A un mes y medio de iniciado el juicio oral contra el sacerdote de los Legionarios de Cristo, John O'Reilly -acusado de presuntos abusos sexuales reiterados a dos menores- este martes declaró el ingeniero A.H., padre de las supuestas víctimas.

Como testigo de la fiscalía, declaró que ya el año 2010 su esposa (P.M.) había manifestado al colegio su molestia porque la menor de las niñas (J.H.) llegaba tarde a clases por participar de acólita en misas celebradas por el sacerdote. Asimismo, afirmó que el comportamiento irritable y agresivo de la niña entre 2010 y 2012 bajaba durante vacaciones y que ellos llegaron a atribuirlo la partida de una amiga o su ingreso a primero básico.

Agregó que a inicios de ese año la niña fue a una psicóloga por problemas de sociabilidad y que desde el colegio se les volvió a señalar que "llegó tarde por estar con el padre John".

En el mes de junio la menor reveló a una de sus nanas los supuestos abusos, señalando que el religioso había visto sus "partes íntimas" en el marco de presuntos "juegos" con ella.

A.H. relató cómo se enteró de los hechos a través de su esposa y cómo una psicóloga del colegio y Ana Chevarría (la primera que la trató) les indicaron que "los niños de esa edad no inventan cosas de índole sexual".

Pese a todo, dice que inmediatamente pensaron en "que había que tener prudencia y sería bueno buscar una segunda opinión. No pensábamos mal del padre".

La defensa del religioso ha planteado que la madre de las menores tiene una fijación previa contra el sacerdote. Al relato de J.H. se sumó más tarde su hermana mayor C.H., quien también afirmó haber sido víctima de este tipo de delitos en años previos. O'Reilly fue formalizado por su eventual responsabilidad en ambos casos.

Tras el primer informe de la psicóloga Chevarría -que recomendaba sacarla del colegio "por seguridad"-, recordó que se reunieron con autoridades del colegio, quienes les pidieron copia del mismo. "Nunca se nos mencionó que eso iba a constituir una denuncia formal del colegio", aseguró, reiterando que como familia no tenían intención de denunciar "hasta no tener certeza absoluta. Teníamos cinco hijos en el colegio, no queríamos que esto fuera un escándalo público".