Política
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Las «turbulencias» de la FACh y su impacto en la opción presidencial de Allamand

La crónica que terminó con la salida del general Carlos Bertens por el atraso en entrega de información del caso Juan Fernández marcó el peak de la tensión desatada entre Defensa y esta rama militar -de aún incierto desenlace-, que involucra a un ministro «candidateable» y al comandante en Jefe «favorito» de La Moneda. 

por:  Por Mario Contreras D. y Sebastián Minay
viernes, 20 de abril de 2012
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La suerte del general Carlos Bertens Uthemann quedó sellada entre la tarde del viernes 13 y la mañana del sábado 14 pasado. Más que no haber remitido oportunamente al juez Juan Cristóbal Mera -que investiga el fatal accidente del CASA 212 en Juan Fernández- la información de que el avión había despegado con sobrepeso, lo que influyó en su salida fue otro detalle.

El jueves anterior, el comandante en jefe de la FACh, general Jorge Rojas Ávila , llegó a reunirse con el ministro Andrés Allamand , admitiendo -de entrada- que la institución aún no contestaba lo que la justicia había requerido en febrero: los detalles acerca del peso total de la aeronave al despegar, considerando pasajeros y carga.

Ante la molestia del ministro, que ya venía presenciando hace días la sucesiva aparición de "sorpresas" en el caso, Rojas dispuso que Bertens, comandante del Comando de Combate, cumpliera la orden. Este último envió a Mera una respuesta... que el propio Rojas, al pedir el detalle de lo contestado, estimó incompleta. Sobre la marcha, el jefe de la FACh "corrigió" lo contestado al magistrado, enviando una nueva respuesta.

Enterado de lo ocurrido por medio del mismo Rojas, dicen en el ministerio, Allamand le informó al uniformado que lo ocurrido no podía quedar sin una sanción ejemplarizadora: Bertens debía asumir el error dejando las filas. Versión que contrasta con la que circula al interior de la FACh, donde se sostiene que el ministro no pidió que alguien en específico asumiera la responsabilidad, sino que fue una decisión del alto mando.

La salida de este oficial, que gozaba de alta estima en las filas, pegó fuerte en la FACh. Su renuncia se vio con molestia, y más que con la decisión de sacarlo, con la situación que la causó. "Es injusta la vida", aún comentan al interior de esa rama. Por eso ese mismo sábado llegaron hasta la casa del general unas treinta personas a saludarlo "espontáneamente", recalcan quienes lo conocen. La renuncia -que afectó al responsable del Comando de Combate, el corazón de todas las operaciones aéreas, razón de ser de la FACh- abrió la fase más crítica del proceso investigativo. Un cuadro que golpea a la institución, a su líder -Rojas es lo más parecido al comandante en jefe «favorito» de la administración Piñera- y al propio Allamand, para quien la polémica por la investigación coincide con una fase crucial de la carrera presidencial en el gabinete.

"Entregue todo"

La cadena de hechos que termina con la caída de Bertens, se había visto potenciada hace dos fines de semana, cuando se conoció que la FACh había invocado el "secreto militar" para no contestar la solicitud de información que hizo el diario La Tercera, respecto del cambio de bulones o pernos ubicados en los mandos de la nave.

Dado que dicha información ya estaba en poder de Mera, Allamand se indignó con lo ocurrido. Su argumento es que era un error garrafal haber echado mano al "secreto militar", si en rigor los datos ya habían sido entregados a la justicia. Lo que correspondía, explican en Defensa, es que la FACh contestara que por eso mismo, lo que procedía era consultarle al magistrado y no a ellos.

En la rama, en tanto, sostienen que quien solicitó la información no se identificó como periodista ni menos que pertenecía a un medio. Más aún, dicen que pidió "toda la documentación de toda la flota CASA" y que esa entrega no se podía hacer porque la ley no lo permite.

De cualquier modo, la respuesta de la FACh no sólo abría un grueso flanco, sino que iba contra el discurso de transparencia del ministro. Así, el lunes 9 Allamand se reunió con Rojas y fue enfático: le preguntó -remarcándole que era su responsabilidad chequear qué antecedentes había solicitado la justicia- si se habían contestado todos los requerimientos y, además, le encargó entregar todos los otros antecedentes relativos al accidente. "Entregue todo", fue la orden.

Y consciente del impacto mediático que se venía encima, se apuró en dar una señal pública de autoridad: Rojas tenía 48 horas para cerrar el flanco con Mera.

Hasta entonces, Allamand y Rojas se llevaban bastante bien dentro de los cauces institucionales y con una relación incluso cercana. Durante los días que siguieron al accidente en Juan Fernández "trabajaron codo a codo", cuentan en el sector, y pese a algunos desaciertos comunicacionales, el ministro no tuvo mayores reparos.

Es más. Cuando en el entorno de Allamand advirtieron, a los pocos días de la tragedia, que tarde o temprano se abriría el frente de las responsabilidades del accidente -con el consiguiente riesgo de que éstas amenazaran con llegar al titular de Defensa-, comenzaron a sugerirle que tomara distancia de Rojas. Aún se recuerda lo tajante que fue el ministro para negarse a ello.

"Corta cabezas..."

Cumplido el plazo de las 48 horas, Rojas se reunió con Mera y le entregó un set de antecedentes. Pero en la revisión que hizo internamente se encontró con que no se había hecho llegar lo relativo al peso de la aeronave, punto que ya había trascendido a la opinión pública. Ello no sólo se sumaba al episodio del bulón y al "secreto militar", sino que además -peor aún, y a diferencia de ello- no estaba en manos de la justicia. A esas alturas, entre quienes analizaban el asunto con Allamand había quienes ya le hacían notar que el cuadro lo dejaba en una posición adversa, y que se hacía necesario un "golpe" de autoridad, ante la más que predecible arremetida de la opinión pública. "Tienes que cortar cabezas", fue una de las frases de sus asesores más cercanos.

Con un margen de tiempo relativamente estrecho, el ministro zanjó la salida de Bertens entre la tarde del viernes y la mañana del sábado. Entonces el Presidente Sebastián Piñera se encontraba en Cartagena de Indias. Aunque lo mantuvo informado del curso del caso, no lo llamó puntualmente para avisarle de la baja del jefe militar del Comando de Combate. Tampoco avisó previamente al Vicepresidente, Rodrigo Hinzpeter. Esto último, trascendió, provocó cierta incomodidad en el Mandatario y también en el jefe de gabinete, quien sí habló el sábado en la tarde -cuando la salida de Bertens ya era pública- con Allamand. En la FACh dicen que el ministro no pidió que "alguien" asumiera la responsabilidad en el tema del peso, y que fue Rojas quien tomó la decisión y se la presentó al ministro.

Un viraje decisivo

A esas alturas, el clima interno indicaba que la salida de Rojas no estaba fuera de las posibilidades. Ello, especialmente luego de que, apenas unos días después de la caída de Bertens, se hiciera público que el CASA 212 tenía una trizadura en una de sus alas.

El lunes 16, Allamand y Rojas se reunieron en el ministerio. Minutos antes, el ministro había dado una fuerte señal, al sostener que no se descartaban más renuncias en la FACh, incluyendo a su comandante en Jefe. Pero ese mismo día en la tarde, optó por morigerar su discurso, respaldar a la institución y despejar de inmediato que la fisura en las alas ya estaba en poder de Mera. Dos factores fueron decisivos: las durísimas críticas de parlamentarios como el diputado René Alinco (que calificó a Rojas de "generalucho") y su extensa conversación con el jefe militar esa mañana.

A partir de la tarde del lunes, Allamand comenzó a dar señales más claras de respaldo al general, y en privado se mostró contrario a la idea de pedirle la renuncia. En su entorno se le subrayó que el caso podía terminar poniendo en riesgo su opción presidencial, ya que la opinión pública estaba claramente inclinada a sospechar que se estaba ocultando la verdad del caso, y que por tanto, si no tomaba medidas drásticas, le sería difícil desmarcarse de lo anterior.

"Lo mismo que lo levantó puede terminar hundiéndolo", comenzaron a comentar algunos. Pero el argumento del ministro es que hasta ahora no hay razones decisivas para remover a Rojas, y que no está dispuesto a "blindar" su popularidad a costa del alto oficial.

Incluso ha contestado a la inquietud de varios desempolvando uno de los mayores «traumas» de su carrera política: su oposición a la acusación constitucional contra el entonces supremo Servando Jordán (promovida por la UDI), que a la postre provocó su derrota en las senatoriales de 1997. "Así como no me compré lo de Jordán, que me costó una senaduría", le han oído decir, no está por "comprarse" la culpabilidad de Rojas, aunque ello le traiga costos.

Sin embargo, tanto en Defensa como en la FACh tienen claro que todo depende de lo que resuelva el sumario interno de la institución, que Allamand -por lo mismo- pidió apurar para el 30 de este mes. Y de la investigación de Mera, que podría terminar en mayo o junio próximos.

Pese a la incertidumbre que ambas fechas le imprimen al curso de los hechos, Allamand cree que el caso pasó de un escenario que amenazaba con quedar fuera de control a uno que está encausado, y con menos margen para nuevas sorpresas. En Defensa se evaluó favorablemente la performance de Rojas esta semana en la Cámara: aunque no "cerró" el tema, contestó adecuadamente, con argumentos y con claridad.

Y su inminente citación como testigo a declarar ante Mera, se recalca, puede ser una oportunidad para que reafirme que la institución no tiene información pendiente que transparentar.

En el análisis que hacen en la FACh, en tanto, se explica que abordaron el accidente desde una perspectiva jurídico-técnica, pero se encontraron con que ello "migró" a algo técnico-mediático y mediático-político. Y reconocen que el gran error fue creer que siempre se iba a tratar de un caso "técnico-jurídico".

Con todo, en el entorno del ministro saben que el tema puede traer costos. Incluso en el mejor de los escenarios posibles (que Mera resuelva que el accidente fue por causas meteorológicas), aún puede pesar la percepción de la opinión pública. Pero ante ello, algunos sostienen que los costos pueden ser acotados, parcelados (cada segmento de la opinión pública tendrá su propia lectura) y tal vez diluidos en el tiempo.

Y en ese sentido, se subraya que el ministro sigue apostando a permanecer en el gabinete hasta el año entrante, y que no "desatará" su campaña hasta entonces. De hecho, ya tiene decidido marginarse completamente de la campaña municipal y ni siquiera apoyar a los candidatos los fines de semana. Dado que su contendor, Laurence Golborne, ha anticipado lo contrario, los adherentes de Allamand creen que el titular del MOP atraerá rápidamente los disparos de una oposición deseosa de criticarlo por intervención electoral.

"Houston, we have a problem"

Un detalle no menor a la hora del análisis final, es que en esferas políticas se hace la diferencia entre lo que representa Rojas para la Moneda, porque es el único de los tres comandantes en jefe que nombró el Presidente Piñera. Se hace la diferencia por ejemplo con el general Juan Miguel Fuente-Alba, quien fue escogido por Bachelet unas semanas antes de dejar el poder, sin tomar en cuenta la sugerencia del gobierno electo de conversar el tema.

A pesar de ello, hay quienes como el analista de Defensa de la DC, Eduardo Santos , emiten críticas a la gestión del actual jefe de la FACh. Según recuerda, Rojas mencionó en la comisión de Defensa que el CASA 212 tenía "18 observaciones que no afectaban la seguridad del vuelo". Una de ellas es que el audio del intercomunicador de la piloto con el copiloto estaba muy bajo.

Para el analista "esa falla pudo ser un agravante en los momentos finales del colapso y, quien sabe, si decisiva. Ello porque con el ruido en el avión podría no haberse escuchado instrucciones de la comandante a su copiloto". Esto es rebatido por la FACh, ya que se dice que el problema de volumen era algo mínimo y se podía haber dado la instrucción sin usar el intercomunicador.

Además, sostienen que en la aeronáutica mundial es habitual que haya ese tipo de observaciones que no tiene que ver con la ejecución misma del vuelo, las que son chequeadas diariamente por un ingeniero aeronáutico, quien todos los días revisa y firma la bitácora de autorización excepcional de vuelo... Nombre que Rojas no especificó en su visita a la comisión de Defensa esta semana.

Pero más allá de ese hecho puntual, Santos va a un tema de fondo para explicar, a su juicio, no sólo lo ocurrido el 2 de septiembre de 2011, sino a lo que él estima una debilidad de las FF.AA. Para ello recurre a la frase "Houston, we have a problem", pronunciada por el comandante del Apolo 13, James A. Lovell, en abril de 1970, para dar cuenta de la explosión de un tanque de oxígeno que le impedía seguir con la misión.

"Tenemos modernísimos aviones de combate F-16, tanques Leopard II, Fragatas tipo 22 y 23 y Submarinos Scorpene, pero cuando los adquirimos no contemplamos los costos de operación. Y por ello se ha producido el déficit estructural de la Defensa, en que no hay dinero suficiente para mantenerlos operativos como corresponde", asegura. "¿Qué pasa cuando hay que reparar un F-16 y un CASA 212 y no hay fondos suficientes para ambos? Obviamente se prefiere la aeronave de combate".

En su opinión, el tema de fondo "no es un problema de un perno más o un perno menos, ni de una grieta en un ala de un avión. Lo que pasa es que tenemos una Defensa con doctrina del siglo XIX para operar en el siglo XXI con tecnología del siglo XX. Eso genera una cultura compleja en las ramas armadas". Como resultado, dice, se cometen errores que producen tragedias como la muerte de 45 soldados en Antuco "y se responsabiliza al mayor Cereceda por ordenar la marcha. Pero él obedece a un sistema que lo formó así". Lo mismo aplica, asegura, para las decisiones del Shoa ante la alerta de tsunami en 2010, y la muerte de dos aspirantes a oficiales de Carabineros en un "ejercicio mal planificado" durante febrero de 2011.

 
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