Política
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Unidas por el dolor: La travesía por el 2011 «negro» de Marta Isasi y Clemira Pacheco

El año pasado las diputadas debieron enfrentar difíciles momentos, que incluso pusieron a prueba sus vidas, y después de los cuales miran el mundo desde otro prisma.

por:  Por Giselle Crouchet/ La Segunda
viernes, 03 de febrero de 2012

  "Me encontré una Marta distinta que salía de todo esto... Me he permitido volver a amar"

2007, 4 de enero, 2 AM. La vida de Divna Basic se apagaba inexplicablemente a los 21 años, con un suicidio que llenó a su madre, la diputada Marta Isasi, de culpas y marcó en su rostro una mirada de tristeza evidente.

Por cuatro años, el trabajo parlamentario entre Iquique y Valparaíso la ayudó a evadirse, pero el tormento interior fue haciendo mella en la legisladora independiente, hasta que en 2011 topó fondo y la depresión la capturó. La licencia médica fue inevitable para ausentarse por meses del Legislativo.

"Antiguamente, la gente se enfermaba del alma y de pena de tanto llorar. En este ir y venir en nuestro trabajo, las presiones y el dolor pasan la cuenta. Llegué un día muy mal al médico, y me dijo que tenía una depresión severa, un estrés postraumático por no haber vivido mi duelo que ya llevaba 4 años y medio. Este enero se cumplieron cinco años de la muerte de mi hija", dice.

El médico fue categórico: "Le viene una trombosis o un ataque cardíaco", le advirtió.

Desde entonces, decidió recorrer un camino de sanación intensivo, con apoyo psicológico, de la fe y también del amor, que con el tiempo sintió nuevamente el derecho a recibir de un hombre. "Dos retiros de renovación carismática me sirvieron muchísimo. Puedo dar testimonio de la importancia que Dios tiene en mi vida, porque me tocó vivirlo", remarca.

"Creí que no volvería a querer"

"Lo primero que le dije al doctor es que no podía tomar licencia, por mi trabajo. Uno trata de agarrarse de algo, ya que enfrentarse al dolor es tremendo. Me pregunté qué significaba vivir el duelo... Cuando se muere el padre o la madre, quedas huérfana; cuando muere el marido, eres viuda; pero cuando muere un hijo, no tienes identidad... Cuántas madres no tienen apoyo psicológico o les rechazan las licencias médicas. Gracias a Dios, lo tuve".

-¿Qué había contenido en esos cuatro años?

-Una culpa espantosa, un martirio personal, la pregunta "¿y si hubiese estado en Iquique?" o "¿cómo no me di cuenta?... Si no hubiese estado trabajando". Me torturé 4 años y medio. No hay nada más difícil para una madre que perder a una hija. Pero cuando uno no vive los procesos, es peor.

La diputada debía mantener un delicado equilibrio entre ser mamá e hija. Primero, porque ante sus otras dos hijas -fruto de un matrimonio que duró 16 años- "no podía llorar", y luego porque sentía que ante sus padres -ya mayores- "no me podía ver mal". Sobre todo ante su mamá. "Ella es mi fan número uno. Recortaba mis apariciones en la prensa y le llamaba la atención que no salía en los medios. Hubo que decirle que estaba en otros proyectos, porque si le decía que estaba enferma, ella iba a estar peor".

Su contención, entonces, vino de la psicóloga que la atendía en Viña, del psiquiatra en Santiago, "y el hombre con el cual comparto mi corazón y que me ama mucho. Todavía no somos pololos, pero en estos momentos te das cuenta quién te quiere y quién no".

-Me he permitido volver a amar. Es un regalo, doy gracias a Dios. Creí que no volvería a querer, a pensar en tener una pareja.

-¿Es de la política?

-Como al medio (ríe). Ahora vivo el día a día. Antes me afanaba en correr de allá para acá. Ahora, si pierdo el avión, lo pierdo y no hay reunión. He puesto las cosas en su justa medida.

"Estuve a punto del suicidio"

Fueron interminables los días de esos cuatro años. El tiempo no pasaba. "No quería levantarme de la cama. Me vino una fobia social espantosa, no podía manejar, no quería subirme a una micro ni que estuvieran cerca. Usaba con jockey y lentes oscuros para que no me reconocieran", cuenta.

Le daba rabia cuando le decían "se te va a pasar...", porque se sentía "inepta, no era capaz de vestirme, pierdes el deseo de comer, de disfrutar la vida. Es una vida en blanco y negro... Duele hasta la célula, todo tu ser está llorando".

-¿Por qué no vivió totalmente el duelo antes?

-Cuando ella falleció, quise hacer muchas cosas y nadie me dejó. El día que la enterramos, yo quería quedarme en el cementerio sola con ella y no me dejaron... entiendo que mi familia lo hizo porque me ama, pero hay situaciones donde uno no se puede saltar cosas, porque quedan pendientes.

Cuando se cumplieron cinco años de la muerte de Divna, Marta fue con un sacerdote a verla al cementerio. "Fue como cerrar un capítulo en mi vida. Y le escribí una carta a mi hija".

-¿Pensó en el suicidio?

-Estuve a punto.

-¿Pese a que su hija lo hizo?

-Es que pierdes la conexión con la vida, el querer vivir, la voluntad. Ahí logré entender a mi hija, que lamentablemente se suicidó. Llega un momento en que estás entre la cordura y la locura.

Su renacer... y su libro

Su libro "Desnuda frente a ti" -en proceso de edición- reflejará su testimonio. Quería lanzarlo el Día de la Mujer (8 de marzo), pero estará después. "Lo importante es que salga bien y que llegue a mucha gente, que vean que frente a un dolor puedes levantarte".

-¿Cómo se describe hoy?

-Soy una nueva mujer, veo la vida diferente. Cuesta, pero aprendí a ver el vaso medio lleno. Hay cosas tan lindas, que uno tiene que dar gracias a Dios en cada instante. El Espíritu Santo fue fundamental en haber seguido adelante.

Nunca había tenido tiempo de mirar para atrás. Fui capaz de encontrarme con una Marta distinta que salía de este dolor, y hoy quiero entregar amor a la gente, no quiero engancharme con la rabia, no conduce a nada.

-¿Qué dicen sus hijas?

-Están contentas y sorprendidas, ¡sobre todo porque dejé de fumar!

Marta Isasi cuenta que mucha gente en el Congreso le comenta lo "radiante" que se ve, porque "cuando hay una cirugía del alma -dice con seguridad-, hasta te sientes más joven y con ganas de reír".

-Después de todo esto, ¿ha pensado en su futuro político?

-Estoy tan renovada, que quiero ir a la reelección. Pero primero hacer mi trabajo bien este año y Dios dirá...

-¿La han pololeado para un cupo?

-De los dos lados.

-¿Está en sus planes llegar a ser senadora?

-Si Dios lo quiere, por qué no.

"Lo que más me ha quebrado en la vida es la muerte de mi hermano. Me rompió el alma"

Aunque Clemira Pacheco, diputada socialista, tiene la pasión de una luchadora, desde su nacimiento en Lirquén, los últimos días de 2011 la devastaron.

"Soy hija del rigor, de las minas del carbón, del pueblo en dificultades. Siempre he sido fuerte, lo he visto con mis padres, mis abuelos. Pero esto me rompió el alma", relata con voz entrecortada. Y no se refiere al cáncer que le detectaron el año pasado, sino al mismo mal, pero que afectó a su hermano tan violentamente, que en un plazo de cinco semanas se lo llevó.

"El 2011 comenzamos viendo los problemas del distrito, insistiendo que se cumplieran los compromisos de la reconstrucción. Porque represento a Dichato, comuna de Tomé. Estaba con todas las ganas, pero el segundo semestre me tocó duro del punto de vista humano", relata, sobre el cáncer de próstata de su padre, seguido de su propio cáncer, la muerte de su suegro en septiembre, y la partida de su hermano menor, Juan, de 42 años.

-¿Qué pasó con su salud?

-Nunca tuve problemas, mi padre es diabético y me salían normales los exámenes de sangre. Pero empecé a subir de peso, me dije "qué raro" y fui a ver a un endocrinólogo.

Rápidamente, una ecografía detectó que la parlamentaria tenía nódulos, y una biopsia mostró la mala noticia. Había que operar antes que se ramificara.

Como todo tratamiento de cáncer a la tiroides, a Pacheco le hicieron radiación con yodo, tras lo cual estuvo 10 días aislada durante septiembre. Le dejaban la comida en la puerta.

-Dios es tan generoso conmigo que me dio el menos malo de todos los malos. En el último examen, los parámetros me salieron normales. Pero con mi hermano no fue así, fue el peor.

Los médicos le detectaron la enfermedad a Juan Pacheco los primeros días de noviembre. Era un cáncer terminal. Un mes y medio después, el 17 de diciembre, Clemira lo veía morir en la casa de sus padres.

-Lo que más me ha quebrado en la vida, en los 50 años que tengo, ha sido la muerte de mi hermano. Esto me rompió el alma.

-¿Cómo era su relación con él?

-Eramos unidos. Mi padre es jubilado de la tropa de Carabineros y mi madre una mujer campesina, ella hacía el pan y empanadas para apoyarnos, era modista por unos pesos, y somos todos profesionales. Así que los hermanos más grandes cuidamos a los más chicos, asumí el rol de mamá y hermana. Nos tocaban las mamaderas, cambiar de pañales.

También compartían la política. La diputada metió a su hermano a militar al MIR y trabajaron juntos en los temas sociales en Coronel. Hasta el último minuto -relata ella-, Juan le dio su opinión.

-¿De qué?

-Sobre los movimientos sociales. Antes de morir, me dijo: "Esto es el marxismo clásico. Mientras los poderosos, la clase privilegiada, no entiendan que tienen que repartir mejor las riquezas, siempre va a existir la lucha de clases".

Clemira dice que su hermano -que era sociólogo y realizó un doctorado en México- era "más inteligente de lo normal".

"Las penas se acumulan... eso me provocó el cáncer"

Hoy pasa sus días con su familia en Pucura, entre Coñaripe y Licanray, en el lago Calafquén. Pero la diputada no puede huir del dolor.

"Ha sido tan doloroso. El hacía los mejores asados de cordero al palo, los tenía cuatro horas, se tomaba su cerveza y compartíamos la vida", recuerda con nostalgia.

-¿Por qué cree que el cáncer los golpeó como familia? Dicen que esta enfermedad nace del dolor.

-Creo que eso tiene algo que ver. Lo mío es autoinmune, me lo provocaron las penas del alma que son acumuladas.

-¿En qué se ha afirmado?

-En mi familia y en mi fe en Dios. Siempre he estado ligada a la Iglesia Católica.

Viví en estos momentos difíciles la solidaridad de mi gente, con abrazos silenciosos y también como dadores de sangre para mi hermano. Y en el Parlamento, todos estuvieron muy atentos cuando informé que iba a faltar por mi operación. Incluso colegas muy nuevos como Issa Kort (UDI). "Qué te pasa, te noto triste", me dijo cuando estábamos votando el presupuesto.

-¿Se han cuestionado en su casa el sacrificio que le significa el trabajo en el Parlamento?

-Lo hemos conversado, pero ellos saben que ha sido mi vida de siempre. Para las campañas del plebiscito y de 1989 andaba con mis dos hijas mayores, incluso embarazada.

Ésta es mi vida y ellos lo entienden. Y les transmito ciertos compromisos sociales: que siendo profesionales tienen que entregar atención gratuita a los más humildes.

-¿Qué pasa con su futuro político?

-Me proyecto en una reelección.

- Se le mencionó como carta senatorial del PS en la VIII Región.

-Está mi nombre, en un minuto lo dio Osvaldo Andrade. Pero eso hay que verlo todavía. Quiero hacer bien mi trabajo, presentar proyectos en marzo, ser lo más digna posible frente a la confianza de la gente, estar mucho en terreno, porque no lo pude hacer.

De todas formas, no ha dejado de recorrer su "mundo social", y desde ahí le pone "nota roja" al Gobierno en la reconstrucción. "Ha faltado a la verdad", afirma enfática.

-¿Cómo ha estado de ánimo?

-Hay veces que dices "no me quiero levantar", cuando ves a tus padres sufrir por esta pérdida. Lo natural es que tú sepultes a tus padres, pero no a un hijo. Pero soy agradecida de la vida y de Dios. Y tengo el ánimo de salir adelante.

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