Política
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El «corte de puentes» entre Carlos Larraín y La Moneda: las fracturas que lo provocaron

Con un historial de desencuentros a cuestas, el jefe de Renovación Nacional -el partido del Presidente- optó por desplegar una prueba de fuerza ante Palacio en el debate por el salario mínimo. El conflicto hizo evidente un vacío en la interlocución política, pero también el peso de una serie de cuentas pendientes entre ambos bandos. 

por:  Sebastián Minay C., La Segunda
viernes, 06 de julio de 2012
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Una cuenta que se acumula

En RN suelen argumentar que una de las diferencias de fondo con La Moneda es que ésta no les dispensaría el mismo trato que a la UDI. Que gracias a la "póliza" de 39 diputados en que invirtió en 2009 a cambio de apoyar a Piñera, el gremialismo tiene margen para oponerse a proyectos o potenciar demandas.

En la cuenta que lleva el «larrainismo» se insiste en recordar la presión que ejerció la tienda de Suecia para demandar la eliminación o rebaja del impuesto específico a los combustibles , al punto de que una treintena de diputados estuvieron dispuestos a votar en contra del ingreso de la reforma tributaria: al final La Moneda convino con la UDI una fórmula. Y acusan que, en cambio, el Gobierno ha sido más duro con el partido del Presidente ante el salario mínimo .

Eso, sumado a los conflictos ya acumulados en lo que va de la administración Piñera, ha generado cansancio y hastío en parte de la mesa de RN. A la cuenta corriente se suman el flanco aún abierto en torno al debate por el cambio al binominal -las gestiones de Larraín con la DC ahora "compiten" con las iniciativas de una facción liberal de sus propios diputados- y, sobre todo, el "gallito" con Palacio por la fecha legal para las primarias.

En ese contexto, en la directiva remarcan que "hemos sido extraordinariamente leales, llevamos así dos años. Pero a veces confunden incondicionalidad con lealtad, y los incondicionales le hacen mal al Gobierno, es algo dañino", como resume el secretario general, Mario Desbordes.

Con semejante escenario, la mesa eligió el salario mínimo como prueba de fuerza. En los últimos tres meses sondearon a dirigentes sindicales, pymes y otros sectores. Sacaron cuentas (a Hacienda le siguen insistiendo que un alza de, por ejemplo, 5 mil pesos, es inofensiva para el empleo) y optaron por poner presión en el Senado, donde no existe la desventaja con la UDI que hay en la Cámara.

En la cúpula de Antonio Varas sostienen que se anotarán un triunfo si se concreta un mecanismo plurianual que evite repetir la discusión el próximo año (con las parlamentarias y presidenciales encima), y que se aumenten las cifras hasta superar los $200 mil a mediados de 2013 .

Hay más. RN evalúa, para después de dicha discusión, insistir en que el Gobierno tome medidas en pro del transporte colectivo de la capital, donde -sostienen- hay un malestar que podría derivar en paralizaciones. Y, junto con eso, reiterar que se cumplan "compromisos" con el mundo del agro y hasta con Gendarmería.

Con todo, al consultarle por este cuadro al propio Larraín, éste aclara que sigue dispuesto a llegar a acuerdos, y que "un impasse es algo que no tenga salida ni arreglo, y no hay nada que no tenga salida o arreglo". Pero no deja de advertir que "la sumatoria nos va indicando que el enfoque político no es suficientemente importante" para el Gobierno .

Eso sí, tanto en Palacio como en Antonio Varas coinciden en que, mientras más cerca estén las municipales, la tensión debería bajar. Para La Moneda, porque la campaña consumirá la agenda del senador; para éste, porque los partidos ganarán peso en desmedro del Ejecutivo.

En cualquier caso, Larraín, RN y La Moneda necesitan lo mismo: un buen resultado en octubre.

El "nudo" de fondo: la interlocución «premium» que se echa de menos en Palacio

En esto sí están todos de acuerdo: la falta de un interlocutor en Palacio con quien pueda entenderse la mesa RN -y especialmente Carlos Larraín- es un obstáculo grueso ... al punto, que ha sido el propio Presidente Piñera quien ha debido abordar personalmente con Larraín varios de los conflictos. Y ni a La Moneda ni al partido les agrada ese esquema. "Es el problema de fondo", dicen en la tienda.

Con quienes ha analizado el cuadro, el Mandatario suele comentar que la conducta del timonel se ha vuelto "impredecible"; para Piñera hay una cuota de riesgo en entenderse directamente con Larraín .

Ello, sin olvidar que aún pesa el conflicto detonado el año pasado entre la mesa RN y la disidencia. A ésta se plegó desde el comienzo el «piñerismo» duro (o, más bien la articuló, acusa el «larrainism»). Casi todos los despachos importantes de Palacio donde se dañaron -o sencillamente se quebraron- los nexos con el timonel tienen que ver con esa pugna.

Partiendo con Interior, "la" plaza RN de La Moneda. Durante meses, Larraín responsabilizó en privado al ministro Hinzpeter de encabezar la disidencia -uno de sus líderes, Alejandro Alvarez, fue su socio- y luego tuvieron fuertes roces en otros temas. Ello, aunque en las últimas semanas la relación ha mejorado : después que el senador defendiera al ministro ante las críticas por el Caso Bombas, iniciaron una suerte de distensión, a la que también habría contribuido el sorpresivo acuerdo de reformas políticas con la DC, que implica -aunque por caminos diferentes- una coincidencia en el objetivo de cambiar el binominal. Ahora hablan más seguido, y sus últimas reuniones han generado buenos comentarios de cada uno. Los que han seguido el proceso, hacen notar que Larraín necesita un nexo en Palacio y que hoy está "invirtiendo" en Hinzpeter.

No ocurre lo mismo con el subsecretario Rodrigo Ubilla -fue público disidente a Larraín-, con quien el timonel aún no hace las paces.

Con el vocero Andrés Chadwick es otra historia. Durante algún tiempo él y Larraín se entendieron fluidamente. El senador valoraba su "muñeca" política, y hasta buscó aliarse con él para mantener a raya a la disidencia en La Moneda... lo que a su vez llevó a que Ubilla amenazara con renunciar si se le prohibía -como se insinuó- seguir participando en ese movimiento.

Pero la relación Chadwick-Larraín se resintió luego de que, durante la tramitación de la ley antidiscriminación, fracasara un acuerdo entre ambos para incluir una indicación que apuntaba a la objeción de conciencia. En Antonio Varas aseguran que el vocero no les cumplió.

En cuanto a los asesores del Segundo Piso, persiste la ruptura . Esta comenzó -otra vez- con la participación de la jefa del staff, María Luisa Brahm, en la disidencia. Y se agravó a medida que Piñera caía en las encuestas, y Larraín y Desbordes llegaban a pedir que se relegara a los consejeros del Mandatario al "segundo subterráneo".

Pero aunque el senador y Brahm no se reúnen hace más de un año, ella sí tiene un nexo con la mesa: el vicepresidente Baldo Prokurica , amigo y ex compañero en Derecho de la abogada. De hecho, el senador por Atacama recurrió con éxito a la jefa de asesores para gestionar el nombramiento de Rafael Prohens como intendente de esa zona post Freirina.

También ha intervenido en casos puntuales la intendenta de Santiago y ex vicepresidenta del partido, Cecilia Pérez: cercana y leal a Larraín, al mismo tiempo cuenta con la confianza de Piñera.

Pero, el margen de dichas gestiones puntuales, el cuadro general ha convencido a la mesa RN de un delicado diagnóstico: no cuenta con un ministro que los represente con fuerza en La Moneda. Una situación similar a la que en su día reclamó Adolfo Zaldívar al frente de la DC durante la era Lagos, cuando se quejaba que no tenía ministro en Palacio. Con el agravante, claro, que esta vez es el partido del Presidente.

La guerra en regiones... y su impacto en la reelección senatorial de Larraín

Las tensiones por el mapa del poder político en regiones han sido una constante en el historial entre La Moneda y RN. Pero si al comienzo estaban centradas en la demanda «larrainista» de remover a los "sobrevivientes" de la Concertación, ahora lo están en las escaramuzas previas a las municipales. Y cada vez más a causa de disputas con la UDI.

Varias de éstas han terminado costándoles el cargo a gobernadores e intendentes. Hace unos meses, en Antofagasta el gremialismo logró sacar al intendente Alvaro Fernández. RN responsabiliza de dicha operación al jefe de los diputados UDI, Felipe Ward (a quien se le atribuyen intereses senatoriales por esa zona), sospechas que han sido desestimadas en la sede de Suecia.

Y aunque la mesa de Larraín logró instalar en ese puesto a Rafael Prohens -gracias a circunstanciales gestiones con el Segundo Piso-, esa batalla trajo secuelas. Y en los últimos meses la pugna se trasladó con fuerza a Valdivia... en la misma circunscripción del jefe de RN.

Allí el senador mantiene una larga disputa con el intendente Juan Andrés Varas, agravada por la candidatura municipal por Valdivia. Para esa comuna la carta oficial es el RN Peter Zippel , pero está seriamente amenazado por el "descolgado" Omar Sabat (ex UDI, renunciado dentro del plazo legal). Para Larraín es simple: el intendente apoya abiertamente a un postulante que no es el candidato oficial de la coalición.

Para sus detractores es aún más sencillo: Sabat le saca amplia ventaja a Zippel.

En marzo pasado, y luego de pedir reiteradamente la salida de Varas y del gobernador de Valdivia, Alejandro Acuña, Larraín (tras gestiones que hizo ante Piñera) consiguió sólo la salida de este último . Peor aún, la esposa de Sabat, que trabajaba para Acuña, ahora -acusan en RN- asesora a Varas.

En La Moneda asumen que perdieron un gobernador, pero insisten en que el episodio tuvo un alto costo para el timonel: si pierde la comuna, se le pondrá cuesta arriba la parlamentaria en Valdivia. Si se suma la resistencia local que enfrenta de gremialistas y liberales RN que desaprobaron que sucediera a Allamand, el riesgo de ser derrotado en la senatorial -razonan en Palacio- explicaría parte de los conflictos.

Peligro que Larraín no ha desconocido. Pero su sola mención por parte de sus adversarios en el Ejecutivo basta para irritarlo.

El ausente y "pragmático" rol de Allamand

Al igual como cuando eligió mantenerse neutral en el conflicto entre Larraín y la disidencia RN -salvo llamados a ambos bandos para bajar los decibeles-, en esta vuelta el ministro de Defensa y precandidato presidencial del partido también optó por jugar el papel de "suizo". Una decisión ultrapragmática que, de partida, lo blinda del riesgo de quedar en el lado de los perdedores en cualquiera de las disputas... pero que no deja contentos a todos.

En la directiva de Antonio Varas recalcan que no le han pedido formalmente que intervenga como interlocutor permanente ni tampoco como agente de distensión ante casos puntuales , aunque ha habido situaciones "en que ayuda", dicen otros. Y Allamand en persona fue tajante al señalar -hace exactamente una semana, en estas mismas páginas- que "no estoy dispuesto a cumplir ningún rol de mediador" en las cuitas entre La Moneda y RN.

Eso sí, entre los integrantes de la mesa se asegura que el presidenciable sí ha hecho gestiones muy puntuales . Entre ellas se menciona haberles planteado, la semana pasada -y antes de una rueda de prensa de RN, el viernes-, bajar el tono de las críticas a Hacienda en medio del conflicto por el salario mínimo . Llamados que otros en la tienda desestiman.

En el corazón de La Moneda coinciden en que Allamand ha sido una pieza ausente del tablero, pero reprueban que haya optado por ese camino. Según explican, tanto por cargo como por trayectoria -y por sus aspiraciones, agregan otros-, el ex senador debería estar "sí o sí" articulando entre ambos bandos.

"El es ministro de Estado, es su rol", comentan altas fuentes de gobierno. E incluso comparan su papel con el que han jugado otros secretarios de Estado ante conflictos entre sus partidos y Palacio. Lo primero que mencionan es que a Andrés Chadwick (Segegob) y Pablo Longueira (Economía) se les ha pedido varias veces que contengan malestares o despejen el camino para alcanzar acuerdos con la UDI. Y que ambos, enfrentando resistencias y pagando costos, lo han hecho.

Claro que el debate por el rol de Allamand, advierten en el oficialismo, está cruzado inevitablemente por la batalla por la presidencial. A menos de cuatro meses de unas elecciones municipales que podrían -o no- precipitar el cuadro para el 2013, el titular de Defensa enfrenta una cuenta regresiva para asegurar el respaldo más amplio posible de su propio partido.

En simple: si Allamand quiere llegar a su proclamación sin que más parlamentarios y autoridades militantes se apuren en cuadrarse con Laurence Golborne, tiene mucho que perder (y poco que ganar) si se involucra en el conflicto entre el Gobierno y RN.

Lo anterior explica, para algunos observadores oficialistas, por qué en la mesa de RN hay quienes -lejos de cuestionar el rol ausente del ministro- defienden la opción "suiza" de Allamand con un "queremos cuidarlo".

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