En un estudio conjunto, los investigadores hacen una férrea defensa a la admisión por rendimiento que usan los liceos emblemáticos como el I. Nacional.
El ranking de notas combinado con el fin a la actual selección en los liceos emblemáticos "pueden destruir lo mejor de la educación pública y subvencionada".
Así lo advierte un estudio de los investigadores Arturo Fontaine (UDP) y Sergio Urzúa (Clapes) -"El fin de los liceos emblemáticos"-, en el cual analizaron la trayectoria de los egresados de este tipo de establecimientos y los compararon con la de alumnos de colegios pagados.
A juicio de los autores, el ranking de notas "promueve una redistribución de estudiantes desde colegios buenos a colegios malos y estimula la inflación de notas. Esto afectará por igual a liceos y a colegios particulares pagados (...) Los mejores colegios, públicos y particulares, van a sentir que aumenta fuertemente la presión por inflar las notas y transformarse en meras escuelas de adiestramiento para la PSU".
Señalan que -bajo esta premisa- la fórmula más adecuada para ingresar a una carrera universitaria selectiva es "un colegio mediocre y un preuniversitario bueno, maximizando las notas y la posición en el ranking por un lado y, por otro, un buen puntaje PSU".
Y advierten que "el traslado de los alumnos a colegios mediocres, si se generalizara, tendería a neutralizar el efecto perseguido por el ranking y, de paso, puede causar el derrumbe de los mejores liceos".
Los investigadores critican también la propuesta del Gobierno para terminar con la selección en los liceos emblemáticos (que los colegios seleccionen sus alumnos entre el 20% superior de las escuelas de procedencia): "Eso rebajará el nivel de exigencia", porque para un alumno capaz, estar en ese rango "no es un logro extraordinario".
Urzúa -quien es egresado del Instituto Nacional- explica desde Estados Unidos que "existe evidencia de que el Instituto Nacional genera valor agregado a quienes pasan por ahí. Eso no pasa en todos los liceos públicos". Por eso, señala, si se cambia el sistema de admisión en ese establecimiento "¿qué alternativas hay en la educación pública?".
Cuenta que si se comparan las probabilidades de ingreso a las universidades de Chile o Católica (las más selectivas del país) hay 16 veces más opciones de entrar a ellas si se egresa de un colegio pagado que de uno público. Pero al considerar sólo los emblemáticos, la tasa es casi idéntica a la de los pagados: "Un logro educacional extraordinario en cualquier país del mundo... ¿No es insensato cambiar algo que funciona probadamente bien?".
-Pero ¿cuánto valor agregado da el Instituto Nacional, considerando que selecciona al ingreso?
-Se estudió a quienes, tras dar las pruebas de admisión, quedaron seleccionados en el Instituto y a quienes quedaron inmediatamente bajo esa línea de selección. Y la conclusión es categórica, porque el que quedó en el Instituto logró 25 puntos más en la PSU que quien no quedó. Haber estudiado allí hace una diferencia importante.
Pero además, dice Urzúa, el Instituto aglutina a alumnos de todas partes de Santiago y de todos los niveles socioeconómicos. "Los niños seleccionados por mérito tienen una opción real -una de las pocas que el país ofrece- de llegar y triunfar en la mejor universidad. De modo que en el Instituto hay una mezcla de estratos socioeconómicos, hay inclusión, hay heterogeneidad".
El estudio advierte que "es crucial que las capas dirigentes del país sean más inclusivas de lo que son. Necesitamos una élite que provenga de ambientes socioeconómicos heterogéneos (...) Debilitar los liceos emblemáticos hará al círculo dirigente más exclusivo e inaccesible. Será virtualmente un privilegio de los que pueden pagar un colegio particular pagado".
El documento señala que "quienes llegan a las capas dirigentes de la sociedad desde un liceo, han debido ser formados en un clima de tolerancia, respeto a la diversidad y superación personal. Han vivido el pluralismo y eso tiene una valor republicano. ¿Por qué este castigo a los jóvenes más capacitados para liderar Chile? ¿Qué sentido tiene poner a estos liceos en peligro, justo cuando se quiere prestigiar a la educación pública? Si el Gobierno, en medio de esta gran reforma educacional, torpedea y hunde sus mejores liceos, ¿quién podrá creer que de verdad quiere mejorar la educación pública?".
Categóricos, Fontaine y Urzúa dicen confiar en que "la Presidenta Bachelet, que se educó en el Liceo 1, haga prevalecer su natural sensatez y realismo, y proteja y potencie a los liceos emblemáticos. Estamos seguros de que la Presidenta no querrá pasar a la historia como quien destruyó las instituciones educacionales más sobresalientes que haya creado Chile".