y nuestros cómputos fueron muy cercanos al resultado final.

-Entonces, ¿en qué ayudó la franja?

-Es la culminación de un proceso comunicacional que empieza muchos años antes y que se enmarca dentro de esa idea que lo que le ofrecíamos al país era reconciliación, democracia, una convivencia más alegre, seguridad, no violencia. En un momento de mucha tensión, también le da a la gente la idea de que tiene que ir a votar, porque somos más, porque somos gente en la que se puede confiar y porque del lado nuestro están los artistas, está la creatividad, la buena factura técnica, todo eso era muy bueno, era muy importante. La franja es un gran momento, mi problema no es, de ninguna manera, reducir su importancia, lo que digo es que la película toma un fragmento y es lógico. La película está muy bien... como ficción, pero es un fragmento.

 
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