Pese a las críticas, presidente de la Cámara Alta insistió en que su opción era el diálogo y acusó al oficialismo de "legitimar la represión".
El presidente del Senado, Guido Girardi, defendió nuevamente su negativa a ordenar el desalojo de los manifestantes que se tomaron el jueves pasado el ex Congreso en Santiago. Esto, a un día de que parlamentarios de la Alianza presentaran una moción de censura en su contra.
Según el parlamentario, existe una "colusión de visiones" en el oficialismo, pues “quieren establecer que en Chile, la autoridad que tenemos que legitimar es la autoritaria, y han dejado aparentemente de creer que puede existir una autoridad que se funda en el diálogo, en la razón, en la persuasión".
"Estamos en el germen de un proceso de regresión autoritaria muy compleja. En ese contexto (sucede) que un senador diga que vamos a privilegiar el diálogo y no la doctrina Labbé, no la doctrina de los boinas negras, no la doctrina de que aquí impera la razón de la fuerza y no la razón de los argumentos, y que las instituciones no se defienden a la fuerza", aseguró Girardi a radio ADN.
Además, el presidente de la Cámara Alta explicó que "en Valparaíso tenemos una fuerza de Carabineros del Congreso, que están entrenados para decirle a la gente, primero, 'por favor salga', muy gentilmente. Pero todos sabemos que Fuerzas Especiales no está entrenada para ser gentiles".
Girardi se defendió de las críticas y apuntó que tras su diálogo con los manifestantes, ellos “dejaron de actuar violentamente”.
"Lo que se me está cuestionando, en definitiva, es por no haber llamado a las Fuerzas Especiales. Yo quiero decir que es mucho más fácil, a veces, llamar a las Fuerzas Especiales que dialogar. Hay algunos que piensan que dialogar es una señal de debilidad, de renuncia. Yo digo que no, hay que tener los pantalones bien puestos para dialogar, es mucho más fácil llamar a la represión, y yo por lo menos no me iba a hacer responsable, y lo volvería a hacer cien veces", indicó.
Por último, el senador PPD dijo que la situación vivida por el ministro Bulnes fue "injusta y violenta", y afirmó que prefiere "el costo de hundirme con mis convicciones a cuestas o de salir adelante con ellas, pero nunca voy a usar el camino que usan las derechas en el mundo, que son las visiones de legitimar la represión".
