El consejero del CEP cree que el respaldo a Piñera puede “estar llegando a un punto de inflexión"
Foto Fabián Ortiz
Firme y propositivo, dice David Gallagher, debiera mostrarse el Presidente Sebastián Piñera en su mensaje de este 21 de mayo.
Ello, sobre todo después de la encuesta CEP conocida hace una semana, en la que el Gobierno mostró un bajo nivel de adhesión (26%), y con la carrera presidencial desatada en el gabinete.
El consejero del CEP plantea que justamente por ello —porque hay quienes en la Alianza y la Concertación quieren dar la sensación de que el Gobierno terminó para comenzar la campaña—, el Mandatario debe demostrar que va a gobernar hasta el último día. También plantea que Piñera está pasando por una «midterm crisis», que afecta a varios gobiernos en el mundo, y que por tanto puede remontar en sus cifras de respaldo, y cuestiona severamente la popularidad de la ex Presidenta Bachelet. “Hay mucha espuma”, afirma.
—¿Qué lectura hace de la encuesta CEP?
—La encuesta es desalentadora para quienes quieren un segundo gobierno de la Alianza por varias razones. Esta pregunta presidencial de mención espontánea en que Michelle Bachelet saca el 51% es muy notable, y la Concertación gana en cuanto a la afinidad, versus la Coalición por el Cambio, pese a que los números para ambos son patéticos. Pero se puede levantar una hipótesis, y es que en Chile y en el mundo a los gobiernos les va mal a mitad de camino: Bachelet tuvo un buen primer año y luego un fatal segundo y tercer año, con una tasa de rechazo más alta que de aprobación. Sólo en su último año, el 2009, se dispara esta popularidad extraordinaria. Si la historia se repitiera, tendrían que empezar a cruzarse esas líneas para Piñera en diciembre y el próximo año podría despegar.
Ese es un fenómeno bastante normal. En Gran Bretaña, se habla de «midterm crisis», y es muy común. La hipótesis es que sobre todo en un gobierno que viene de la oposición se hace mucha expectativa, hay una luna de miel, y esas expectativas no se cumplen y eso produce bronca, que hace que la gente se haga muy activa contra el gobierno. Y después hay un rebote, porque la gente se da cuenta de que la bronca es exagerada y ve las realizaciones. Y si y solo si el Gobierno está haciendo una buena labor, que creo que es el caso de Piñera, puede remontar hacia el final.
—¿Pero a qué nivel puede llegar? ¿Al de Lagos, Bachelet?
—En el caso de Bachelet hay aspectos que no son lógicos. Ella tenía una simpatía especial, a pesar de que en 2008 cuando la tasa de rechazo era mayor que la de aprobación, ella y sus amigos hablaban de femicidio... Llegar a ese grado de popularidad es muy poco común en política y sería absurdo pensar que Piñera llegara a ese nivel. Que llegue al nivel de Lagos al final es más factible, pero tampoco estoy seguro de que llegue tan alto ni que sea necesario.
Podemos estar llegando a un punto de inflexión, y que este escenario de bajo respaldo se vaya revirtiendo.
—En estos dos años el Gobierno ha echado mano a medidas que, siendo oposición, criticaba. Así fue, por ejemplo, en el caso del subsidio del Transantiago. ¿A costa de qué puede remontar el Ejecutivo? Varios en la Alianza plantean que gobierna con banderas prestadas.
—El Gobierno ha mantenido una política macroeconómica súper seria, el año pasado se hizo un recorte fiscal que fue un golpe a la cátedra potente, y creo que mantener esa política es parte del capital del país. El Gobierno heredó una situación económica de gasto que debía corregir, además de un terremoto, y la gente ya no aguanta que se suban más los precios de un Transantiago que se heredó. Es mejor admitir y enfrentar situaciones y hacer la pérdida. Este Gobierno ha sido muy pragmático.
—Ante la proximidad del 21 de mayo, algunos aconsejan que el Presidente no siga anunciando cosas y que sólo remarque lo que ha hecho.
—En Chile tenemos una presidencia de 4 años, corta y sin reelección. Los gobiernos están obligados a gobernar hasta el último día, a mitad de camino no puedes hacer un discurso recordatorio sino propositivo respecto de los próximos dos años. Mi consejo al Presidente sería tener una actitud que destruya la esperanza de quienes quieren ver en él un pato cojo; que siga mirando para adelante y gobernando. La gente quiere eso. Obviamente la Concertación quiere convertirlo en pato cojo y hay muchos interesados en la Alianza en lo mismo, para concentrarse en el tema presidencial... Los presidentes tienen que seguir gobernando hasta el último día.
—¿Qué tan instalado está el tema del pato cojo?
—¡Pero cuántas páginas se han escrito sobre eso ya! Se habla mucho.
—¿Y eso tiene más que ver con la carrera presidencial?
—Sí, y también tiene que ver con este fenómeno de la mitad del camino, que también les pasó a Lagos y a Bachelet. Estamos en un país donde hay una sobreexcitación política notable. Lo encuentro entretenido, pero voy a Inglaterra y nadie habla de política.
—¿Cómo se puede salir de esa dinámica instalada?
—Yo apuesto a que la gente se cansa de esta dinámica, y creo que el próximo año se va a empezar a sentir mejor y a apreciar más al Gobierno.
Bachelet y 27F: “No puede colocarse por encima del escrutinio democrático”
—La encuesta CEP también instaló el tema presidencial. ¿Cómo ve el aplastante 51% de Bachelet?
—Yo cuestiono cuán sólida es su popularidad, creo que hay mucha espuma. Su fenómeno de popularidad partió en 2009, su último año de gobierno, y sigue incólume pero con una Bachelet ausente. Es una idea, una abstracción de ella lo que hay hoy día. Cuando aparezca va a pasar lo mismo que cuando pasa la luna de miel con los gobiernos: la gente se empieza a enojar de haberlos estimado y de haber creído en lo que iba a hacer, y esa bronca es muy peligrosa. ? Hay un punto por encima del cual no te conviene ser popular: un 55% de adhesión puede ser sólido, pero un 70%, no.
Aquí hay cuestiones profundas que los sociólogos e historiadores van a estudiar algún día: un país mariano, con una mujer madre soltera; siendo la hija de un militar torturado, respetada por el Ejército, trascendió muchas dicotomías impuestas por las élites por siglos.
—Esta semana la Alianza ha estado en una dura ofensiva contra ella, tras conocerse nuevos audios del video de la Onemi la noche del 27F. ¿Afectará su respaldo?
—Esta ofensiva le va a tocar mucho menos que la realidad de volver a Chile, bajar a la tierra, dejar de ser una idea platónica sino una mujer de carne y hueso que tiene que lidiar, primero, con sus propios aliados, y con una crítica normal que existe en democracia. Por mucho que sea mujer no puede colocarse por encima del escrutinio democrático.
Ella parte, sí, con una gran ventaja la carrera, pero su auge fue vertiginoso y no descarto que tenga una caída vertiginosa también.
—Muchos cuestionan su silencio.
—Que ha sido muy exitoso.
—¿Pero se sujeta a eso del escrutinio democrático?
—Ella puede decir que está en un trabajo internacional... Insulza también lo está y eso no le impide hacer comentarios sobre política chilena a cada rato. Su silencio es más una opción que algo más. A mí me irrita un poco, pero no es una opinión compartida.
—¿Cuánto de real hay en los cuestionamientos de hoy a Bachelet?
—Yo creo que es una cosa real. El país merece saber su opinión sobre este tema, y cómo un Presidente funciona bajo extrema presión... en las elecciones norteamericanas eso es despiadado. Aquí hubo un momento de su presidencia en que ella tuvo que enfrentar una situación ferozmente fuera de libreto; si ella siente que actuó bien, mejor que venga a decirlo. La sensación que dejó es de una mujer que por carácter quiere que la gente esté tranquila, no quiere alarmar... Pero hay momentos en que es bueno decir la verdad a la gente e incluso alarmarla para que suba a los cerros.
—¿Ocultó información, denegó el auxilio, como acusa la Alianza?
—No cuestionaría sus intenciones, sí creo que es cuestionable si como líder estuvo a la altura de la situación extrema que vivió. La gente quiere ver cómo sus futuros presidentes, sus líderes, reaccionan frente a situaciones extremas.
—¿Es acertado que el Gobierno se haya involucrado directamente?
—Lo habría dejado para el Congreso y que no se hubieran metido los ministros.
“Una primaria no es la panacea”
—En cuanto a la Alianza, ¿ve un candidato claramente perfilado?
—La pregunta con mención espontánea de la CEP tiene algún valor porque muestra quién está en el top of mind, y es bastante obvio que Golborne es el candidato de la Alianza más top of mind. El candidato que ponga la Alianza, que salga de una primaria, va a ser un buen candidato y va a adquirir la adhesión. Yo siempre critiqué, cuando la Alianza estaba en la oposición, que tuviera un sólo candidato porque lo hacía vulnerable. Por lo mismo no puedo estar más feliz porque hay varios candidatos, y mientras más tiempo estén los 3 o 4 posicionados así, mejor.
—Pero no hay acuerdo de hacer una primaria en la Alianza.
—Tiene que ser una primaria abierta, donde no participen sólo militantes de partidos. Una sola primaria en un país que no tiene mucha tradición, y donde podría ir a votar poca gente, como pasó en Providencia, tampoco es una panacea. Las encuestas pueden ser una alternativa.
—¿Allamand puede llegar al top of mind?
—El es un buen candidato y cualquiera que escoja la Alianza tendrá mucha adhesión. Yo no tengo favoritos en este momento.
—¿Está indeciso?
—No, estoy fascinado que hayan varios compitiendo.
—¿Ve espacio para un candidato UDI, un Pablo Longueira?
—Las elecciones en Chile se ganan en el centro. Para ganar, la centroderecha se tiene que izquierdizar y la centroizquierda se tiene que derechizar. La centroderecha tiene que mostrarse liberal en temas sociales, con un dejo socialdemócrata, no puede ganar con una política de Chicago de los ’70.