Es una de las comunidades que experimentó un mayor crecimiento desde 2005.
De los 457 restaurant
chinos que hay en Chile, 156 están en Santiago. De ellos uno llamó trágicamente
la atención hace una semana, cuando en el local de venta comida “To Pao” de La
Florida fue asesinado Baolín Luo (67). Un crimen que movilizó a más de mil
chinos que protestaron frente a La Moneda.
Luo llegó a Santiago desde
Canton en 1980 como cocinero de un local que sus parientes tenían en Vitacura,
hasta que empezó a emprender y abrió varios restaurant.
El oficio al que se dedicó
después de aterrizar en Chile, como demuestran las cifras del Departamento de
Extranjería del Ministerio del Interior, es el que declara la mayoría de los
migrantes de esa nacionalidad: en 2015 ingresaron 673 chinos con visa de
trabajo. El 17% de ellos (112) se identificó como vendedor o comerciante
mientras que el 9% (59) dijo ser cocinero y chef.
Baolín no sólo murió dentro
de su local, sino que su casa estaba en el mismo lugar que su restaurant. Una
forma de vivir que también tiene la mayoría de la comunidad china residente.
Y es que los inmigrantes
chinos prefieren estar cerca de su fuente de trabajo, por eso no existen zonas
residenciales de la colonia. Lo más cercano a un “Chinatown” local es el área
que abarcan las calles Exposición, Meiggs y Bascuñán Guerrero. Un barrio de
Estación Central en el que conviven junto a peruanos, haitianos, colombianos e
hindúes.
Allí ebulle el comercio de artículos
importados. Y allí también está emplazado un edificio de 135 departamentos,
ubicado en Sazié esquina Conferencia, donde el 95% de los residentes es de origen
chino. Son los mismos que trabajan en los locales del sector.
En el hall del edificio,
cuyo dueño es un matrimonio de un empresario chileno con una ciudadana china,
dos adornos sobre el mesón forman una curiosa dupla que refleja la identidad
del lugar: un gato dorado de la buena suerte y un chancho de plástico amarillo
chileno.
“Vivimos cerca del trabajo porque cuando pasa
algo nos podemos comunicar rápidamente” cuenta Yitian Guo (22), quien llegó a
Santiago hace dos años siguiendo a sus padres que se entusiasmaron con Chile
gracias a la firma del Tratado de Libre Comercio con China, suscrito en 2005.
Yitian estudia Ingeniera
Comercial en la Universidad Católica. Cuenta que para ellos es muy importante
mantener la cultura. Si bien sus hermanos menores van a un colegio chileno, “en
nuestra casa conversamos multi-idiomas: hablamos en español, en el dialecto
natal o en chino mandarín”.
Hoy su mayor preocupación
es la delincuencia. Y dice que la manifestaciónfrente a La Moneda no era la
primera que organizaban. “Hace cuatro meses hicimos otra porque nadie nos ayuda
y nosotros mismos tenemos que vigilar en la noche. En todos los locales hay
varias alarmas. Mi papá se levanta varias veces en la noche para revisar las
cámara y poder saber si está pasando algo en el local”, dice para ejemplificar
el temor que sienten.
Organizados por provincias
y dialectos, existen seis cámaras de comercio. La familia Guo es parte de la
provincia de Fujian. Pero también hay otras agrupaciones como la Asociación
Gremial de Empresarios Chinos en Chile y la Cámara de Comercio Asia Pacífico,
ambas presididas por Hexing Wang quien resalta que pese que les preocupa
mantener su identidad también están interesados en integrarse a la comunidad
chilena.