Política
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El «rebaraje» del poder y las dudas que abre el nuevo diseño del gabinete de Piñera

Tras descomprimir el tenso cuadro político, el cambio de gabinete ya genera interrogantes en Palacio.

por:  Sebastián Minay, La Segunda
viernes, 22 de julio de 2011
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En estos días, un habitante de Palacio recordó a Sergei Konstantinovich Krikalyov, el astronauta ruso que en 1991 salió al espacio y, cuando aterrizó de vuelta en la Tierra, 310 días después, se encontró con que la URSS se había derrumbado y Leningrado se llamaba de nuevo San Petersburgo. Esa es la magnitud de cambio en el Gobierno, grafican, con que se encontrará el único ausente del gabinete esta semana -el ministro de Hacienda, Felipe Larraín-, cuando retome el lunes 25 sus funciones y participe del comité político, tras una semana de vacaciones en Boston, EE.UU.

A su regreso, el jefe de Teatinos 120 no sólo echará de menos a tres ministros, se encontrará con que otros cuatro intercambiaron carteras y otros tres nuevos llegaron... y ni siquiera alcanzó a saludar a Fernando Echeverría en su efímero paso de 72 horas por Energía. También, afirman en La Moneda, se encontrará con un nuevo escenario, con una verdadera arremetida de los "políticos" por desplazar a los "técnicos" en el proceso de toma de decisiones y un nuevo mapa de equilibrios y de poder político al interior del gabinete en que aterrizaron el lunes los «históricos» UDI, remeciendo inmediatamente el ambiente. Y en lo personal, Larraín deberá adaptarse -advierten muchos- a un nuevo compañero en el equipo económico: el ex senador Pablo Longueira, que literalmente se tomó la agenda pública esta semana -desde la demanda colectiva contra Presto al acuerdo por el Sernac financiero en el Senado, pasando por política, combustibles, etc.-, y que ha llegado a ser calificado como el nuevo "premier" del elenco «piñerista». Y aquí varios anticipan una fuerte lucha de poder, recordando lo que fueron las peleas entre el ex vocero Francisco Vidal y el ex ministro de Hacienda de la era Bachelet, Andrés Velasco.

Pero fuera del "aterrizaje" de Larraín, en Palacio desmenuzan el saldo que arroja en sus primeros cuatro días el cambio de gabinete. Por un lado, dicen, trajo el alivio de descomprimir la enorme tensión acumulada desde el ajuste de enero pasado ("la baja en las encuestas lo exigía"). Y también la sensación de haber iniciado el "segundo tiempo" de la actual administración atacando una de las bases del problema: solucionar las falencias comunicacionales y políticas, partiendo por tratar de desactivar críticas desde los partidos y rencillas entre ellos (con el fichaje de dos "coroneles" UDI).

Pero en la sede de gobierno también se reconoce que el Presidente hizo una apuesta arriesgada -lo ha hecho antes, se observa- al no jugarse por un cambio de fondo en el gabinete y en el equipo político. Y ello, evalúan no sin cierta inquietud los cercanos al Mandatario, precisamente es lo que ha provocado un rebaraje en el mapa de poder interno. Todo a partir de su decisión de reconfirmar al ministro Rodrigo Hinzpeter en Interior, cuyo precio (como comentó esta semana la ministra Matthei) fue el fichaje de Longueira.

El aporte (y protagonismo) de la UDI

¿El resultado? Un nuevo diseño en el que los dos nuevos ministros y "coroneles" gremialistas han sido los protagonistas hasta ahora. Longueira debutó posicionándose fuertemente en el nicho de la protección a los consumidores (y por tanto apuntando a la clase media) y deteniéndose largos minutos a hacer declaraciones políticas en La Moneda. Y el nuevo vocero Andrés Chadwick no ha desaprovechado ocasión para hacer notar que, más que el cambio de estilo respecto de su antecesora -que sí lo hace-, su fuerte es la coordinación política, el trabajo legislativo y la búsqueda de acuerdos con la oposición.

En sus primeros días en el cargo, el primo del Presidente instauró reuniones matinales diarias de análisis y coordinación político-comunicacional con el Segundo Piso, la Secom y la Segpres. Ahora es común ver a los asesores de dichas reparticiones cruzar a su despacho. Y el ministro Hinzpeter -en un gesto que habría sido extraño en la era Von Baer- lo visitó el miércoles por la tarde. Luego, junto a Cristián Larroulet se juntaron en dependencias de Interior, donde posaron sonrientes para «La Segunda» (foto central).

Precisamente, en RN y en La Moneda señalan que ven la llegada de Chadwick como un "alivio" y un "gran apoyo" para Hinzpeter, dadas las críticas a la conducción política al titular de Interior. De hecho, incluso sus cercanos reconocen que resienten cierta falta de hábito por parte del jefe de gabinete para "desgastarse" buscando un diálogo eficaz con el oficialismo y la oposición. Y algunos, como el senador Alberto Espina, se lo han hecho notar en más de una ocasión.

El rol del nuevo vocero también le quita peso de encima, se apunta, al ministro Larroulet, quien enfrentaba críticas de la coalición por el manejo legislativo. "Chadwick fue parlamentario opositor por 20 años, eso le da el manejo hasta del reglamento y cómo aprovechar todos los espacios políticos. Además, sabe cómo piensa y opera una oposición en el Parlamento", recalcan en el Ejecutivo.

En ese mismo esquema, en la sede de gobierno se anticipa que Longueira también tendrá un papel de articulador político, especialmente con la UDI... en la medida en que use su posición de referente gremialista en ese sentido.

Los contras: faltan límites claros

Pero esta redefinición de roles arroja otro diagnóstico entre los allegados al Presidente: los límites de los ámbitos de acción y atribuciones de los ministros políticos ahora aparecen difusos. "Los ministerios parecen mares sin orillas", grafican, y advierten que, al convertirse Chadwick en el ministro más poderoso de Palacio y Longueira apuntando a un estatus similar fuera de la sede de gobierno, los equilibrios pueden resentirse.

En el caso del ahora ministro de Economía -quien no disimula estar disfrutando de su nuevo rol- se reconoce que fue "anómalo" dejarlo fuera del comité político y en un ministerio sectorial, porque en la práctica terminará ejerciendo ese papel. A la larga, Piñera optó por sumarlo a la nueva instancia que debutó en el almuerzo de ayer -junto a los otros presidenciables y los ministros de Palacio-, luego que el mismo Longueira tensionara a Palacio autoanunciando ese rol.

La conclusión en el «piñerismo» duro de La Moneda es que el ajuste de piezas debilitó las posiciones de Hinzpeter y Larroulet, los dos ministros políticos que se mantuvieron en sus cargos. No es que se tema que Hinzpeter vaya a entrar en conflicto con Chadwick -ambos se llevan bien y, en distintas esferas, gozan de la completa confianza de Piñera-, pero preocupa que en lo que va corrido de la semana el titular de Interior no haya marcado presencia pública.

"El ministro tiene que dar pronto una señal de que él es el jefe de gabinete, de dejar claro por qué el Presidente lo confirmó en su cargo", dice un personero de gobierno que lo conoce bien. Incluso, se señala que se genera la sensación de que Longueira, pero sobre todo Chadwick, están "subsidiando" las funciones de los titulares de Interior y Segpres.

Para algunos, una explicación parcial de lo anterior está en la creciente percepción palaciega de que Hinzpeter no da señales con miras a la carrera presidencial. Sostienen, por ejemplo, que cuando se determinó enviar esta semana ayuda a los afectados por las nevazones en Lonquimay, el ministro declinó encabezar personalmente el operativo, pidiéndole a su par de Defensa, Andrés Allamand, que lo hiciera (antes, lo calificó públicamente de "referente"). Otros desestiman esa versión. Con todo, se hace notar que el forzoso fichaje de los gremialistas es una póliza para desactivar por completo nuevas críticas de la UDI al manejo político de La Moneda... algo que aún debe probarse.

Cómo quedaron los presidenciables

Aunque una de las primeras lecturas del cambio de gabinete fue que Piñera optó por cuidar -otros dicen "blindar"- a Laurence Golborne dejándolo en una sola cartera, el MOP -menos conflictiva, de amplio presupuesto y antesala de presidenciables, como fue el caso de Ricardo Lagos- en los partidos sacan, además, otras cuentas.

Hay relativo consenso en que el panorama para las opciones de la UDI, pese a la caída de Joaquín Lavín en las encuestas, es mejor que el de las cartas de RN. En este último partido resienten que Felipe Bulnes haya pasado a la primera línea de fuego en Educación (los más optimistas creen que ahora "tiene que demostrar lo que vale"). A ello se suma la incertidumbre por el derrotero que seguirá Hinzpeter.

En cuanto a Allamand, al permanecer en Defensa se mantiene en una cartera poco conflictiva, pero que tampoco le permite sacar provecho político de momento, y que además está sujeta a lo que pueda ocurrir en el ámbito internacional.

Respecto a las cartas gremialistas, se da por hecho que Longueira tiene una buena oportunidad de perfilarse luego de su debut con su discurso pro consumidores y clase media, lo que suma un nuevo competidor a la parrilla en la que ya se encontraban Lavín y Evelyn Matthei. Esta última se ha posicionado en un "target" parecido (derechos laborales), pero con la fuerte distancia de la directiva de Juan Antonio Coloma, a quien ella acusó de vetarla para asumir la vocería.

En el gabinete y en La Moneda hacen notar que aún hay tiempo para que este cuadro evolucione, pero que de momento la mejor opción la sigue teniendo Golborne. Ello ha inclinado ya a algunos en RN -no a los presidenciables- a "hacer un ejercicio de realismo" y asumir que su precandidato deberá batirse con el titular de OO.PP. en primarias.

Claro que antes de ello, insisten en el Ejecutivo, hay que probar que el diseño escogido para el "segundo tiempo" es eficaz en recuperar la performance , y contrarreloj, ya que a fin de año estará desatada la carrera municipal. La meta, sostienen, es recuperar la aprobación en las encuestas, al menos hasta el rango del 40% a 45%, para así poder llegar en un relativo buen pie a los comicios 2012.

Los interlocutores de los nuevos ministros en la oposición

Varias figuras de la Concertación se repiten a la hora de mencionar quiénes podrían surgir como «puentes» para conseguir acuerdos entre los nuevos ministros y la oposición. Y es que muchos se conocían desde antes, ya sea por coincidir en el Congreso o a través de antiguos episodios que los han juntado desde la época universitaria.

En el caso del nuevo de titular de Educación, Felipe Bulnes, durante su gestión en Justicia pudo estrechar lazos con diputados como Jorge Burgos (DC) y Marcelo Díaz (PS). Este último incluso lo llamó al día siguiente de su designación como sucesor de Joaquín Lavín para felicitarlo.

Otros a quienes el ministro RN podría acercarse son los senadores Jaime Quintana(PPD) , quien preside la comisión de Educación y lo recibió con un fuerte apretón de manos esta semana, y el DCPatricio Walker , quien recibió el patrocinio del Gobierno, gestionado por Bulnes, para algunos proyectos.

Quien tiene más cancha a la hora de tender lazos es el nuevo vocero, Andrés Chadwick , por su larga trayectoria como senador de la UDI. El sucesor de Ena von Baer tiene una fluida relación con el vicepresidente de la DC, JorgeBurgos, y al presidente del Partido Socialista, Osvaldo Andrade , lo conoce desde que fueron compañeros de Derecho en la Universidad Católica. Este último también se entiende bien con el ministro de Economía, Pablo Longueira , con quien ha coincidido en temas laborales de Infocap.

Otras figuras de oposición que se estima podrían tener una buena convivencia con Longueira son el timonel radical, José Antonio Gómez, y la senadora DC Soledad Alvear .

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