Leonor Cerón asegura que sufrió una septicemia y que estuvo a punto de morir.
Leonor Cerón, tesorera del sindicato de la Clínica UC.
Foto VICTOR SILVA
En 2013, Leonor Cerón se hizo conocida por liderar la lucha en contra de la Red Christus UC, que prohibió a sus médicos la entrega de recetas de anticonceptivos en todos sus centros de atención.
Hoy, la tesorera del Sindicato de Salud UC realiza una nueva denuncia, esta vez de una situación personal.
En entrevista con La Segunda, esta auxiliar de enfermería, con más de 27 años de carrera en el Hospital Clínico UC, afirma que tuvo complicaciones médicas cuando su hijo murió en su vientre a las 18 semanas de gestación.
Su caso ocurrió hace unos 20 años, recuerda, cuando tenía un embarazo de unas 18 semanas. "Un día comencé a afiebrarme y a sentirme mal. De inmediato, por ser funcionaria de la UC, concurrí al servicio de urgencia del hospital. Llegué al lugar con mucha fiebre".
Dice que el personal médico procedió a hacerle una ecografía y que el resultado mostró que "el feto había muerto hace un par de días", afirma.
En ese momento, ella pensó que le ayudarían a expulsarlo con medicamento o que le practicarían un legrado, una intervención quirúrgica para extraer un embrión o restos del contenido del útero. Sin embargo, asegura, eso no ocurrió. "No me hicieron nada. Sólo me hospitalizaron y me tuvieron tres días con el feto muerto en mi vientre, esperando que lo abortara de manera espontánea", afirma.
Al segundo día de estar internada en sala, Cerón dice que su estado de salud empeoró. "En la noche comencé a sentir tercianas producto de la alta fiebre, a convulsionar y luego perdí el conocimiento. Lo último que recuerdo antes de eso fue que alguien le dijo al doctor que me atendía que me estaba bajando la presión".
Leonor sostiene que su estado de salud empeoró porque se le produjo un cuadro de septicemia, mientras esperaba expulsar espontáneamente su hijo muerto. "El feto ya estaba infectado y descomponiéndose en mi vientre".
Dice que no recuerda nada más hasta que despertó en la Unidad de Cuidados Intensivos de la clínica, donde fue derivada luego de que empeorara su estado de salud. "Desperté en la UCI, llena de catéteres y conectada a varias máquinas, pero no me habían hecho el legrado ni me habían inyectado fármacos para generarme contracciones. ¿Qué esperaban? ¡Estaba en peligro mi vida y mi hijo ya estaba muerto¡", reclama hoy Cerón.
La auxiliar de enfermería asegura que, al cumplir un día internada en la UCI, los médicos resolvieron inducirle un aborto con medicamentos y, posteriormente, le practicaron un legrado.
Después de la intervención, Cerón tuvo que permanecer cuatro días en la UCI y otros 10 días en sala para que su cuerpo se recuperara. Además estuvo un mes tomando antibióticos para el tratamiento de la infección.
Respecto de la muerte de su hijo, recuerda que los exámenes médicos practicados concluyeron que el "feto había muerto por un paro cardiorrespiratorio".
-¿Qué explicación le dio el hospital por no haberle extraído el feto?
-Nunca me dieron ninguna explicación lógica para lo que viví. Ellos son demasiado cerrados y no hacen abortos. Esperaban que expulsara el feto muerto a través de un aborto espontáneo.
-¿Por qué no lo denunció?
-En esos años era muy ingenua. Me faltaba experiencia. Creí que era normal lo que me había pasado. No se me ocurrió hacer una denuncia. Ahora, que llevo cuatro años como dirigenta sindical y que he estudiado las leyes, no lo pensaría ni dos segundos, denunciaría de inmediato.
-Y ¿por qué siguió trabajando en la UC?
-Yo era arsenalera en el Hospital Félix Bulnes. Me ofrecieron unos reemplazos en el Hospital UC, los hice y me pidieron que me quedara. Esto me significó una mejor situación económica y una mayor estabilidad para mis hijos. No podía dejar lo único que tenía seguro para mi familia, independiente de que estuvo en riesgo mi vida.
Consultado sobre el procedimiento médico que se debe realizar en un caso como éste, Guillermo Galán, doctor y miembro de la Sociedad Chilena de Obstetricia y Ginecología, afirma que lo primero es verificar que la madre no presente problemas de coagulación o de infección.
"En las muertes fetales de segundo trimestre de embarazo, no se debe esperar a que la madre aborte espontáneamente. Hay que ayudarla a vaciar su útero, para evitar riesgos para su salud".
Galán explica que un feto muerto puede comenzar a consumir algunas sustancias del cuerpo de la madre que tienen que ver con el control de la coagulación, pudiendo provocarle a ella una hemorragia mortal".
Dice que existen dos alternativas para extraer el feto: una microcesárea o una inducción de aborto a través de fármacos. El legrado se realiza cuando quedan restos de placenta o del feto en el útero.