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Ana María García, madre del desaparecido Kurt Martinson: "Lo único que quiero es vivir mi duelo en paz"

Pese al dolor que la invade desde hace 47 días, aún está entera para hablar del joven que sufría cuadros de narcolepsia: "Sólo me voy a ir con el cuerpo de mi hijo".

por:  Por Fernando Duarte, desde San Pedro de Atacama
viernes, 09 de enero de 2015

Foto CLAUDIO CORTES

Ana María García está viviendo un infierno. El peor trance por el que puede pasar una madre: la desaparición de su hijo. Su dolor nuevamente afloró la noche del lunes, cuando se quebró varias veces durante la velatón que amigos y familiares realizaron en la plaza 23 de marzo de Calama en memoria de Kurt Martinson.

Pero, pese a eso, sorprende la entereza que tiene al hablar de su hijo de 35 años, quien lleva desaparecido 47 días.

Sentada en el living de la casa de unos familiares, en las afueras de Calama, recuerda que el 19 de noviembre fue el último día que habló a través de Whatsapp con él

"Quedé en mandarle una bicicleta desde Santiago y me contestó igual que siempre: con una carita feliz", afirma, mientras sus ojos brillan cada vez que habla de su hijo.

Kurt Glenn Martinson García nació en Las Condes el 25 de junio de 1979. Es el segundo de cuatro hermanos (Francisco, Paul y Annie). Todos se criaron en Chuquicamata porque su padre, Glenn, trabajaba en Codelco.

"Los fines de semana íbamos a San Pedro de picnic y creo que ahí Kurt estableció una conexión especial con el pueblo", dice su madre. Agrega que él siempre fue tranquilo, alegre, conciliador, introvertido, confiado y muy inteligente.

"No necesitaba estudiar mucho para sacarse buenas notas", asegura.

Cuando estaba en tercero medio se fue de intercambio a Indianápolis, Estados Unidos.

Pese a ser celiaco (intolerante a la gluten), ello no le impidió comer cualquier cosa y crecer como un niño normal. Se empinó hasta un metro 95, lo que le permitió brillar en las selecciones de básquetbol de su colegio (Chuquicamata de Codelco) y en el equipo regional.

Sin embargo, fue gracias al fútbol que se quedó a vivir en Estados Unidos. "Como era tan bueno, le ofrecieron un contrato en un equipo, pero no quiso porque me dijo que no le interesaba la plata", recuerda Ana María. Ella lo idolatra y confiesa que, de todos sus hijos, Kurt es su regalón.

La relación entre ellos es tan estrecha que ambos tienen las claves de acceso a sus respectivas cuentas corrientes: "Yo le pago las cuentas y legamente puedo hacer cualquier cosa a su nombre".

En 1997, tras regresar a Chile desde Estados Unidos, Kurt estudió Turismo en el DUOC, hizo un curso de orfebrería en Santiago. Años más tarde, a fines de 2013 se fue a vivir por un año a Santa Cruz de la Sierra, en Bolivia. Allá se dedicó a la orfebrería hasta que su vínculo con San Pedro lo motivó a volver a mediados del año pasado.

-¿Qué cree que pasó con su hijo?

-A Kurt no le gustaban las drogas, ni las fiestas clandestinas y lo comentaba abiertamente. Yo le decía quédate callado que esa gente no es muy buena y él me respondía: "Mamá, no me van a matar por eso". Creo que él vio algo que no debió ver nunca y decidieron eliminarlo. Esa es mi teoría.

-¿Y quién cree que podría estar involucrado en su desaparición?

-A mí me merecen dudas tres personas que trabajan en el hotel Alto Atacama y que han entregado 8 versiones distintas en sus declaraciones ante la fiscalía. Que renunció, que lo echaron, que lo vieron ido, que tenia depresión. Si hubiese tenido depresión a la única que hubiera llamado era a mí.

-También dicen que se fue a Bolivia.

-Han inventado tantas cosas. ¡Cómo se iba a ir a Bolivia si encontraron su billetera con sus documentos! ¿Con qué plata iba a viajar si toda está en su cuenta corriente? ¿Y cómo iba a irse sin su certificado de residencia que le otorgó el gobierno de Evo Morales y que lo tengo yo?

-Se ha informado que en su juventud su hijo sufrió un trastorno psicológico y que cuando estaba estresado se le podían activar delirios y alucinaciones.

-La separación de sus papás le afectó mucho y lo llevé al médico porque estaba muy triste. Se suponía que eso era un secreto de la investigación para hacer un perfil psicológico, pero él no tenía episodios de delirios, y las voces que escuchaba se debían a que sufría un cuadro de narcolepsia severa, que es un trastorno del sueño. Kurt se quedaba durmiendo y despierto a la vez, pero no tenía esquizofrenia ni tendencias suicidas. Se trató con medicamentos un tiempo, pero al final el doctor le dijo que hiciera deportes y con eso se le iba a pasar.

-¿Piensa regresar a San Pedro de Atacama?

-Sí, quiero llevarme a mi hijo y que la justicia haga lo demás. Pero no voy a dar mi brazo a torcer, no hay nadie que me pueda asustar. Lo único que quiero es vivir mi duelo en paz. Mi meta es encontrar a Kurt y sólo me voy a ir con el cuerpo de mi hijo. Y si alguien sabe dónde está y me puede ayudar, que lo haga.

 
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