A dos años de terminado el juicio oral en su contra, Luciano Pitronello Schuffeneger (25), el primer condenado por un atentado explosivo en la capital, hoy está estudiando Ingeniería.

Con un largo historial en casas okupa, actualmente vive y trabaja con su familia en el área de la construcción. Sus padres, Herbert y Erika, son propietarios de una firma de arriendo de maquinaria pesada, y su hermano menor, Franco, tiene su propio negocio en el rubro de obras civiles.

Pitronello fue condenado en agosto del 2012 a una pena de seis años de libertad vigilada, tras ser hallado culpable de posesión de artefacto explosivo e infracción a la Ley de Armas. Esto, luego que la bomba que manipulaba estallara cuando intentaba instalarla en una sucursal del Banco Santander en Vicuña Mackenna.

La justicia rechazó los cargos por Ley Antiterrorista y acogió la atenuante de irreprochable conducta anterior. Por la detonación, el joven perdió la mano derecha, tres dedos de la izquierda, sufrió quemaduras en el 30% de su cuerpo y severos daños oculares.

Como parte de su condena, tiene asignado a un delegado de libertad vigilada de Gendarmería y está sujeto a controles cada 15 días. Además, es objeto de visitas domiciliarias, la última de ellas efectuada en agosto.

Debe firmar cada mes en un Centro de Reinserción Social.

En la institución sólo señalan que ha cumplido con su pena "cabalmente y de manera regular".

Es padre de una niña de ocho años y de acuerdo a los informes del delegado que le vigila, "cumple con sus obligaciones parentales".

Sus últimas apariciones públicas fueron en el Centro de Justicia, donde hasta fines del año pasado acudió a los juicios de Carla Verdugo, Hans Niemeyer y la preparación del proceso contra ex lautaristas por la muerte del cabo Moyano. Nunca habló, como tampoco lo hizo durante el juicio en su contra.