El pasado 15 de septiembre, el Ministro Alvaro Elizalde citó en La Moneda a representantes de las organizaciones que reúnen en Chile a científicos e investigadores, pues según dijo el secretario de Estado: "Un tercio de cada reunión de gabinete la presidenta lo dedica a preguntar cómo avanzamos en ciencia y tecnología".

El doctor Jorge Babul, destacado bioquímico, presidente de la Asociación de Sociedades científicas, participó en esa cita.

-Ministro, si el gobierno persiste en crear una Subsecretaría de Ciencia y Tecnología en el Ministerio de Economía, tendrá a toda la comunidad científica protestando frente a La Moneda- le advirtió entonces a Elizalde.

Cuando ya han pasado casi dos semanas de esa frase y de esa reunión, Babul persiste en esa resistencia.

"Hay razones y sentimientos -explica-. Veamos las razones: desde una lógica economicista, Ud. puede encerrar esa expresión de la creatividad humana que surge al hacerse preguntas en los paradigmas de los que piden resultados medibles y cuantificables. Buscar, por ejemplo, vacunas para los virus que amenazan la industria salmonera, es muy importante y se llama investigación aplicada pero, para que sea eficaz, hay que tener un proyecto de país que oriente los recursos hacia las áreas que se busca desarrollar. Si no, cada 4 años cambian las prioridades del Estado para la ciencia y tecnología y por tanto siempre estamos empezando. Otra cosa es la investigación que no necesariamente se ordena en función de las metas inmediatas de la economía. Un país debe invertir en pensar para...pensar. Así se ha desarrollado el conocimiento humano.

-En este contexto, ¿cómo explica el tema de los becarios inhabilitados por Conicyt?

-Tiene que ver, a mi juicio, con la forma del traspaso de fondos a Conicyt realizado en 2008 para incrementar la oferta de becas, creyendo que asignar presupuesto constituye una política en materias de ciencia y tecnología. La Presidenta Bachelet anunció la creación del Fondo Bicentenario de Capital Humano que da origen a Becas Chile, programa destinado a formar 30 mil especialistas en 10 años. Quienes planificaron la gestión de este fondo actuaron sin la participación de las universidades, y con escasa participación de los científicos. Así se otorgó limitada importancia a los programas nacionales y faltaron estudios para priorizar becas en áreas en que éstos fueran deficitarios o en temas de importancia estratégica para el país. Resultado: tenemos números bajísimos de reinserción laboral de los becarios que concluyen su formación dentro o fuera de Chile y ninguna proyección a largo plazo para el denominado capital humano avanzado en formación. Hay un enorme esfuerzo e inversión del país, realizado sin una mirada estratégica ni consulta y participación activa de los sectores involucrados y competentes en estos procesos.

-¿ Por qué, en 10 meses, nadie logra revertir esta medida?

-Por un déficit sostenido de gestión, que potenció criterios inadecuados al quehacer científico. Un proyecto de investigación no es una ciencia exacta. Un estudiante puede atrasarse por diversas razones, que tienen que ver con que intenta generar conocimiento en un área en que aquel no existe. Las bases no pueden ser una camisa de fuerza, ni un fin en sí mismas, porque entonces -como está ocurriendo- paralizamos a jóvenes talentos o los obligamos a concentrarse en cumplir las formas, aunque para eso deban generar investigaciones mediocres, pero puntillosamente ajustadas a las reglas: ¿Esa es la calidad de científicos que el país necesita?. Dejo la pregunta a quienes tomaron estas decisiones y a quienes no se apresuran en revertirlas.